La Cadena del Destino
Bram Stoker
Cuento
1. El aviso
El día que llegué a Scarp era tan tarde que apenas me di cuenta del aspecto exterior de la casa pero, por lo que pude apreciar a la débil luz del crepúsculo, se trataba de un edificio majestuoso, de aspecto bastante antiguo y construido en piedra blanca. Sin embargo, al atravesar el pórtico, pude apreciar más de cerca su belleza: en el vestíbulo ardía una gran chimenea y todas las habitaciones y pasillos estaban iluminados. El vestíbulo podía ser, por su tamaño, el de un palacio y daba a una escalera de roble oscuro tan ancha y empinada que casi podía subir por ella un carruaje. Las habitaciones eran espaciosas, de techos altos y con las paredes revestidas de roble negro igual que la escalera. Este oscuro material habría hecho que la casa pareciera terriblemente lóbrega de no ser por lo espacioso y alto de las habitaciones y los pasillos. La impresión que causaba era una acogedora combinación de calidez y estilo. Las ventanas estaban encajadas en profundos alféizares y, en la planta baja, casi llegaban desde el suelo hasta el techo. Las chimeneas eran de estilo antiguo, grandes y con tallas de roble macizo, que representaban escenas de la Historia Sagrada. A ambos lados de las mismas se erguían dos atizadores de hierro macizo con forma de perro. Era justo el tipo de edificio que hubiera emocionado a Washington Irving o a Nathaniel Hawthorne.
Hacía poco que habían restaurado la casa, sin olvidar por ello las comodidades, y le habían añadido todas aquellas mejoras que pudieran hacer más acogedoras las habitaciones. Las viejas ventanas de hoja romboidal, que probablemente databan de la época isabelina, habían sido sustituidas por otras de vidrio, mucho más prácticas. Y, de idéntica manera, se habían incorporado otros muchos cambios, pero se había hecho con tan buen gusto que nada de lo antiguo desentonaba con lo moderno. Se había conseguido una armonía de conjunto.
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Publicado el 17 de febrero de 2017 por Edu Robsy.