Pesquisa Trágica
Baldomero Lillo
Cuento
Una tarde, al finalizar el verano último, mientras conversábamos con un amigo, cómodamente arrellanados en un escaño de la solitaria plaza del pueblo, un hombre vestido con la característica indumentaria del huaso: sombrero alón, zapatos de taco alto, pantalones bombachos y amplio poncho de vicuña, vino a sentarse no lejos del sitio donde nos encontrábamos. Muy joven, de elevada estatura, su rostro, hermoso por la corrección de sus líneas, estaba, exceptuando el fino y rubio bigote, cuidadosamente afeitado. Sin embargo, a pesar de su belleza varonil aquel semblante no despertaba, al contemplarlo, simpatía alguna. Había en su expresión y en el mirar solapado de sus verdes ojos, algo falso y repulsivo que no predisponía en su favor.
Mi acompañante, al verme absorto en la contemplación del desconocido, me preguntó en voz baja:
—Te llama la atención el sujeto, ¿no es verdad?
—Si —repuse—, arrogante es el mozo, pero no quisiera encontrarme con él sin testigos en un camino solitario.
—Tal vez no andes descaminado en tu apreciación, porque las historias que se cuentan de él no tienen nada de edificantes.
—¿Tú lo conoces, entonces?
—Si, y voy a relatarte un acto que se le atribuye y que lo pinta de cuerpo entero.
Y ahí, bajo los frondosos árboles del paseo, mi amigo me refirió la siguiente historia que voy a tratar de reproducir con la mayor exactitud posible.
Dominio público
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Publicado el 30 de septiembre de 2023 por Edu Robsy.