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autor: Eduardo Zamacois etiqueta: Crítica


Mis Contemporáneos: Vicente Blasco Ibáñez

Eduardo Zamacois


Crítica, Biografía


I. Biografía.—Sus viajes.—Cómo trabaja.—El teatro. Su concepto de la mujer y de la vida.

Vive el insigne novelista á la derecha del paseo de la Castellana, muy cerca del Hipódromo, en un pintoresco hotelito de planta baja, cuya fachada irregular se abre en ángulo al fondo de un pequeño jardín. Aquí y allá, á lo largo de los viejos muros y sobre el tronco de los árboles, la hierba y el musgo pintan manchas verdes, de un verde aterciopelado, jugoso y obscuro. En la alegre quietud mañanera, bajo el magnífico dombo añil del espacio, bañado en sol, la tierra, negra, recién removida por manos diligentes, huele á humedad. Triunfa el silencio. Aquel rincón, más que un jardinillo cortesano, parece un trozo de huerta, algo desaliñado y rústico, donde se echa de menos un perro, un montón de estiércol y unas cuantas gallinas.

Es mediodía.

Encuentro á Vicente Blasco Ibáñez escribiendo ante una amplia mesa cubierta de papeles, las carnosas mejillas un tanto congestionadas por la fiebre del esfuerzo mental, la enérgica cabeza nimbada por el humo de un cigarro habano. Al verme el maestro se levanta, y la expresión belicosa de sus manos cerradas y la prontitud elástica con que su recio cuerpo se retrepa y engalla sobre las piernas rígidas, dan una sensación rotunda de voluntad y de vigor físico.

Acaba de cumplir cuarenta y tres años. Es alto, ancho, macizo; su rostro, moreno y barbado, parece el de un árabe. Sobre la alta frente, llena de inquietudes y de ambición, los cabellos, que debieron de ser crespos y abundantes, resisten todavía á la calvicie; entre las cejas, la reflexión marcó hondamente su arruga imperiosa y vertical; grandes son los ojos y de mirar rectilíneo y franco; la nariz, aguileña, sombrea un bigote que cubre frondoso el misterio de una boca epicúrea y risueña, en cuyos gruesos labios sultanes tiembla la mueca de una sed insaciable.


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74 págs. / 2 horas, 10 minutos / 167 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Teatro por Dentro

Eduardo Zamacois


Crítica


LA FORMACIÓN DE LA COMPAÑÍA

Para que una compañía de las llamadas «de verso» merezca francamente y sin limitaciones el calificativo de «buena», no basta que sean notables todos los artistas que la componen; importa también que entre unos y otros haya cierta proporción ó equilibrio, pues de ello inmediatamente se derivará una belleza nueva: belleza de síntesis, belleza de conjunto.

Parece que la formación de una compañía es tarea fácil, sobre todo cuando el empresario es persona inteligente y propicia á no regatear al negocio aquellos gastos que éste reclame. Nada, sin embargo, más difícil, más ingrave y quebradizo, más sujeto á imprevistas mudanzas.

El que la «campaña teatral» haya de celebrarse en Madrid, es detalle que favorece y allana eficazmente las dificultades con que el director ó empresario ha de luchar. Los artistas prefieren una contrata modesta en Madrid, á marcharse á provincias, donde las temporadas generalmente son cortas, con un buen sueldo. Ellos, gobernados como están por el pueril sentimiento de la vanidad, adoran los elogios de la Prensa cortesana, y en los pequeños rincones provincianos la Fama no hace vibrar nunca sus trompetas gloriosas. En Madrid, además, tienen «su casa», su familia, hostil casi siempre al molesto ambular de la farándula, y lo que pierden en sueldos, lo ahorran en viajes y en fondas...

La circunstancia de que la contrata sea para Madrid, es, por consiguiente, lo único que positivamente favorece los intereses del empresario. Todo lo demás, á pesar del dinero y de los probables honores que va ofreciendo, le es inhospitalario y adverso, como la playa de un país enemigo.


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99 págs. / 2 horas, 53 minutos / 144 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.