El Enfermo del Chacho
Edmundo de Amicis
Cuento infantil
En la mañana de cierto día lluvioso de marzo, un muchacho vestido de
campesino, calado de agua y lleno de fango, con un envoltorio de ropa
bajo el brazo, se presentaba al portero del hospital mayor de Nápoles a
preguntar por su padre, con una carta en la mano. Tenía hermosa cara
ovalada de color moreno pálido, ojos apesadumbrados y gruesos labios
entreabiertos, que dejaban ver sus blanquísimos dientes. Venía de un
pueblo de los alrededores de la ciudad. Su padre, que había salido de la
casa el año anterior para ir en busca de trabajo a Francia, había
vuelto a Italia y desembarcado hacia pocos días en Nápoles, donde
enfermó tan repentinamente que apenas si tuvo tiempo de escribir cuatro
palabras a su familia, para anunciarle su llegada, y decirle que entraba
en el hospital. Su mujer, desolada al recibir la noticia, no pudiendo
moverse de casa porque tenía una niña enferma y otra de pecho, había
mandado al hijo mayor con algunos cuartos para asistir a su padre, a su chacho, como solía llamarle.
El muchacho había andado diez millas de camino.
El portero, leyendo la carta, llamó a un enfermero para que le llevase al muchacho, donde estaba su padre. “¿Qué padre?”, preguntó el enfermero.
El muchacho, temblando por temor de una triste noticia, dijo el nombre.
El enfermero no recordaba tal nombre: “¿Un viejo trabajador que ha llegado de fuera?”, preguntó.
Dominio público
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Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.