Textos más populares esta semana de Arturo Robsy etiquetados como Cuento disponibles | pág. 15

Mostrando 141 a 150 de 154 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Arturo Robsy etiqueta: Cuento textos disponibles


1213141516

¡Canta, Compadre, Canta!

Arturo Robsy


Cuento


A Vicente M., redomado golfista, con admiración


—¡Las diez y misión cumplida! ¿Estamos todos aquí? ¡Quién sabe! A ver: Antonio (¡Presente!), Juan (¡Servidor!), Cristóbal (¡Cómo éste!), Pedro...

—¡Pedro!

—Que no, que no está Pedro. Pero, ¿cómo es eso? Si hace un momento que le vi hablando con Juan.

—Eso era ayer, tú.

—¿Ayer? ¡Hay que ver cómo pasa el tiempo!

—No importa, ¿verdad? Somos bastantes. Así está bien. Somos uno, dos, tres, cuatro y cinco.

—Pero, ¿qué hacemos?

—¡Qué hacemos! ¡Qué hacemos! ¡Punto redondo!

—¿No son las fiestas? Pues a divertirnos. Compraremos espantasuegras y trompetas y gorros de papel y pelotas con elástico, y nos divertiremos.

—También hemos de subir en los autos de choque.

—Y a ese balancín. Cuando sube se te revuelven las tripas de una manera...

—Pero, ¿a qué hora iremos al baile?

—Hay tiempo para todo, ¿no?

—Pues, hale, a por el espantasuegras (matasuegras tendría que ser, matasuegras).

Caminamos por la calle mayor en busca de la primera "turronera", que a saber por qué se llamará así, porque, de turrón, nada. Calle Mayor abajo, con buena alegría en la cabeza y divertido sonar de la calderilla en los bolsillos.

El ciudadano Antonio es el primero en desmandarse.

—¡Me cisco en los espantasuegras! ¿No veis que Casa Manolo está abierto?

—¡Eso! Lo primero es tomar un buen gin.

—Claro que sí.

Lo primero y lo último, porque sabe Dios el gin que hemos trasegado entre los seis durante el día... Perdón: los cinco, porque Pedro ha desaparecido. No importa. Casa Manolo tiene la virtud de tranquilizar las más rebeldes conciencias.

Cristóbal canturrea a mi lado mientras esperamos la vez:

—Amur, Amarillo y Azul; Bramaputra, Ganges e Indo.

—¿Y eso?


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
5 págs. / 9 minutos / 40 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2022 por Edu Robsy.

En Vuelo

Arturo Robsy


Cuento


Para Isabel, mi novia, en su cumpleaños


—Los aviones de ahora tienen muy poco que ver con el que utilizaron los hermanos Wright en su primer vuelo —esto es lo que dice alguien detrás de mí, en la sala de espera del aeropuerto donde todos aguardamos nuestra hora.

Continúa la voz:

—Volar es hoy en día lo más fácil y lo más seguro; sin embargo el hombre no se ha acostumbrado todavía, hay algo horrible en el conocimiento de que tres o nueve kilómetros de aire te separan de la querida tierra...

No presto ya atención. España es el país de los filósofos de circunstancias, de los individuos que aprovechan cualquier ocasión para explicar y explicarse su particular forma de entender las cosas; de los barbianes que leyeron tal noticia en una revista y la comentan infinitas veces después, como si el mérito de tal nuevo motor aéreo o de tal mecanismo de seguridad fuese absolutamente suyo. Donde se reúnan más de dos papanatas admirativos siempre aparecerá uno de estos informadores voluntarios dispuesto a hacerles comprender lo bueno y lo grato y lo asombroso que es vivir en 1973, al amparo de la potente tecnología de "nuestros" científicos.

La sala de espera, entretanto, se ha ido poblando de personitas pensativas. Hablan quedamente, vigilando al vecino más cercano, y sonríen, casi misteriosas, a quienes subieron a despedirlas. El ritual de las manos de los viajeros merece también un apartado:


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
7 págs. / 12 minutos / 40 visitas.

Publicado el 13 de mayo de 2022 por Edu Robsy.

Floresta Varia de Añagazas, Industrias y Trápalas (II)

Arturo Robsy


Cuento


—De cómo las experiencias dan de todo menos experiencia.

—De cómo unos quieren vivir en paz y otros no les dejan.

—De como cuanto más se mira menos se ve la solución, e inútilmente se indignan los buenos hombres y las mujeres buenas.

—De cómo, después de todo, Dios premiará a los buenos y castigará a los malos pero, desgraciadamente, demasiado tarde.


(Nuevas confidencias)


Primer caro. De casas con truco.

Don Juan tiene un solar grande y desea hacerse una buena casa. Y he aquí que acude a Rafael (el mismo Rafael de otras veces), que le dice que de allí le saldrá un palacio más que una casa y, naturalmente, la cabeza de don Juan se llena de alegres perspectivas.

Llega el aparejador y toma las medidas. Después, habla con don Juan y deciden como quiere la casa y con cuántas habitaciones. A su debido tiempo los planos están listos: no son —desde luego— los que corresponderían a un palacio, pero puede pasar, salvo...

—¿Por qué es tan grande el patio? —pregunta Don Juan.

El aparejador (porque el arquitecto no ha aparecido a causa del trabajo) explica que hubo un error en la interpretación de las medidas (no explica de quién, pero don Juan lo sospecha) y que se les perdió un metro.

—Pero no merece la pena cambiarlo todo por un metro —dice—. Así queda muy bien y el patio, al ser mayo, tendrá más sol.

Don Juan no tiene ganas de enfadarse. Y, además, ¿qué importa un metro? Los futuros inquilinos saldrán ganando y los niños lo agradecerán, ¿o no?

Los planos caen en las manos de Rafael que, según su costumbre, pone a tres de sus peones en la obra y se marcha sabe-Dios-hacia-donde; en todo caso a un lugar desde el que no se pueda vigilar la construcción.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
6 págs. / 11 minutos / 39 visitas.

Publicado el 16 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Tres Finales para un Cuento

Arturo Robsy


Cuento


La historia —ésta, al menos— empieza así:


"El hombre exclamó: esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Génesis, 2, 23).


"Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, sin avergonzarse de ello" (Génesis, 2, 25).


"Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él sabiduría y tomó su fruta y comió y dio también de él a su marido, que también con ella comió" (Génesis, 3, 6).


Se trata, pues, de una triste y larga historia que ha tenido muchos finales, ninguno definitivo, ninguno excesivamente distinto. Se trata del primer pecado de la humanidad, que no fue la desobediencia, que no fue el orgullo, sino el hecho claro y contundente de que Adán y Eva no estaban casados. Así, como suena: no realizaron más ceremonia que la de buscarse un rinconcito donde experimentar sus anatomías.

Ignoro si hemos mejorado o no desde aquel entonces. Ellos no estaban casados, sí, pero es que no podían estarlo, porque, siendo los dos únicos seres humanos de la Tierra, ¿quién iba a oficiar? Ahora, en cambio, hay oficiantes y, aún así, son muchos los que siguen prefiriendo el sistema de Adán y Eva, y son más todavía los que vienen a estar desnudos y a ser una sola carne sin experimentar ni vergüenza ni intranquilidad.

El cuento que pretendo explicarles no es el de que Adán y Eva comieran de la manzana, sino la especial circunstancia que les permitió llegar a hacerlo, a saber: que eran hombre y mujer y estaban solos a merced de su mundo, a merced de su carne y a merced de su demonio. Visto así, éste es un cuento que nunca termina.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
6 págs. / 10 minutos / 39 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2022 por Edu Robsy.

Es Gorg d'Albranca

Arturo Robsy


Cuento


Es Gord d'Albranca

leyenda moruna

La nuestra, Menorca, es una tierra de amplias resonancias islámicas que dejaron, además de puntos esenciales en nuestro carácter, bellas leyendas que nosotros conservamos.

Una de ellas es esta de Es Gorg d'Albranca, que nos ha llegado, quizá, un poco transformada en lo que se refiere a su valor primitivo.

Examinándola detenidamente nos damos cuenta de lo extraño de la actitud de un padre, el Rey Moro de Ses Coves Gardes, que arroja a la Hoya del terrente a su hija "casadera". Aquellos que son padres y, más aún, aquellos que tienen hijas casaderas que les piden dinero "para esto" o "para lo otro", que les aburren con las descripciones detalladas de "lo que llevaba Puri" o "el coche tan fantástico que se ha comprado Gabriel (Biel)", comprenderán muy bien lo lógico de un padre que no permita casarse a su hija. Otros lectores, impuestos en la sociedad y la cultura islámica de aquellos siglos, observarán otra contradicción todavía más chocante: su significación económica.

"Para un padre moro (al contrario que ahora) tener una hija era un interesante negocio de compraventa, muy semejante al de un tratante. Desde su nacimiento hasta los trece años (a veces también antes) las moritas se encargaban de arreglar la casa, cocinar, lavar los platos y demás asuntos femeninos solo en las horas libres que les dejaban las faenas del campo, donde trabajaban como uno (o una) más. Esto hacía que amortizasen con creces lo que se comían y los sacos con los que tapaban su cuerpo. Llegados a la pubertad, su padre les regalaba un velo y las llevaba, cuidadosamente envueltas, de visita a la casa de un vecino. Allí se ultimaban las conversaciones y se firmaba el contrato, pues es sabido que los vecinos no se cansaban nunca de contraer matrimonio".


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
7 págs. / 13 minutos / 38 visitas.

Publicado el 10 de julio de 2021 por Edu Robsy.

Tírese Después de Usar

Arturo Robsy


Cuento


A no es siempre A (salgo en algunos momentos).

C no es A (hasta que se demuestre lo contrario).

B coincide siempre con A y con C.

Éste es el cuento: un imposible lógico.

(Recuerden: A no es no-A. Si C no es A, B=A no puede coincidir con C. B no puede ser más que B).

Y, sin embargo, uno puede ilustrar el cuento anterior a fin de que la lógica clásica (tan "clásica" como la trirreme) medite largamente.

Imaginen el Buen Hombre que se casó a los veintiocho años, justo en cuanto tuvo apañadito lo porvenir. De eso, por supuesto, hace ya otro veinte. Procedente de un pueblo urbano, sus alternativas estaban entre la "industria" y los "servicios". En la industria, jamás hubiese llegado a gerente; ni siquiera a segundo contable. Y eso lo sabía él. En la industria no se asciende (casi nunca) a las oficinas desde las máquinas. El siervo del acero, como recompensa, cambia de aparato y su escala va desde los más simples e incómodos, casi manuales, a los automáticos y semi-perfectos artilugios que sólo por compromiso tienen a un hombre delante. Después se interrumpe el escalafón. Y, sin máquina ya, uno se convierte en encargado, jefe de sección, de taller o capataz. No más. No queda, por cierto, el tiempo suficiente.

En los servicios, las cosas van de otro modo. Existe realmente una posibilidad de promoción. Existe un escalafón más o menos rígido y ésta es la tabla de náufrago de muchos que, en otras condiciones, hubiesen sido devorados por la máquina.


Leer / Descargar texto

Dominio público
6 págs. / 10 minutos / 38 visitas.

Publicado el 18 de julio de 2021 por Edu Robsy.

Los Cazadores de Osos

Arturo Robsy


Cuento


Menorca, la bien arbolada, era una isla demasiado boscosa para el gusto de muchos campesinos que, poco a poco, la fueron talando para conseguir nuevas tierras de cultivo. Era Menorca tan pequeña que un palmo de terreno era indispensable para sembrar en él el trigo que los hombres se comerían vuelto pan, o el forraje que los hombres guisarían vuelto vaca.

Con esto fueron menguando los bosques, pero todavía eran formidables y espesos, porque el campesino se conforma con lo necesario y sólo mata en último extremo. Además, los labradores comprendían que aquellos árboles, casi azules, algodonosos, les sujetaban la tierra y les protegían los cultivos del díscolo Viento del Norte que, desde que la Isla fue Menorca, se había obstinado en arrancarla de su lugar a fuerza de grávidos soplidos.

Pero los hombres que durante tanto tiempo habían temido al bravucón Mediterráneo, aprendieron por fin la forma de dominarle por completo y se hicieron marineros. Y, por el mar, descubrieron el comercio, y, por el comercio, la riqueza y por la riqueza, volvieron sus ojos contra el bosque y decidieron que él se la proporcionaría toda de golpe.

Así comenzaron las grandes talas. Las cuadrillas empezaban al amanecer afilando las segures con sus piedras rojas, y, hasta la noche, en el bosque no se oía más que el ruido de las hachas cayendo contra las indefensos troncos rugosos, las voces "¡madera!" y el desgarrarse y troncharse de los árboles que caían abatidos.


Leer / Descargar texto

Dominio público
6 págs. / 10 minutos / 38 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Penúltima Historia

Arturo Robsy


Cuento


El viejo Zeus, desde lo alto del Olimpo, miraba pensativo el universo y recordaba con nostalgia aquellos viejos tiempos en los que era llamado el padre-de-los-Dioses-y-los-Hombres... ¡Inútiles cosas cuando sólo el dorado Olimpo prevalecía el caos! Y, además, Zeus se sentía demasiado viejo para volver a empezar de nuevo; por eso una lagrimita plateada se le descolgaba a intervalos de los pesados párpados y, por los surcos de las mejillas, se le perdía en la venerable barba.

—El padre Zeus está triste —decía en el Olimpo—. ¿Qué le pasará al padre Zeus?

Él, que fue tan alegre y dicharachero; él, cuyas disputas con Hera fueron el regocijo de todos; él, en fin, famoso mujeriego y renombrado juerguista... El dios con más parentela (legítima) que recuerdan las crónicas... ¡Pobre Zeus triste! ¡Pobre dios sumergido en sus angustias! Y es que se encuentra sólo; es que está asistiendo al fracaso de toda su obra, al hundimiento de la creación ésa donde había puesto sus mejores ilusiones y sus mayores esperanzas.

El Olimpo entero se hace lenguas del tenebroso talante del padre Zeus:

—El padre Zeus está triste —dicen—. El padre Zeus llora.

Temen, quizá, por su salud. La cara agrietada se le oscurece y sus barbas eternamente jóvenes son ahora canas. El padre Zeus es viejo, de acuerdo, pero siempre lo ha sido y sin embargo nunca se dejó vencer por el peso de la edad y el dolor del tiempo. Y es que el padre Zeus, después de tanta lucha, saborea su fracaso y nota el sabor de la desdicha sobre sus labios.

En esto llega hasta él Apolo, el guapo hijo que le nació de Leto hace milenios. Apolo, como todos, ha perdido el encanto de la juventud. El pelo, que fue rubio, pinta ya borrascosas nieves, y la esbelta línea de su cintura se ha espesado y retorcido. También, a la nueva usanza del Olimpo, gasta bigote caído y lacio que le marca el rostro con un indefinible aire de pena.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
6 págs. / 11 minutos / 38 visitas.

Publicado el 24 de abril de 2022 por Edu Robsy.

La Madre; El Hogar; El poeta; y No Era Amistad

Arturo Robsy


Cuento


La madre

—Dime, ¿es niño o niña?

—Mujer, ten calma.

Lavado y fresco se lo traen: un niño. ¡Qué hermoso es verle así, callado, con la piel tierna y arrugada y las manitas de estampa!

—Un niño, pequeña: Mamá... ¿qué efecto te hace este nombre?

Y ella calla: por ahí hay gente mala y su hijo es tan pequeño... Un día soportará una burla; otro, una bofetada, y, de caída en caída, pasará por profesores, por amigos, y conocerá la soledad y la tristeza.

Después, la novia, los licores... Un poco más todavía y, quizá, la guerra para morirse joven o...

—Mujer, ¿qué te pasa?

La madre abre un poco los ojos y aprieta suavemente al hijo.

—Menos mal que no ha sido una muchacha.

El hogar

Hoy es un día feliz: ahora, los cuarenta años y, por la mañana, su mujer le ha besado y sus niños, antes de ir a la escuela, le han dicho un indiferente "felicidades, papá", porque la madre les ha aleccionado.

Cuarenta años. Bien: una fecha para hacer balance y sacar el saldo de su vida. Con el puro y el diario entre las manos, comienza. Realmente no se puede quejar: vive bien en una casa cómoda; tiene una mujer hermosa que envejece y unos hijos sanos.

La historia... ¡hum! Es difícil recordar los pormenores: hay, desde luego, momentos luminosos bien grabados pero, a continuación, sombrías lagunas en la memoria. Sí: de niño, con pantalón y peto, paseando por el puerto en una barca, y su padre, con bigotes, hurgando en el motor, enrojecida la cara.

Una herida, sangre, el médico principiante que cose con sus agujas curvas y él, sobre la mesa, llorando de pura rabia.

Un cierto juego de médicos con alguna vecinita.

Una pedrada; la antigua pandilla de amigos de la guerra donde él era, alguna vez, comandante.

Un religioso repitiendo: Brahmaputra, Ganges e Indo, y haciendo sonar la carraca.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
5 págs. / 8 minutos / 38 visitas.

Publicado el 13 de mayo de 2022 por Edu Robsy.

Noche de Ánimas

Arturo Robsy


Cuento


Este cuento debe ser leído a solas y de noche.


Es Noche de Ánimas. Hay humo en la taberna. Las conversaciones zumban de rincón a rincón, miden los oídos, exploran los recuerdos y ponen no sé qué vibración de oscuridad y cansancio en el aire.

El tabernero espabila una candil, se dirige al bocoy más negro con un pichel en la mano. Fuera, airecillo fresco de noviembre, humedad de relente y noche. Las más de las casas están cerradas a piedra y lodo. Ninguna luz brilla tras las contraventanas prietas. Nadie canta y, por una vez, los precavidos borrachos renuncian a sus correrías inseguras y vociferantes.

Juan (en Joan, si lo preferís) calienta el vino grueso entre sus manos y mira a la moza de la taberna: muchacha joven y rolliza que, se inclina sobre la pila para enjugar los vasos, le enseña bonitas redondeces por el escote abajo.

Bebe su vino y sonríe. La moza le devuelve el gesto y, muy segura de su cuerpo, dobla aún más el espinazo. Fuera, el airecillo fresco del noviembre que se estrena, y la humedad del relente y la noche toda, a oscuras, en silencio, amplía.

Apetece más mujer que vino. Mejor ansía plácidos suspiros y crujir de sábanas blancas y calientes; el olorcillo a cuerpo y a caricias que llena los dormitorios alegres... ¿Quién sabe si la moza...? Sueños son, en cualquier caso; aventuras del pensamiento que se terminan donde empieza el primer escalón que da a la calle.

—Noche de Ánimas hoy —dice alguien a su lado.

—No tengo yo muertos —regruñe.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
5 págs. / 10 minutos / 37 visitas.

Publicado el 26 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

1213141516