¡Imposible!
Carmen de Burgos
Cuento
Al llegar al recodo de la vereda, Ramón se detuvo un momento y volvió la cabeza.
Sus ojos se abrieron como si quisiera abarcar todo el panorama y grabarlo en su cerebro; después la mirada se fijó en un solo punto, en una pequeña casita que blanqueaba en la lejanía; un sollozo levantó su pecho, y, haciendo un supremo esfuerzo, centinuó su camino.
Ocho días después Ramón estaba en Roma principiando su vida de artista.
No le seguiremos paso a paso en sus luchas con la sociedad y consigomismo. Imitaremos á los amigos, que sólo acuden después del triunfo..
Por eso no narro las angustias de Ramón cuando, á solas en su taller, arrojaba desesperado los pinceles que se negaban á dar vida y realidad á las concepciones de su mente.
Al fin, la mano educada empezó á obedecer al pensamiento, y el artista gustó esas dulces emociones que agitan el alma en los momentos de inspiración.
Pero ni aun en ellos, cuando con la carne temblorosa y el espíritu engrandecido por el soplo divino del genio, el mundo entero desaparecía para él; cuando en su retina se di bujaba una mancha negra donde sólo brillaba la luz de la idea, ni en aquellos momentos sublimes olvidaba Ramón el paisaje de su tierra natal, que reproducía en todos sus cuadros.
La habilidad del artista disimulaba que los rasgos de sus mujeres, mo renas ó rubias, niñas ó ancianas, tenían la unidad de un solo tipo, y el fondo de sus lienzos, ya presentaran la luz esplendorosa del medio día ó las sombrías brumas invernales, estaban también inspirados en un solo modelo.
Porque Ramón había dejado aquella tierra soñando conquistarse un nombre y una posición para ofrecérselas á la mujer que amaba.
Ella era rica y noble; sólo el Arte podía elevarlo á él, pobre hijo del pueblo, para llegar hasta ella sin que su dignidad padeciera por una unión desigual.
Dominio público
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Publicado el 21 de enero de 2025 por Edu Robsy.