Textos más populares esta semana de Arturo Robsy publicados por Edu Robsy etiquetados como Cuento disponibles | pág. 3

Mostrando 21 a 30 de 154 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Arturo Robsy editor: Edu Robsy etiqueta: Cuento textos disponibles


12345

Eduardo Libre No Irá al Paraíso

Arturo Robsy


Novela, Cuento


Aviso primordial— Se cuentan como langostas los lectores de «CÓMO SER UN SINVERGÜENZA CON LAS SEÑORAS», que se escribió como burla hacia los relatos de amor en general y hacia los de color subido en particular. Su extraordinaria difusión en la red me abrumó, sobre todo al ver que una página porno tenía la obra entre sus relatos preferidos.

Pero el público es el público y, puesto que mi humor sigue zumbón respecto de los amoríos, aquí está este libro que burla sobre los sentimientos, ya satisfechos, ya heridos. Puede distribuirse libremente por la red, entero o por capítulos, pero no debe cambiarse el texto ni hacer con este escrito ninguna actividad comercial.

PRIMERA PARTE

1. EL TELÓN DE SEDA

Inés y Eduardo llevaban unos meses saliendo juntos a plena satisfacción. Habían superado cuantas fases del galanteo se les presentaron y alcanzado ese punto de intimidad —irrepetible después— que permite al hombre soltar las manos en cualquier momento y hacer diabluras con ellas mientras la mujer, todo lo más, sonríe pacientemente.

Ambos eran adultos y habían disfrutado descubriendo sus muchas diferencias, si bien ni el uno ni la otra sospechaban que eran muchas más de las que se ven a simple vista. Desconocían lo que puede llamarse el telón de seda o el telón de espuma de afeitar.

Gracias a estar en ese momento de oro del galanteo, no siempre sabían qué mano era la suya ni exactamente dónde la metían. Tampoco era que se preocuparan mucho de averiguarlo cuando estaban en la intimidad.

El, más osado, a veces actuaba a la intemperie, en paseos públicos y en playas. Caricias furtivas, dirían algunos; besos apresurados, opinarían otros, pero Eduardo lo que hacía en realidad era meterle mano a Inés al primer descuido. Tanto como podía.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
163 págs. / 4 horas, 45 minutos / 129 visitas.

Publicado el 8 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Descenso a los Infiernos

Arturo Robsy


Cuento


No se sabe si a causa de la alegre Primavera o como consecuencia de copiar cena, Gilirramón de la Tea, alcalde por la gracia del populacho, se despertó inspirado, dueño de una idea entera para él solo y satisfecho de la redondez de su ombligo.

Su Secretario particular, híbrido de factótum y tiralevitas, la tuvo que escuchar durante aquella mañana primaveral que daba gloria. En los invertidos tiempos que corren, es fácil ver a Quijotes de escuderos de Sancho, pues aunque lo grosero puede mandar, sólo lo elevado puede pensar, a veces hasta por dinero.

— He pensado — afirmó Gilirramón de la Tea, alcalde.

El Secretarui a punto estuvo de darle parabienes, pero se abstuvo, pues aquella mañana tenía el alcalde un aire suspicaz. Se limitó a hacer que sí con la cabeza y enarcar las cejas.

— Ha llegado la primavera — siguió Gilirramón —, y esto sólo quiere decir una cosa: se acerca el Primero de Mayo.

El Primero de Mayo es, desde hace mucho, Fiesta de Guardar laica, y a ella se atienen los políticos sin distinción de rangos o ideas, sin que les influyan las opuestas ubres nutricias o las internacionales mamaderas.

— Primero de Mayo — recalcó Gilirramón de la Tea —, San José Obrero, que le decían. Y es cosa de hacer algo que no tenga que ver con nada.

El Secretario Particular era una herencia del Ayuntamiento, una especie de hombre de todas las tallas, que se ajustaba a los nuevos cuerpos o a las nuevas almas, a las corrientes de la historia, a los vientos del cambio, a las nubes del futuro, relevándose a sí mismo por la incomparable gracia de la alabanza. Por eso mismo se limitó a escuchar respetuosamente.

— Este Ayuntamiento el Primero de Mayo hará un homenaje público a los desheredados, al Proletariado Irredento, como quien dice, para que no haya dudas sobre nuestro talante social y progresista.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
9 págs. / 16 minutos / 122 visitas.

Publicado el 5 de mayo de 2017 por Edu Robsy.

El Poder y la Gloria

Arturo Robsy


Cuento


No diré yo que fuera de los primeros en darme cuenta de lo que sucedía, y aún ahora sigo sin saber si alguien ha comprendido de verdad lo que pasó el día de Santa Lucía, que es trece y eso siempre da mala espina.

Después, claro, han salido los de siempre, los que hablaron con pilotos de platillos volantes, los que han encontrado el aviso en la Biblia y los que lo leyeron en la Cábala. A otros les llegó la explicación a través de un velador tambaleante, como enseña Kardec, y a un gitano se le apareció una Señora en lo alto de un algarrobo, vaya usted a saber, porque la tropa parapsicológica y pseudocientífica insiste en que fue un poltergeist, un espíritu burlón.

Duendes quizá y, quizá, un castigo bien merecido pero, ciertamente, yo no fui de los primeros en darme cuenta, porque doy clases en la Escuela de Formación Profesional y, encima, escribo versos con la ilusión de que me den la flor natural en los juegos florales de la ciudad, o ciudadela para ser exactos, pueblo engordado con la papilla del turismo y el pienso de las inmobiliarias.

Según todas las versiones, a las ocho y cuarto de la mañana el Jefe de la policía municipal envió a su mujer a buscar al médico, y allá fue la pobre señora, gorda y preocupadísima, y se estuvo gimiendo y cacareando hasta que el médico la acompañó:

El Jefe estaba negro. No negro de ira, ni de rabia, frustración o cualquier otra cosa de las que ennegrecen. Simplemente negro. Negro como en el Congo o en Biafra, para que me entiendan. Negro por fuera, como embetunado, puro charol, y, seguramente, pálido del susto por dentro.

Fuera lo que fuera, le había sucedido por la noche, en la cama, que también tiene sus riesgos; un mal sueño, un soplo de magia, un aojamiento bien colocado, una faena de padre y muy señor mío. Pensaba la mujer por que el camino si sería cosa del hígado, que si pone amarillos, bien puede poner negros.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
8 págs. / 14 minutos / 120 visitas.

Publicado el 17 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Estás un Poco Loco, ¿No?

Arturo Robsy


Cuento


Toc, toc... Llaman a la puerta, pero se diría que es la puerta misma la que te reclama. Creías que había terminado el día, o la jornada, que es palabra que describe mejor tus horas de esclavo. Sin embargo, ahí tienes como alguien te reclama, como alguien aguarda tras la hoja de madera, un amigo quizá o, quizá, un desconocido.

Tú sabes que por dentro eres un hombre pequeño, un hombre encerrado en carne cobarde y, quizá, cansada. Unos días vivir es una llama y, otros, algo demasiado largo que te coge por el cuello. La monotonía es, quizá, la que te ahoga, y la soledad, que siempre desemboca en miedo. ¿Cuántas veces te has hecho el propósito de cambiar? Desde mañana, esto. Desde mañana, lo otro. Pero ni los ricos lo consiguen, aunque a ti te da la sensación de que ellos sí podrían.

Hay un mundo maravilloso por ahí. Se vislumbra en las películas y se roza en algunos libros, ¿verdad? Están las aventuras tremendas en las que tú puedes sonreír porque sabes que llegarás salvo hasta el final, hasta los brazos de la chica. Y las islas de cocoteros, donde el sol es una joya y el cielo tan azul como el de los anuncios. Y también hay lealtad y alegría y amor... Pero tú tienes un trabajo, que no es malo, desde luego, pero es un trabajo: no sólo vendes tu tiempo y tu inteligencia, sino que estacionas tu vida, la dejas en la entrada cada mañana y la recoges después, como a un abrigo que se va haciendo viejo.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
7 págs. / 13 minutos / 115 visitas.

Publicado el 20 de mayo de 2017 por Edu Robsy.

Dios Proveerá

Arturo Robsy


Cuento


El sol despuntó por levante, en cumplimiento estricto de las instrucciones del Director General de Universos. Una vez expulsada el alba del espacio, comenzó a irradiar rayos arrancados de los cuadros de Fra Angélico. La mayoría se limitaban a dorar la cúpula de San Pedro, sin más aspiraciones que aportar una nota colorista al paisaje romano. Uno, sin embargo, se filtró por la cristalera del oratorio y, dibujando un clarísimo haz en la penumbra, cayó sobre el Santo Padre que, en su reclinatorio, oraba por el mundo.

Era su actividad habitual a aquella hora. En modo alguno sabía que aquel día se cumplían los tiempos. Sólo el Buen Dios y su Estado Mayor conocían que en aquella dorada mañana el mundo cumplía mil millones de años. Un soplo en la eternidad, visto desde arriba, pero un rosario de milenios cuando se consideraba pie a tierra.

El rayo que se filtraba, solitario, en la capilla particular del Papa, no era casual. Por él, con una sonrisa, descendió el Angel. Días después, y valiéndose de otros métodos, bajarían los arcángeles a dar los trompetazos del juicio final y despertar así a las conciencias, anestesiadas por el siglo de la materia pura.

Pero el de aquella mañana sólo venía con la intención de dar el aviso: en opinión del Director General de Universos, el Sumo Pontífice era un personaje fundamental en la comedia que iba a representarse: nada menos que la Resurrección de la Carne y el Juicio Universal.

Los ángeles, normalmente invisibles cuando viajan a bordo de rayos de sol, tienden a hacerse sólidos en la penumbra de los oratorios para que su voz no produzca sobresaltos a los corazones puros. Un corazón puro que creía en el Dios Trino y en la Comunión de los Santos, pero que no tuvo más remedio que sospechar de una presencia angélica tan de mañana. Se inclinaba peligrosamente a aceptar antes la posibilidad de una jugarreta. De los sentidos o de un cardenal juguetón.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
6 págs. / 11 minutos / 113 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Gloria del Camino

Arturo Robsy


Novela corta, cuento


Mucho ojo:

La Gloria del Camino (Serie: Alarma: ¡Peligro Azul!), es un razonamiento múltiple de unos múltiples hombres que saben lo que quieren, a diferencia de sus gobernantes. Su gloria, hermosa y azul, está en la sonrina, en la resistencia tanto al desengaño como al engaño, en su esfuerzo continuado, en su dignidad y, en suma, en todas esas ideas grandes y sentidas que, dentro de unos años, se llamarán, con honor y respeto, Resistencia Española, cuando ya las profecias se hayan cumplido, estén a buen recaudo los ladrones, escarnecidos los perjuros y justamente castigados los que se ensucian las manos en este caos nihilista, inmoral y necio, a que nos somete la Clase Explotadora: La Clase Política.

Dedicatoria

A los Hombres. No a todos los hombres. Solamente a los que lo son.

La frase

Todo el mundo pone la protección de sus escritos en manos de un pensamiento con famosa firma. Cúmplase la norma: «Se heroico y serás eterno, vive a la fama y serás inmortal. No hagas caso, no, de esa material vida en que los brutos te exceden. Estima, sí, la de la honra y de la fama y entiende esta verdad, que los insignes hombres nunca mueren.»

Carta y prólogo

que escribe el Jefe de la Centuria del Amanecer al autor


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
54 págs. / 1 hora, 34 minutos / 112 visitas.

Publicado el 15 de julio de 2020 por Edu Robsy.

El Antifeminista

Arturo Robsy


Cuento


"Una mujer es una maravilla, pero es preciso acostumbrarse a ella".

—Aforismo grabado en Chichén Itzá.
 

Don Julián golpeó la mesa del casino con el puño; se hubiera puesto rojo de ira de permitírselo el médico, pero su presión arterial era demasiado elevada y tuvo que dejarlo correr.

—No hay derecho —dijo. Las mujeres de hoy en día no son mujeres ni son nada.

Los compañeros le dieron la razón: quién más quién menos tenía una esposa, una novia, o una hija de las que se ponen pantalones (¡Qué ricas!) y fuman tabaco negro.

Don Julián, satisfecho, se lanzó a una exploración del mundo femenino y afirmó que el destino de la mujer era:

a) El Matrimonio.
b) La cocina.
c) Las zapatillas del marido. Y
d) La cama.

Ideas que, por lo antediluvianas, resultaron ser originales en un mundo tan progresista como el nuestro.

Posteriormente, Don Julián arremetió contra las modas en general y contra los modistos en particular:

—Se visten para estar más feas —decía. Y es que a él, como a casi todos, le gestaban más desnudas.

Y luego elucubró largamente sobre las carnes femeninas: En sus tiempos —opinaba— una mujer necesitaba kilos y no los ojos pintados. Hoy en día están tan flacas que el primitivo encanto de las caderas opulentas y los pechos abultados se ha perdido.

Aquí hizo un inciso —nuevo puñetazo sobre la mesa— y, aprovechó para dedicar sus florilegios a otros individuos:

—¿Y de quién es la culpa? —preguntó—. ¡De la juventud! ¡Y de los médicos!. "Kilos de menos, años de más", dicen... ¡Bah!

Y es que Don Julián era un inconformista convencido que, puestos a embestir, no respetaba ni la ciencia: él —en suma— lo que deseaba era volver a los tiempos de su juventud, cuando las "Chicas Topolino" lucían sus bien distribuidas carnes y no sabían nada de dietética.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
3 págs. / 6 minutos / 111 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2019 por Edu Robsy.

El Colgado

Arturo Robsy


Cuento


Colgaron al Chino en la hacienda española. Quería llevarse una vaca y los hombres estaban alterados. Aquí hay siete millones de vacas, muchas más que hombres, y ninguna para el Chino. El español lo descolgó por obra de misericordia. El español había venido de otro mundo más viejo y trabajaba para una gran compañía extranjera que exportaba semillas y dólares. Además, tenía muchas reses en las dos mil hectáreas del Alto Paraná, próximas a Itaipú. Lo vigilaba todo en avión, porque los negocios hoy tienen alas, pero no fue él quien vio al Chino. Fueron los hombres.

—Rellena pollas. —le dijo el español cuando Chino volvió a poner los pies en el suelo.— Si te toca, compras la vaca.

—Vete a coger. —respondió el ahorcado. Pero agradecía.

El cuello, aunque quedó más largo, le dejó de doler pronto. Otras cosas, no. El sábado había llegado al rancho muy tomado y lo pegó la mujer. El domingo, mientras las ideas regresaban, arrastrándose, a su cabeza en brumas, lo echó la hembra. Así el Chino vagó el lunes. El martes, andando lejos, vio la vaca y la cogió. Un instinto de soledad o un dolor de mal cariño enconado.

El Chino, sin casa y sin familia, no se quejaba de la cuerda. Ni de la mujer. Era él, que no tenía una misión en la vida. Era él, que no sabía estar solo ni estar siquiera. Su abuelo nació para morir en la Guerra del Chaco. Su padre, para construir Ciudad Stroessner y padecer de la tuberculosis en un hospital de caridad. El, para que le echaran del ranchito después de que le pegara la misma mano que lo tocaba cuando la noche valía. A veces.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
4 págs. / 7 minutos / 99 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Invertidos

Arturo Robsy


Cuento


Después de la vigésima cerveza dieron las dos de la madrugada. Las dos pasaron por entre el humo de la whiskería como pisadas de muerto. Pero Quico no participaba ya de las sensaciones. Sólo una señal de alarma en la vejiga puso en marcha ciertos tropismos que le condujeron al lavabo. Allí vio a un gitano que empujaba contra la pared a un joven de mal aspecto. Había una «papelina» en su mano izquierda y una navaja en su derecha.

—¿Pasa algo? —preguntó Quico, que se había formado esa opinión pero no podía estar seguro a causa de la cerveza.

El gitano lo cogió por las mejillas y apretó hasta que Quico enseñó los dientes como un caballo. Muy humillante. Y, como flotaba en un mar de espuma de cebada, le pareció oportuno soltar la mano.

El golpeado al menos tuvo la sensatez de plegar la navaja. Con ella apretada para dar solidez al puño, dio una paliza a Quico. El, recibiendo, oía voces que decían «no» y «por favor». Cuando supo que eran las suyas, estaba ya caído en el suelo. Sangrando y avergonzado.

Lo encontraron minutos después y lo sacaron a la calle con asco. Olía a sangre, cerveza y orines. También tenía, aunque eso no se veía bien, un pómulo roto y una herida larga, desde el rabillo del ojo hacia la oreja.

Apoyado contra la pared, vio salir a dos. «Ayuda», les dijo. Le costaba pedirla, pero más a ellos darla.. Lo dejaron que sangrara, en la convicción de que esa sangre era tan desinfectante como el alcohol.

—Tengo —se dijo, espoleado por varios dolores— un verdadero problema con la cerveza.

Lo consideró, en la intimidad de su alma, y decidió ser valiente:

—...Con la bebida. —rectificó— Soy un borracho. Joven, bien situado, pero borracho.

La mujer, tras liarse con su tercer amante, lo había dejado no sin antes derramar sobre él unos toques de ternura femenina: «Eres un desgraciado». Lo era, pero sonaba mal.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
3 págs. / 6 minutos / 98 visitas.

Publicado el 11 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Canción de Acero

Arturo Robsy


Cuento


LA NO MUERTE D'ARTÚS

Aquí se habla de hoy y de mañana. No de ayer. De hombres, acero y piedra.

El mundo solo, nublado, dormido. La Gran Espada clavada en la piedra viva y un joven que la empuña y la saca de su encierro: el mundo se estremece. Todo empieza.

Piedra solitaria.

De la espada se ha hablado. De la piedra viva, pura luz de manantial, nunca. Y era el soporte de un mundo nuevo, el cimiento de otra edad.

—¿Cómo era la piedra? — preguntaron, mucho después, al joven los que jamás la vieron.

—Era — explicó— sílex cóncavo y vibraba como una palabra que se va a decir.

Mago.

El mago, impaciente tras años de tanta y repetida historia, gritó tras la gran mesa:

—¿Es que nadie entenderá al fin que el hierro nace de la piedra y el acero bruñido de la luz? ¿Habrá que decir, de nuevo, que el pedernal, la más dura piedra, sólo existe porque el acero es lumbre?

Rey.

—¿La espada me hace Rey, mago?

—¡Qué juventud! La espada te obliga a ser hombre. Y sólo el hombre es rey.

—¿Rey de qué?

El aire quedó en suspenso: La brisa y el pedernal, el acero y el agua escuchaban:

—Sólo es posible ser rey de una cosa: de Justicia. Y, de uno mismo.

Acero.

Artús es rey. Tiene la espada del Rey, sacada de la piedra antigua y cóncava: entrambas son la Unión de ayer y hoy, de lo moderno y lo antiguo.

Pero es rey de un reino de uno. Menos que eso quizá, porque ni se domina ni se vence. No tienen razón mejor salvo el brillo del acero, cuando lo levanta al sol. Tampoco tiene verdad para llenar un estandarte.

El tiempo nuevo.

Algunos cómites, en la hora miserable del reino dividido y discorde, quieren ver al muchacho que, al sacar la espada hundida en la noche del sílex, venció a la piedra y es rey del nuevo tiempo.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
38 págs. / 1 hora, 7 minutos / 98 visitas.

Publicado el 13 de julio de 2016 por Edu Robsy.

12345