La Clave Número 2
Edgar Wallace
Cuento
El Servicio Secreto no se ha aplicado jamás a sí mismo esta denominación tan melodramática. Sus miembros, si acaso hablan de él alguna vez, lo aluden con la ambigua expresión de «el Departamento»; advertid que ni siquiera dicen «el Departamento de Información». Es un organismo notable, no obstante, y, de las personas que lo integraban, no era la menos notable un tal Schiller (aunque ocupaba, justo es confesarlo, un puesto de categoría secundaria).
Era un joven suizo dotado de poderosa inventiva y poseído de una auténtica pasión por los idiomas extranjeros. Conocía a todos los maleantes de Londres (maleantes desde un punto de vista violentamente político), y resultaba útil para el director general del Departamento, por más que a Bland y demás miembros directivos… bueno, no es que les disgustase, pero… no sé cómo expresarlo.
Observad a un brioso corcel cuando pasa junto un papel blanco que revolotea en el camino. No llega a espantarse, pero sí mira con expectación el agitado objeto.
Nunca entró en el Gran Juego, aunque hacía cuanto podía para conseguirlo. Pues el Gran Juego estaba reservado a quienes, en palabras de Bland, «habían rumiado claves en la cuna».
Por algún conducto misterioso, Schiller llegó a enterarse de que Reggi Batten había sido muerto a tiros cuando sustraía las órdenes de movilización del XIV Regimiento Bávaro de una caja de seguridad, en Munich. El lamentable suceso tuvo lugar en 1911, y fue descrito como «accidente de aviación».
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Publicado el 5 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.