Textos mejor valorados de Cristóbal Miró Fernández

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autor: Cristóbal Miró Fernández


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Del país sin rey y la elección de un futuro mejor

Cristóbal Miró Fernández


Relato corto


Era una vez un país que había perdido a su rey hacía muy poco tiempo. Este monarca era un personaje curioso. Durante su gobierno, el país estuvo muy mal gobernado y la miseria, la peste, el hambre y la guerra se extendieron por la tierra. Se llamaba Perdición. No tenía herederos y, en seguida, se presentaron tres candidatos para el trono vacante, todos de la familia real. De hecho, eran sus tres hermanos pequeños y sus ministros principales. El primer candidato era un gran guerrero. Era el comandante de las fuerzas armadas, gran luchador y gran conquistador de ciudades. Iba vestido con una coraza negra como la noche y su mirada era dura y arrogante. Se llamaba Orgullo y fue su ministro de guerra. El segundo candidato era un banquero e iba vestido con dejadez. Era un hombre muy rico pero vivía como un mendigo, de tan poco dinero que gastaba y de tan mal que vivía, solo pensando en tener más y más dinero. Se llamaba Codicia y fue el ministro de economía del difunto rey. El tercer candidato era un hombre apuesto y elegante. Vestía como un príncipe pero miraba a todos por encima del hombro. Tan vanidoso era que se creía superior a todos quienes lo rodeaban. Se llamaba Vanidad y fue el consejero principal del antiguo mandatario. La gente ya los conocía y no los quería en el trono. Sabía que si alguno de ellos gobernaba volverían los tiempos malos pero no podía evitarlo. No había nadie más que fuese lo bastante experimentado para ocupar el trono. De hecho, aún quedaba alguien más, aunque no lo tuviesen en cuenta. Era un consejero, menospreciado por el rey, llamado Constancia. Estaba casado con una mujer muy amable, buena y humilde llamada Esperanza. Era un hombre humilde y que tenía la esperanza de que las cosas se conseguían volver a arreglar con trabajo y esfuerzo y que el reino volvería a ser feliz y regresaría la paz de nuevo.


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Publicado el 19 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

El cristal de la memoria

Cristóbal Miró Fernández


Cuento


La tienda hacía años que estaba cerrada...quizá diez, quizá veinte...nadie lo sabía seguro. De hecho todo el barrio se había acostumbrado a verla con las persianas bajadas, y y amucha gente ni se acordaba que allí había habido una panadería, la vieja panadería de Doña Consuelo, que en paz descansaba hacía ya muchos años, de hecho su muerte precipitó que se cerrara el negocio...y desde entonces, haría veinte años, el local había estado vacío...salvo por un viejo espejo con su cristal intacto todavía en una de las paredes.

Entonces corrió por el barrio una voz que hablaba que alguien había comprado la vieja panadería, un matrimonio joven con ansias de futuro...no, no...un matrimonio de mediana edad con tres hijos...no, tampoco...una mujer soltera...no espera...no, no, un hombre que fue despedido de aquella fábrica, ¿no saben ustedes,la que cerró el mes pasado, de cuyo nombre nadie se acuerda y por lo tanto podría ser culaquiera de todas las fábricas cerradas de España? Y entre rumor y rumor, que si era alguien marroquí, paquistaní, español chino, ecuatoriano, los rumores crecían y crecían sin límite alguno. Se especulaba sin orden ni concierto con el nombre de aquellos o aquel misterioso personaje que había comprado la vieja panadería de Doña Consuelo, tan buena mujer como era, tan servicial...¿saben ustedes cuándo...? En fin, que el barrio era un bullir de rumores diversos y contradictorios entre ellos, cada casa un rumor, y cada calle un corrillo...


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Publicado el 6 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

La luz de una sonrisa y la salvación del hombre

Cristóbal Miró Fernández


Cuento


Cuando Tiké subió al cielo para no volver a bajar jamás a la tierra, harta de los hombres, se lo contó a Zeus, que se enfureció. Tal era su ira que incluso el terrible Ares se escondía, aterrado, lejos del rey de los dioses… Su pecho concibió la idea de destruir la raza humana, ya que no respetaban la idea de justicia, y reunió a los doce dioses para tratar del tema. Les dijo que era corrupta y se merecía su completa destrucción. Les comentó que eran peor que los animales, que se mataban entre ellos sin compasión… Todos los dioses estaban en silencio cuando Afrodita osó alzar su voz y le pidió que no lo hiciese, puesto que ella le demostraría que aún era un ser digno de compasión. Le habló del amor entre amantes, padres e hijos, hermanos… A todas estas razones le respondía Zeus citándole las grandes injusticias cometidas por el hombre. Le relató las guerras, masacres, asesinatos, le habló de su codicia y arrogancia y su impiedad hacia los dioses del Olimpo. Entonces Afrodita le pidió que le diese la oportunidad de brindarle una sola prueba para demostrarle que el ser humano era digno de sobrevivir. Zeus aceptó y Afrodita descendió a la tierra rápidamente a buscarla. Pronto regresó al Olimpo y se la mostró. Era un bebé, inocente y precioso. Entonces el bebé sonrió y su sonrisa inundó de luz al Olimpo. Incluso los caballos de Apolo se quedaron ciegos a causa del resplandor… y Ares, el carnicero y sanguinario dios de la guerra se emocionó. Dejó caer sus armas, sus piernas temblaron y cayó de rodillas mientras el llanto inundaba sus mejillas… Incluso Afrodita se quedó muda ante aquella luz tan brillante. Cuando el niño dejó de sonreír y los Inmortales recuperaron de nuevo la visión, Zeus cedió. Tanto lo había conmovido aquel ser inocente que se había quedado sin habla.


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Publicado el 20 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

El ruido atronador del más profundo silencio

Cristóbal Miró Fernández


Poema


El ruido atronador del más profundo silencio
Caminan los pasos por las silenciosas calles,Solitarias pisadas que ni se oyen ni se ven,Retumban como tambores ensordecedoresSobre piedras que de su eco hacen con desdén.
Surgen del profundo silencio los ruidos más fuertes,Del silencio de las calles los susurros más altos,De las sombras más oscuras los más brillantes ojos,Del nada más total sale el todo más completo.
Siguen al solitario caminante mil ojos sigilosos,Surgen de cada esquina cual fantasmales seres,Y sin existir existen, pues la nada es su mundo,El mundo de las sombras que vida tiene como el sol.
Y las viejas grises piedras de las solitarias callesSe susurran unas a otras con alta voz inaudiblePreguntas sobre el que las pisan con pasos de gigante,Conocer su historia desean, cuál secreto tesoro antiguo.
Y los retumbantes pasos siguen calle allá a lo lejos,Cual camino que seguido será por el oído experto,Y no se detienen sus ecos sino que se amplificanPor el camino laberíntico de las callejuelas antiguas.


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Publicado el 13 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

El gallo que quería volar

Cristóbal Miró Fernández


Cuento


Es de todos conocido que un gallo no es águila alguna, ni en tamaño ni en apariencia ni capacidad de volar por los cielos que hay sobre nuestras cabezas. Pero he aquí que un gallo estaba envidioso de las águilas y pese a no ser parecido en nada a las aladas dueñas de los cielos montañosos se consideraba su igual en todo, casi su hermano, tanto en tamaño como en apariencia y en capacidad de vuelo. Nuestro gallo era en extremo vanidoso. No en vano era el gallo más importante del corral de la granja en la que vivía…no había ninguno más. Difícil es no ser un gallo importante si no tienes competencia para fecundar las gallinas que corren por el polvoriento suelo del corral que tú habitas y si nadie te disputa el palo dónde tú estás posado siempre viendo el mundo desde un altura de metro y medio…pero la falta de competencia puede convertir a quien padece del mal de la arrogancia por naturaleza en un ser que se cree casi divino, y nuestro gallo no era precisamente de los gallos más modestos que se pudieran hallar sobre la faz de la tierra. Creía en su orgullo que sus espolones eran más fuertes que las más afiladas espadas que se forjaron en época alguna de la Historia universal. Decía que un día retó al mismísimo Ruiz Díaz de Vivar que lo atacó con su famosa Tizón y que lo derrotó con suma facilidad al tener unos espolones más afilados que la hoja de la famosa arma castellana.


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Publicado el 12 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Reencuentros

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


Los reencuentros es un hecho que se puede dar a lo largo de la vida y por sorpresa, aunque hay fechas más propicias para estas, como son las fechas señaladas como las navideñas, por ejemplo. Es una vuelta a lo blanco, como señala el maestro taxidermista de Alfanhuí, moribundo, a su alumno. A lo blanco de todos los colores, es decir a la inmensa paleta de todos ellos en gris. Y es que no hay cultura que no haya valorado o no valore los reencuentros, con los antepasados, con sus seres queridos que aún no han cenado con sus ancestros y están a punto de desayunar con sus familiares. Los recuerdos de vidas pasadas se remozan de nuevo, adquieren nuevas tonalidades y aspectos, se complementan con nuevos matices, crecen y se multiplican por cada una de las personas que los viven y gozan. Los reencuentros son expresión de vida. Los reencuentros son algo temido y deseado al mismo tiempo… habrá cambiado mucho aquella persona en tantos años, me querrá igual que antes, cómo habrá sido su vida? Del mismo modo que se teme la incógnita de la margarita deshojada por un corazón ansioso de amor, se desea conocer lo que supone la medicina a todos los males que aquejan a dicha persona, un reencuentro es el deshojar de un enigma… y la solución del mismo, para bien o para mal. Y un nuevo reinicio de la cuenta atrás para otro reencuentro en la bruma del encuentro. Sombra a pleno sol…


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Publicado el 9 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Desde febrero con amor

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


Febrero es un mes que contempla las dos caras de la luna vista a ocho ojos, la del sueño y la pesadilla, la del cuerpo y el espíritu, la del mundo y el Paraíso, la del triángulo del deseo y los latidos del corazón. Es el mes donde reina Don Carnaval y Doña Cuaresma, enfrentados monarcas de diástole y sístole, la época de las máscaras y la poesía desnuda, de la verdad y la fantasía, el gozo y la tragedia, el imperio del arquero, ángel elevado y caído al mismo tiempo…

El Carnaval de San Valentín, el amor en tiempos previos al mes de marzo, un sentimiento por el que vale la pena morir, morir por alguien o algo más importante que la propia vida. El arquero del amor de oro y plomo, el que fue vástago de Venus y Marte, la sombra y al luz, la burla de la muerte y la muerte misma, el amor eterno, la vida eterna, el amor más allá de la muerte por siempre jamás, el sacrificio supremo aun ignorando el instinto de supervivencia propio de cada persona.

El amor de amores, el amor entre iguales y diversos, el amor visto con ojos en blanco y negro y en color, a través de las pupilas de Leonardo Da Vinci y su inmensa paleta de colores infinitos, el amor de cero más cero, cero más uno, uno más uno, y la suma, sea cuales sean sus elementos quedan lugar a la multiplicación hasta el infinito del resultado de tal operación matemática. Eros y Cupido, convivientes un solo gemelo a la sombra de la legalidad o a la legalidad declarada y aceptada por decreto a portón abierto de armario de presa.


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Publicado el 6 de marzo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

El abrazo de la mirada

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


El día 14 de febrero es un día mágico en un lugar mágico, en el seno de la Creación….en el cerro-valle de Venus y Marte donde se halla los extremos, de conocen, se odian, se aman, se abrazan y se matan sin cesar. Es un lugar donde quien a hierro mata a hierro vive… y donde la flecha de Eros-cupido es de plomo y oro al mismo tiempo. Es un lugar donde la tortura es tan deliciosa como el mejor de los manjares, no hay mejor vergel que este jardín de espinas, donde el dolor es curativo, y donde el dolor es temido…es la muerte más viva, la amistad más íntima y duradera, la que aspira a sobrevivir a la muerte y cuyo recuerdo no desaparezca jamás. El amor es la pesadilla más soñada. No permite dormir al que la sufre, pero nadie querría morir sin haber sido abrazado poderosamente por el ángel de alas negras y latido rojo al menos una vez en su vida, ni vivir una noche sin abrazar hasta la locura en cuerpo y alma al ser amado… sin morir de amor viviendo eternamente en sus ojos verdes, cortada la respiración bajo su tempestad. En el vientre de la vida, donde se gestan las tormentas de llanto, en ese núcleo de acero el amor tiene su hogar, su Imperio… tirano demócrata que, al mismo tiempo que nos da libertad para elegir o no a la luna o al sol de nuestra existencia, nos exige el hecho de tener siempre presente la ensoñación de esa presencia sanadora y con su ausencia nos asfixia…


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Publicado el 6 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Qué es la poesía?

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


Qué es la poesía? Hay bien pocas cosas, a mi parecer, tan complicadas de describir como lo es la poesía. En una célebre cita se dice que la poesía está en todas partes por el hecho de que, según mi punto de vista, es una serie de latidos que compartimos todos los seres vivos y que son exclusivos de cada uno de nosotros, tiene todos los nombres y no tiene ninguno, tiene todas las formas y no tiene ninguna… Es la misma luna y el mismo sol y sus rayos que iluminan a todos los seres que se desperezan de día y de noche, se halla lo mismo bajo un mar de niebla o en la espuma de una ola de una playa desierta, en el paraíso de una dulce y ardiente noche de amor o en la pesadilla de una batalla sangrienta o un naufragio letal. La poesía es la negación innegable de la primera persona del singular a favor del resto de pronombres personales. Yo escribo según mi visión del mundo en latidos tan precisamente imprecisos y particularmente comunes que de inmediato tú lo interpretarás según tus experiencias vitales todas mis palabras constituyendo un universo nuestro… La poesía es la pintura de un mundo sin fronteras, cuyo pincel es la pluma o el bolígrafo, o el lápiz, o el teclado de Safo y de Homero, hija de la memoria de Gilgamesh. No se puede poner fronteras a la Humanidad como especie, más allá de diferencias de etnia, religión, cultura, ideología o sexo. La poesía es la bandera más universal de todas, la del cielo protector que es el techo que a todos nos acoge… pues todas las culturas la han cultivado a través de sus Escrituras desde los inicios de la Historia plasmada en tablillas de barro, papiro, pergamino, papel o soporte informático, e incluso antes de la misma. La poesía es, a tenor de la pupila de nuestras páginas, un nexo común que une a toda la Humanidad en un solo corazón de tres venas por donde circulan infinitas gotas de sangre…


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Publicado el 15 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

La paz

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


La paz es una realidad o una utopía? Se desea como un sueño, se considera una meta real, lo que la ubica a caballo entre ambos mundos de vigilia y ensoñación, y conseguirla se convierte en una pesadilla, es decir, que se mueve entre la carne y el espíritu a partes iguales. Se podría decir que es una torre medio a construir, medio derruida que se halla como escalera entre cielo y tierra, superviviente en ambos lugares, agonizante en ambos al mismo tiempo.Es una obra de arquitectura imposible hija de la voluntad del ser humano de poder dormir una noche en el Paraíso, sostenida por columnas compuestas se fuste salomónico y en cuya celda se hallan todas las divinidades del mundo, pues todas las religiones la ansían conseguir sin éxito, unas creencias de base invertida de cielo a tierra. La paz es el deseo de un futuro (im) posible. La paz es el fin de todas las luchas, y al mismo tiempo es el final de toda existencia. La vida eterna sin conflictos es la muerte, pues la vida es nido de luchas intestinas por naturaleza. Vivir en paz es, pues, un idealismo posible. Y aún así y todo es el fin último deseado de toda guerra natural al mismo nacimiento y que se extiende hasta la tumba. Existe pues, la paz posible o es tan sólo una ensoñación imposible que es pesadilla al no poder llegar a verla hecha realidad? 


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Publicado el 11 de marzo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

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