Textos más largos de Emilia Pardo Bazán publicados el 18 de marzo de 2021 | pág. 2

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autor: Emilia Pardo Bazán fecha: 18-03-2021


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La Ley del Hombre

Emilia Pardo Bazán


Cuento


Al desbaratarse el proyectado enlace entre María del Campo y Jacinto Sagrés —una boda tan bonita, tan igual por todos estilos, tan conveniente— los curiosos se perdieron en conjeturas, se despepitaron para adivinar la causa y no consiguieron averiguar ni jota. Hubo mil versiones, eso sí, pero gratuitas, destituidas de fundamento; y ni los criterios de la casa de María, ni los amigos de Sagrés, que le veían a horas, descubrieron la clave del enigma. Que no se había interpuesto otro amor para romper aquel lazo se demostró claramente por el hecho de que María entró monja dos años después, y Jacinto aún permanece soltero, y, al parecer, inconsolable.

La casualidad —o mejor dicho, la infidelidad de un ayuda de cámara, que robó a Segrés un cofrecillo creyendo que encerraba joyas, y despechado al ver que sólo contenía papeles sin valor, lo vendió por cuatro cuartos a un prendero— puso en mis manos dos cartas que me explicaron el misterio de la ruptura. Bajo promesa de que el lector no divulgará su contenido, las entrego a la letra de molde.


Carta primera.

De Jacinto a María.


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Dominio público
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Publicado el 18 de marzo de 2021 por Edu Robsy.

La Muerte de la Serpentina

Emilia Pardo Bazán


Cuento


En el cesto, entre sus compañeras, la serpentina rosa soñaba un sueño de su mismo color: veía cielos rosados, labios rosados, pétalos de rosa esparcidos, exhalando dulcísimo perfume.

—«Cuando me lancen al aire —pensaba la serpentina rosa— caeré en el seno de una niña hechicera, de alguna virgen de diecisiete años, —seno que el primer latido de amor aún no consiguió agitar misteriosamente—. Caeré allí como en su nidal la paloma, y al choque de mi enroscado cuerpo, el cuerpo inocente se estremecerá de indefinible emoción. El golpe sordo de la serpentina rosa retumbará en el alma nueva, en el capullo de alma. ¡Ah! Que no tarden en arrojarme al aire… Que llegue pronto mi vez».

Y la vez no llegaba. Serpentinas verdes, amarillas, bermejas, azules, volaban desenroscándose al dirigirse al blanco, y se entretejían en aérea red, suspensas de los balcones, enganchadas en las ramas desnudas de los árboles, desgarrándose en los picos de latón de los faroles. Del fondo del cesto no lograba salir la serpentina rosa.


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Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 427 visitas.

Publicado el 18 de marzo de 2021 por Edu Robsy.

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