Textos más populares este mes de Benito Pérez Galdós disponibles | pág. 4

Mostrando 31 a 40 de 101 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Benito Pérez Galdós textos disponibles


23456

Madrid

Benito Pérez Galdós


Conferencia


¡Oh Madrid! ¡Oh corte! ¡Oh confusión y regocijo de las Españas!… La conferencia que me encargasteis, señores y amigos, llega á vuestros oídos con retraso de seis á ocho lustros, porque el triste conferenciante que habéis elegido para esta solemnidad no puede hablaros de lo que ve, sino de lo que vió; y en él se da el caso singular de que la Voluntad y la Inteligencia, ambas rendidas al cansancio, se inhiben totalmente, traspasando sus funciones á la Memoria, tanto más lozana cuanto más vieja, y siempre atisbadora y charlatana.

Si vosotros oís mi disertación en este suntuoso recinto, erigido para mayor esplendor de la corporación insigne, yo me tomo la licencia de hablaros desde el Ateneo viejo, que es mi Ateneo, mi cuna literaria, el ambiente fecundo donde germinaron y crecieron modestamente las pobres flores que sembró en mi alma la ambición juvenil.

Aquel caserón vetusto, situado en una calle mercantil, empinada, de ruin aspecto y tránsito penoso, permanece tan claro en mi mente como en los días venturosos en que fué altar de mis ensueños, descanso de mis tardes, alegría de mis noches y embeleso de todas mis horas.

El largo y ancho pasillo; la modesta biblioteca; el salón llamado Senado; las salas de lectura, irregulares y destartaladas; la cátedra dificultosa y entorpecida por pies derechos de madera forrados de papel; la Cacharrería y demás gabinetes interiores de tertulia no se pueden olvidar por el que vivió largos años en aquel recinto, aparejado con derribo de tabiques y adherencia de feísimos pegotes, sin más luces que las de la calle y patios lóbregos.

Si en la memoria vive el local, ¿qué decir de los hombres que en un período de veinte ó más años allí moraron espiritualmente, allí disertaron, desde allí dieron luz, fuerza y calor á la sociedad española, encaminándola al estado de cultura en que hoy se encuentra?


Leer / Descargar texto

Dominio público
15 págs. / 27 minutos / 476 visitas.

Publicado el 10 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

Nazarín

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

I

A un periodista de los de nuevo cuño, de estos que designamos con el exótico nombre de repórter, de estos que corren tras de la información, como el galgo a los alcances de la liebre, y persiguen el incendio, la bronca, el suicidio, el crimen cómico o trágico, el hundimiento de un edificio y cuantos sucesos afectan al orden público y a la Justicia en tiempos comunes, o a la higiene en días de epidemia, debo el descubrimiento de la casa de huéspedes de la Tía Chanfaina (en la fe de bautismo Estefanía), situada en una calle cuya mezquindad y pobreza contrastan del modo más irónico con sus altísono y coruscante nombre. Calle de las Amazonas. Los que no están hechos a la eterna guasa de Madrid, la ciudad (o villa) del sarcasmo y las mentiras maleantes, no pararán mientes en la tremenda fatuidad que supone rótulo tan sonoro en calle tan inmunda, ni se detendrán a investigar qué amazonas fueron esas que las bautizaron, ni de dónde vinieron, ni qué demonios se les había perdido en los Madroñales del Oso. He aquí un vacío que mi erudición se apresura a llenar, manifestando con orgullo de sagaz cronista que en aquellos lugares hubo en tiempos de Mari—Castaña un corral de la Villa, y que de él salieron a caballo, aderazadas a estilo de las heroínas mitológicas, unas comparsas de mujeronas que concurrieron a los festejos con que celebró Madrid la entrada de la reina doña Isabel de Valois. Y dice el ingenuo avisador coetáneo, a quien debo estas profundas sabidurías: "Aquellas hembras, buscadas ad hoc, hicieron prodigios de valor en las plazas y calles de la Villa, por lo arriesgado de sus juegos, equilibrios y volteretas, figurando los guerreros cogerlas del cabello y arrancarlas del arzón para precipitarlas en el suelo".


Leer / Descargar texto


206 págs. / 6 horas, 1 minuto / 459 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Torquemada y San Pedro

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

I

Las primeras claridades de un amanecer lento y pitañoso, como de Enero, colándose por claraboyas y tragaluces en el interior del que fue palacio de Gravelinas, iba despertando todas las cosas del sueño de la obscuridad, sacándolas, como quien dice, de la nada negra a la vida pictórica... En la armería, la luz matinal puso el primer toque de color en el plumaje de yelmos y morriones; modeló después con trazo firme los petos y espaldares, los brazales y coseletes, hasta encajar por entero las gallardísimas figuras, en quien no es difícil ver catadura de seres vivos, porque la costra de bruñido hierro, cuerpo es de persona monstruosa y terrorífica, y dentro de aquel vacío, ¡quién sabe si se esconde un alma!... Todo podría ser. Los de a caballo, embrazando la adarga, en actitud de torneo más que de guerra, tomaríanse por inmensos juguetes, que fueron solaz de la Historia cuando era niña... En alguno de los guerreros de a pie, cuando ya la luz del día determinaba por entero sus formas, podía observarse que los maniquíes vestidos del pesado traje de acero, se aburrían soberanamente, hartos ya de la inmovilidad que desencajaba sus músculos de cartón, y del plumero que les limpiaba la cara un sábado y otro, en miles de semanas. Las manos podridas, con algún dedo de menos, y los demás tiesos, no habrían podido sostener la lanza o el mandoble, si no se los ataran con un tosco bramante. En lo alto de aquel lindo museo, las banderas blancas con la cruz de San Andrés colgaban mustias, polvorosas, deshilachadas, recordando los tiempos felices en que ondeaban al aire, en las bizarras galeras del Tirreno y del Adriático.


Leer / Descargar texto


194 págs. / 5 horas, 40 minutos / 292 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

La Conjuración de las Palabras

Benito Pérez Galdós


Cuento


Érase un gran edificio llamado Diccionario de la Lengua Castellana, de tamaño tan colosal y fuera de medida, que, al decir de los cronistas, ocupaba casi la cuarta parte de una mesa, de estas que, destinadas a varios usos, vemos en las casas de los hombres. Si hemos de creer a un viejo documento hallado en viejísimo pupitre, cuando ponían al tal edificio en el estante de su dueto, la tabla que lo sostenía amenazaba desplomarse, con detrimento de todo lo que había en ella. Formábanlo dos anchos murallones de cartón, forrados en piel de becerro jaspeado, y en la fachada, que era también de cuero, se veía, un ancho cartel con doradas letras, que decían al mundo y a la posteridad el nombre, y significación de aquel gran monumento.

Por dentro era mi laberinto tan maravilloso, que ni el mismo de Creta se le igualara. Dividíanlo hasta seiscientas paredes de papel con sus números llamados páginas. Cada espacio estaba subdividido en tres corredores o crujías muy grandes, y en estas crujías se hallaban innumerables celdas, ocupadas por los ochocientos o novecientos mil seres que en aquel vastísimo recinto tenían su habitación. Estos seres se llamaban palabras.

* * *

Una mañana sintiose gran ruido de voces, putadas, choque de armas, roce de vestidos, llamamientos y relinchos, como si un numeroso ejército se levantara y vistiese a toda prisa, apercibiéndose para una tremenda batalla. Y a la verdad, cosa de guerra debía de ser, porque a poco rato salieron todas o casi todas las palabras del Diccionario, con fuertes y relucientes armas, formando un escuadrón tan grande que no cupiera en la misma Biblioteca Nacional. Magnífico y sorprendente era el espectáculo que este ejército presentaba, según me dijo el testigo ocular que lo presenció todo desde un escondrijo inmediato, el cual testigo ocular era un viejísimo Flos sanctorum, forrado en pergamino, que en el propio estante se hallaba a la sazón.


Leer / Descargar texto


7 págs. / 13 minutos / 1.231 visitas.

Publicado el 1 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

El Terror de 1824

Benito Pérez Galdós


Novela


I

En la tarde del 2 de octubre de 1823 un anciano bajaba con paso tan precipitado como inseguro por las afueras de la puerta de Toledo en dirección al puente del mismo nombre. Llovía menudamente, pero sin cesar, según la usanza del hermoso cielo de Madrid cuando se enturbia, y la ronda podía competir en lodos con su vecino Manzanares, el cual hinchándose como la madera cuando se moja, extendía su saliva fangosa por gran parte del cauce que le permiten los inviernos. El anciano transeúnte marchaba con pie resuelto, sin que le causara estorbo la lluvia, con el pantalón recogido hacia la pantorrilla y chapoteando sin embarazo en el lodo con las desfiguradas botas. Iba estrechamente forrado, como tizona en vaina, en añoso gabán oscuro, cuyo borde y solapa se sujetaban con alfileres allí donde no había botones, y con los agarrotados dedos en la parte del pecho, como la más necesitada de defensa contra la humedad y el frío. Hundía la barba y media cara en el alzacuello, tieso como una pared, cubriéndose con él las orejas y el ala posterior del sombrero, que destilaba agua como cabeza de tritón en fuente de Reales Sitios. No llevaba paraguas ni bastón. Mirando sin cesar al suelo, daba unos suspiros que competían con las ráfagas de aire revuelto. ¡Infelicísimo varón! ¡Cuán claramente pregonaban su desdichada suerte el roto vestido, las horadadas botas, el casquete húmedo, la aterida cabeza y aquel continuo suspirar casi al compás de los pasos! Parecía un desesperado que iba derecho a descargar sobre el río el fardo de una vida harto pesada para llevarla más tiempo. Y sin embargo, pasó por el puente sin mirar al agua y no se detuvo hasta el parador situado en la divisoria de los caminos de Toledo y Andalucía.


Leer / Descargar texto

Dominio público
214 págs. / 6 horas, 15 minutos / 483 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

La Primera República

Benito Pérez Galdós


Novela


I

Venid acá otra vez, fieles parroquianos de estas páginas, y escuchad la voz de aquel buen Tito, entrometido indagador de cosas y personas, familiar diablillo que os entretuvo con la vaga historia del Rey saboyano; venid acá otra vez, y os contará cómo saltó España del trono mayestático al tablado de la República, las fatigas, desazones y horribles discordias que afligieron a esta Patria nuestra, tan animosa como incauta, y por fin, el traqueteo nervioso y epiléptico que la precipitó a su desdichada caída.

Reconocedme, soy el mismo: chiquitín, travieso, enamorado, con tendencias a exagerar estas cualidades o defectos, si es que lo son. Mi estatura parece que tiende a empequeñecerse más cada día; la agilidad de mi espíritu y de mis movimientos toca ya en lo ratonil, y en cuanto a mis inclinaciones y aptitudes donjuanescas, debo decir que vivo en constante combustión amorosa.

Ansío penetrar con vosotros en la selva histórica que nos ofrecen los adalides republicanos en once meses del año 1873, año de sarampión agudísimo del que salimos por la intensa vitalidad de esta vejancona robusta que llamamos España. La historia de aquel año es, como he dicho, selva o manigua tan enmarañada que es difícil abrir caminos en su densa vegetación. Es en parte luminosa, en parte siniestra y obscura, entretejida de malezas con las cuales lucha difícilmente el hacha del leñador. En lo alto, bandadas de cotorras y otras aves parleras aturden con su charla retórica; abajo, alimañas saltonas o reptantes, antropoides que suben y bajan por las ramas hostigándose unos a otros, sin que ninguno logre someter a los demás; millonadas de espléndidas mariposas, millonadas de zánganos zumbantes y molestos; rayos de sol que iluminan la fronda espesa, negros vapores que la sumergen en temerosa penumbra.


Leer / Descargar texto

Dominio público
214 págs. / 6 horas, 15 minutos / 656 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

La Fontana de Oro

Benito Pérez Galdós


Novela


Los hechos históricos ó novelescos contados en este libro, se refieren á uno de los periodos de turbación política y social más graves é interesantes en la gran época de reorganización, que principió en 1812 y no parece próxima á terminar todavía. Mucho después de escrito este libro, pues sólo sus últimas páginas son posteriores á la Revolución de Septiembre, me ha parecido de alguna oportunidad en los días que atravesamos, por la relación que pudiera encontrarse entre muchos sucesos aquí referidos y algo de lo que aquí pasa; relación nacida, sin duda, de la semejanza que la crisis actual tiene con el memorable período de 1820-23. Esta es la principal de las razones que me han inducido á publicarlo.

B.P.G.

Diciembre de 1870.

CAPÍTULO I. La Carrera de San Jerónimo en 1821.

Durante los seis inolvidables años que mediaron entre 1814 y 1820, la villa de Madrid presenció muchos festejos oficiales con motivo de ciertos sucesos declarados faustos en la Gaceta de entonces. Se alzaban arcos de triunfo, se tendían colgaduras de damasco, salían á la calle las comunidades y cofradías con sus pendones al frente, y en todas las esquinas se ponían escudos y tarjetones, donde el poeta Arriaza estampaba sus pobres versos de circunstancias. En aquellas fiestas, el pueblo no se manifestaba sino como un convidado mas, añadido á la lista de alcaldes, funcionarios, gentiles-hombres, frailes y generales; no era otra cosa que un espectador, cuyas pasivas funciones estaban previstas y señaladas en los artículos del programa, y desempeñaba como tal el papel que la etiqueta le prescribía.


Leer / Descargar texto


408 págs. / 11 horas, 54 minutos / 473 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Napoleón en Chamartín

Benito Pérez Galdós


Novela


I

El Sr. D. Diego Hipólito Félix de Cantalicio Afán de Ribera, Alfoz, etc., etc., conde de Rumblar y de Peña—Horadada, hacía en Madrid la siguiente vida:

Levantábase tarde, y después de dar cuerda a sus relojes, se ponía a disposición del peluquero, quien en poco más de hora y media le arreglaba la cabeza por fuera, que por dentro sólo Dios pudiera hacerlo. Luego daba al reloj de su cuerpo la cuerda del necesario alimento, como decía Comella, la cual cuerda pasaba aún más allá de la media docena de bollos de Jesús reblandecidos en dos onzas de chocolate.


Leer / Descargar texto


246 págs. / 7 horas, 11 minutos / 577 visitas.

Publicado el 5 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Torquemada en la Cruz

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

I

Pues señor... fue el 15 de Mayo, día grande de Madrid (sobre este punto no hay desavenencia en las historias), del año... (esto sí que no lo sé; averígüelo quien quiera averiguarlo), cuando ocurrió aquella irreparable desgracia que, por más señas, anunciaron cometas, ciclones y terremotos, la muerte de doña Lupe la de los pavos, de dulce memoria.

Y consta la fecha del tristísimo suceso, porque D. Francisco Torquemada, que pasó casi todo aquel día en la casa de su amiga y compinche, calle de Toledo, número... (tampoco sé el número, ni creo que importe) cuenta que, habiendo cogido la enferma, al declinar la tarde, un sueñecito reparador que parecía síntoma feliz del término de la crisis nerviosa, salió él al balcón por tomar un poco el aire y descansar de la fatigosa guardia que montaba desde las diez de la mañana; y allí se estuvo cerca de media hora contemplando el sin fin de coches que volvían de la Pradera, con estruendo de mil demonios; los atascos, remolinos y encontronazos de la muchedumbre, que no cabía por las dos aceras arriba; los incidentes propios del mal humor de un regreso de feria, con todo el vino y el cansancio del día convertidos en fluido de escándalo. Entreteníase oyendo los dichos germanescos que, como efervescencia de un líquido bien batido, burbujeaban sobre el tumulto, revolviéndose con doscientos mil pitidos de pitos del Santo, cuando...

"Señor — le dijo la fámula de doña Lupe, dándole tan tremendo palmetazo en el omóplato, que el hombre creyó que se le caía encima el balcón del piso segundo —, señor, venga, venga acá... Otra vez el accidente. De esta me parece que se nos va".


Leer / Descargar texto


185 págs. / 5 horas, 24 minutos / 390 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Lo Prohibido

Benito Pérez Galdós


Novela


Capítulo I

Refiero mi aparición en Madrid, y hablo largamente de mi tío Rafael y de mis primas María Juana, Eloísa y Camila

I

En Septiembre del 80, pocos meses después del fallecimiento de mi padre, resolví apartarme de los negocios, cediéndolos a otra casa extractora de Jerez tan acreditada como la mía; realicé los créditos que pude, arrendé los predios, traspasé las bodegas y sus existencias, y me fui a vivir a Madrid. Mi tío (primo carnal de mi padre) D. Rafael Bueno de Guzmán y Ataide quiso albergarme en su casa; mas yo me resistí a ello por no perder mi independencia. Por fin supe hallar un término de conciliación, combinando mi cómoda libertad con el hospitalario deseo de mi pariente; y alquilando un cuarto próximo a su vivienda, me puse en la situación más propia para estar solo cuando quisiese o gozar del calor de la familia cuando lo hubiese menester. Vivía el buen señor, quiero decir, vivíamos en el barrio que se ha construido donde antes estuvo el Pósito. El cuarto de mi tío era un principal de diez y ocho mil reales, hermoso y alegre, si bien no muy holgado para tanta familia. Yo tomé el bajo, poco menos grande que el principal, pero sobradamente espacioso para mí solo, y lo decoré con lujo y puse en él todas las comodidades a que estaba acostumbrado. Mi fortuna, gracias a Dios, me lo permitía con exceso.


Leer / Descargar texto

Dominio público
508 págs. / 14 horas, 49 minutos / 380 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

23456