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El gallo que quería volar

Cristóbal Miró Fernández


Cuento


Es de todos conocido que un gallo no es águila alguna, ni en tamaño ni en apariencia ni capacidad de volar por los cielos que hay sobre nuestras cabezas. Pero he aquí que un gallo estaba envidioso de las águilas y pese a no ser parecido en nada a las aladas dueñas de los cielos montañosos se consideraba su igual en todo, casi su hermano, tanto en tamaño como en apariencia y en capacidad de vuelo. Nuestro gallo era en extremo vanidoso. No en vano era el gallo más importante del corral de la granja en la que vivía…no había ninguno más. Difícil es no ser un gallo importante si no tienes competencia para fecundar las gallinas que corren por el polvoriento suelo del corral que tú habitas y si nadie te disputa el palo dónde tú estás posado siempre viendo el mundo desde un altura de metro y medio…pero la falta de competencia puede convertir a quien padece del mal de la arrogancia por naturaleza en un ser que se cree casi divino, y nuestro gallo no era precisamente de los gallos más modestos que se pudieran hallar sobre la faz de la tierra. Creía en su orgullo que sus espolones eran más fuertes que las más afiladas espadas que se forjaron en época alguna de la Historia universal. Decía que un día retó al mismísimo Ruiz Díaz de Vivar que lo atacó con su famosa Tizón y que lo derrotó con suma facilidad al tener unos espolones más afilados que la hoja de la famosa arma castellana.


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Publicado el 12 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

El café

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


El café es una bebida de doble naturaleza. Tomar un café con alguien es aceptar una invitación agradable para compartir vivencias, recuerdos o unas risas, por ejemplo. La cuestión es que a alguien le diesen café durante la época de la Guerra Civil española, me refiero al café enunciado en letras mayúsculas, si era alguien que no comulgaba con el ideario de los franquistas o era visto con ojeriza por estos, implicaba que dicho desgraciado estaba en un tris de pasar a mejor vida en la cuneta de una carretera.

El café como lugar donde se reúne la sociedad, también en el aspecto de local donde se reúne una comunidad de personas para dialogar, o enfrentarse entre ellas en un retrato social bien poco edificante, como sucede en el artículo escrito por Mariano José de Larra, el célebre periodista decimonónico español, que lleva este mismo título, El café. No es recomendable, para quienes nunca hayáis leído a Larra, hacerlo con los ánimos decaídos.


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1 pág. / 2 minutos / 42 visitas.

Publicado el 25 de marzo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

La paz

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


La paz es una realidad o una utopía? Se desea como un sueño, se considera una meta real, lo que la ubica a caballo entre ambos mundos de vigilia y ensoñación, y conseguirla se convierte en una pesadilla, es decir, que se mueve entre la carne y el espíritu a partes iguales. Se podría decir que es una torre medio a construir, medio derruida que se halla como escalera entre cielo y tierra, superviviente en ambos lugares, agonizante en ambos al mismo tiempo.Es una obra de arquitectura imposible hija de la voluntad del ser humano de poder dormir una noche en el Paraíso, sostenida por columnas compuestas se fuste salomónico y en cuya celda se hallan todas las divinidades del mundo, pues todas las religiones la ansían conseguir sin éxito, unas creencias de base invertida de cielo a tierra. La paz es el deseo de un futuro (im) posible. La paz es el fin de todas las luchas, y al mismo tiempo es el final de toda existencia. La vida eterna sin conflictos es la muerte, pues la vida es nido de luchas intestinas por naturaleza. Vivir en paz es, pues, un idealismo posible. Y aún así y todo es el fin último deseado de toda guerra natural al mismo nacimiento y que se extiende hasta la tumba. Existe pues, la paz posible o es tan sólo una ensoñación imposible que es pesadilla al no poder llegar a verla hecha realidad? 


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Publicado el 11 de marzo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Vivir en duda

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


En este mismo momento he(mos) puesto en acción un hecho paralizante, el hecho de escribir... ¿sobre qué escribir? Es una caminata a pies quietos, pues un paso anima al siguiente, y sin que se tenga en cuenta, como un latido de corazón, es un hecho irreversible... tic, tac...el reloj se ha puesto en marcha, un segundo tras otro para configurar un minuto, sesenta minutos una hora, etcétera. Y tampoco hemos de olvidar que el mundo está repleto de temas sobre los que tratar, entrelazados los unos con los otros...empezar a desarrollar uno cualquiera nos llevará de modo obligatorio, y sin posiblidad de elección, tarde o temprano a otro u otros en la inmensa red que es el todo de cada parte y la parte de cada todo.Hemos y he en el mismo instante: las letras que aquí se escriben no tendrían significado si no hubiera quién las leyese, sería algo absurdo escribir por escribir, ya sea en tinta azul, negra, verde, roja, china o invisible, o usando un lápiz, una pluma de paloma o de águila, estilográfica, un bolígrafo o las teclas de una máquina de escribir o un teclado de ordenador. Transmitir una idea por escrito, compartirla, equivale a una celebración religiosa, con el sentido del verbo latino religio, en sus dos vertientes, la de religare, o unir a un colectivo en torno a un altar, a un lugar dotado de sacralidad, para dar sentido a la existencia de esta misma comunidad, y de relegere, o de profundizar en el significado profundo de cada una de las palabras que componen un texto escrito fijado a la memoria colectiva sobre papiro, pergamino, barro cocido o papel.  ¿Sobre qué escribir? Sobre todo, y ello nos lleva a que no escribamos sobre nada al mismo tiempo, como una Piedra Rosetta escrita en mil idiomas diferentes usando cada uno en una palabra de dicho texto. Un texto indescriptiblemente complicado, y al mismo tiempo, terriblemente sencillo...


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Publicado el 27 de abril de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Desojando la margarita

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


El hecho de desojar una margarita es equivalente a sobrevivir en el limbo de lo posible-imposible, en la duda que mata y cura del veneno de una bomba de relojería que no cesa de amenazar con cesar su cuenta atrás en cualquier momento, en el segundo menos pensado. Al mismo tiempo es contener la respiración en una pesadilla de amores imposibles, de éxitos improbables, de esperanzas al borde del abismo, de la vida en la frontera de la existencia eterna. Ambas son vida, sí, pero a ambos lados del espejo, siendo el espejo agua que corre su curso continuo entre un reflejo y otro de la misma muerte joven-anciana.

Desojar una margarita implica también el hecho de elegir un camino entre muchos, algo que tarde o temprano hemos de hacer en la vida, en nuestras sendas cotidianas. Es inevitable desojar margaritas para esto o aquello, y requiere valor el lanzarse al vacío de lo que vendrá después de este primer paso a gatas de bastón. Sucede cuando nos vemos capaces de elegir por nosotros mismos lo que deseamos, cuando crecemos y nos independizamos de nuestros antiguos apoyos, al menos en parte y es un riesgo, el de triunfar o caer, el de aprender en cualquier caso de nuestros triunfos o nuestras catástrofes.


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Publicado el 20 de marzo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

El cristal de la memoria

Cristóbal Miró Fernández


Cuento


La tienda hacía años que estaba cerrada...quizá diez, quizá veinte...nadie lo sabía seguro. De hecho todo el barrio se había acostumbrado a verla con las persianas bajadas, y y amucha gente ni se acordaba que allí había habido una panadería, la vieja panadería de Doña Consuelo, que en paz descansaba hacía ya muchos años, de hecho su muerte precipitó que se cerrara el negocio...y desde entonces, haría veinte años, el local había estado vacío...salvo por un viejo espejo con su cristal intacto todavía en una de las paredes.

Entonces corrió por el barrio una voz que hablaba que alguien había comprado la vieja panadería, un matrimonio joven con ansias de futuro...no, no...un matrimonio de mediana edad con tres hijos...no, tampoco...una mujer soltera...no espera...no, no, un hombre que fue despedido de aquella fábrica, ¿no saben ustedes,la que cerró el mes pasado, de cuyo nombre nadie se acuerda y por lo tanto podría ser culaquiera de todas las fábricas cerradas de España? Y entre rumor y rumor, que si era alguien marroquí, paquistaní, español chino, ecuatoriano, los rumores crecían y crecían sin límite alguno. Se especulaba sin orden ni concierto con el nombre de aquellos o aquel misterioso personaje que había comprado la vieja panadería de Doña Consuelo, tan buena mujer como era, tan servicial...¿saben ustedes cuándo...? En fin, que el barrio era un bullir de rumores diversos y contradictorios entre ellos, cada casa un rumor, y cada calle un corrillo...


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Publicado el 6 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Reencuentros

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


Los reencuentros es un hecho que se puede dar a lo largo de la vida y por sorpresa, aunque hay fechas más propicias para estas, como son las fechas señaladas como las navideñas, por ejemplo. Es una vuelta a lo blanco, como señala el maestro taxidermista de Alfanhuí, moribundo, a su alumno. A lo blanco de todos los colores, es decir a la inmensa paleta de todos ellos en gris. Y es que no hay cultura que no haya valorado o no valore los reencuentros, con los antepasados, con sus seres queridos que aún no han cenado con sus ancestros y están a punto de desayunar con sus familiares. Los recuerdos de vidas pasadas se remozan de nuevo, adquieren nuevas tonalidades y aspectos, se complementan con nuevos matices, crecen y se multiplican por cada una de las personas que los viven y gozan. Los reencuentros son expresión de vida. Los reencuentros son algo temido y deseado al mismo tiempo… habrá cambiado mucho aquella persona en tantos años, me querrá igual que antes, cómo habrá sido su vida? Del mismo modo que se teme la incógnita de la margarita deshojada por un corazón ansioso de amor, se desea conocer lo que supone la medicina a todos los males que aquejan a dicha persona, un reencuentro es el deshojar de un enigma… y la solución del mismo, para bien o para mal. Y un nuevo reinicio de la cuenta atrás para otro reencuentro en la bruma del encuentro. Sombra a pleno sol…


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Publicado el 9 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Bermudas

Cristóbal Miró Fernández


Poema


Bermudas
En el sueño de hundirse en el alto mar de la luna llena a mediodía, se alza hasta las estrellas donde no ven las olas, Alejandro ciego,¡y Crea sus leones de amores, de rabia, de curas y de pasión, desenvainada la espada contra sus enemigos del propio espejo!
En su búsqueda del futuro, perdido el pasado en las sagas de Yedi, de las barbas del nuevo dios de litio y de los mares melosos salados,  y el amor es el agua en el desierto, es oasis oculto, perfecto, entre los chips de locomotora de caucho, de piedra y hierro. 
Y la Mujer baila entre las dos colas de cerdas de fibra y de vidrio, La existencia con centro en el Hombre que se pierde en los universos, ¡bajo sus pies y sobre su cabeza, está su frente cubierta de niebla, que es la Creación divina de raíces de la mano y la garra, cactus!... 




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Publicado el 12 de junio de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Cartas desde el Tíber

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


Y nunca mejor dicho. Las cartas de amor son la piedra sobre la que edifica todo el mundo. Sin este sentimiento de unión, la vida decae y se muere en sombras. Pensemos en un pobre soldado en cualquier conflicto, desde las arenas del Nilo hasta los hielos del Ártico. Pensemos en ese hombre, si nos remitimos a la antigüedad, o mujer, si viajamos a tiempos actuales, a esa persona sola en una trinchera y con la vida en permanente riesgo: no sabe si vivirá otro día. Esa carta de su familia representa la vida, la esperanza de poder algún día volver a casa. La magia de las cartas de amor, la magia de las cartas desde el Capitolio de la Ciudad Eterna.

Realmente, el sentimiento de una carta de amor es el mismo a todas, solo cambia el léxico, desde un abrazo, un “os quiero mucho” o “eres el amor de mi vida”. Todo depende de a que círculo concéntrico del gran lago embravecido que es el amor pertenece la persona a quién se le envía esta misiva, pero en todos los casos, sin diferencia, es alguien especial. Puede ser un hermano de leche, amigo desde la infancia, un padre anciano o la pareja que te alegra cada mañana al despertarte a su lado y que añoras perderte en sus brazos algún día, solo por dar algunos ejemplos (faltan en la lista anterior los hijos, los hermanos, los abuelos, etcétera). Pero en todo caso, sea cual sea su nivel de cercanía con aquella persona, es algo que reconforta… y desvela.

Cartas desde el Tíber...y que desvela. Desvela la espera por esa carta, desvela el hecho de saber si ha llegado o no a destino, desvela el contenido de la carta de respuesta, qué dirá, si anuncia paz o tormenta, y calma hasta el peor Infierno, convirtiéndolo en Paraíso, el pensar en ella.


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Publicado el 26 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Del país sin rey y la elección de un futuro mejor

Cristóbal Miró Fernández


Relato corto


Era una vez un país que había perdido a su rey hacía muy poco tiempo. Este monarca era un personaje curioso. Durante su gobierno, el país estuvo muy mal gobernado y la miseria, la peste, el hambre y la guerra se extendieron por la tierra. Se llamaba Perdición. No tenía herederos y, en seguida, se presentaron tres candidatos para el trono vacante, todos de la familia real. De hecho, eran sus tres hermanos pequeños y sus ministros principales. El primer candidato era un gran guerrero. Era el comandante de las fuerzas armadas, gran luchador y gran conquistador de ciudades. Iba vestido con una coraza negra como la noche y su mirada era dura y arrogante. Se llamaba Orgullo y fue su ministro de guerra. El segundo candidato era un banquero e iba vestido con dejadez. Era un hombre muy rico pero vivía como un mendigo, de tan poco dinero que gastaba y de tan mal que vivía, solo pensando en tener más y más dinero. Se llamaba Codicia y fue el ministro de economía del difunto rey. El tercer candidato era un hombre apuesto y elegante. Vestía como un príncipe pero miraba a todos por encima del hombro. Tan vanidoso era que se creía superior a todos quienes lo rodeaban. Se llamaba Vanidad y fue el consejero principal del antiguo mandatario. La gente ya los conocía y no los quería en el trono. Sabía que si alguno de ellos gobernaba volverían los tiempos malos pero no podía evitarlo. No había nadie más que fuese lo bastante experimentado para ocupar el trono. De hecho, aún quedaba alguien más, aunque no lo tuviesen en cuenta. Era un consejero, menospreciado por el rey, llamado Constancia. Estaba casado con una mujer muy amable, buena y humilde llamada Esperanza. Era un hombre humilde y que tenía la esperanza de que las cosas se conseguían volver a arreglar con trabajo y esfuerzo y que el reino volvería a ser feliz y regresaría la paz de nuevo.


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Publicado el 19 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

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