Una Historia Vulgar
Clemente Palma
Cuento
Un joven médico francés me refirió una historia trágica de amor, que se quedó vivamente grabada en mi memoria y que hoy refiero casi en los mismos términos en que la escuché.
Hela aquí:
Ernesto Rousselet era un muchacho que intimó conmigo en virtud de
no sé qué misteriosas afinidades. Era lorenés y de una familia
protestante. Fui el único amigo a quien amó y con quien tuvo verdadera
intimidad. Era, sin embargo, de una educación, de un carácter y de un
modo de pensar muy distintos a los míos; más aún, completamente
opuestos. Ernesto era un puritano: por nada del mundo dejaba de ir los
viernes a los oficios y los domingos a oír la lectura de la Biblia en
una capilla luterana. A veces le acompañaba yo, y, a pesar de mi
espíritu burlón, no podía menos de respetar la honradota fe de mi buen
amigo. Ernesto era serio, incapaz de una deslealtad, y su alma noble de
niño grande se transparentaba en todos sus actos y brillaba en la mirada
de sus grandes ojos azules, en sus francos apretones de mano, y en la
dulzura y firmeza de su voz. Nada de esto quiere decir que Ernesto fuera
bisoño y meticuloso, ni que se asustara con las truhanadas propias de
los mozos, ni que fuera un mal compañero de diversiones. Cierto es que a
muchas asistía sólo por complacerme. Uno de los grandes placeres de
Ernesto era hacer conmigo excursiones en bicicleta, de la que era
rabioso aficionado.
Dominio público
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Publicado el 14 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.