Textos más populares este mes de Emilio Salgari etiquetados como Novela | pág. 4

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autor: Emilio Salgari etiqueta: Novela


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La Caída de un Imperio

Emilio Salgari


Novela


I. La traicion de los «Rajaputras»

En el Assam, como en tantas otras partes de la India, abundan entre las selvas pagodas que hace siglos abandonaron sus sacerdotes por causas desconocidas.

Y hay una, especialmente, que envuelven hoy los árboles por todas partes, que bien poco hubiera tenido que envidiar a la de Madura, una de las más magníficas que hay en la India y que dicen que ha costado veintidós años de trabajo. Es la de Kalikó, que por sus dimensiones enormes, por la magnificencia de sus esculturas, por la altura de sus techos hubiese podido eclipsar hasta a la famosa de Benarés.

En otro tiempo debieron de concurrir a ella numerosas peregrinaciones; después, tal vez por la guerra, los bandidos estranguladores, los que no guardaban consideración ni siquiera a los sacerdotes, suprimieron sus fiestas sagradas y la invadieron las plantas parásitas, que son los peores enemigos de los monumentos indios. Las rótenas, los bejucos, interminables, treparon enroscándose por sus majestuosas columnas, se apretaron alrededor de las enormes figuras de animales, las más veces elefantes de piedra de tamaño gigantesco, intercalados con las más extrañas representaciones de Visnú, y surgieron luego pujantes, creciendo con ímpetu hasta llegar a los altísimos piramidales, envolviéndolo, cubriéndolo, arrollándolo todo.

La vegetación exuberante de la India destruye de un modo espantoso e indescriptible.

Si se abandona por una causa cualquiera un terreno bien cultivado, al cabo de un mes no hay ya casi ni rastro de él: lo ha invadido la maleza y lo ha hecho desaparecer.

¿Abandonan una ciudad sus habitantes después de sufrir un asalto? Al punto aparecen las malas hierbas para atacarla a su vez y cubren y agrietan lentamente casas, templos, plazas, monumentos, baluartes y fortalezas.


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185 págs. / 5 horas, 24 minutos / 814 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Capitana del Yucatán

Emilio Salgari


Novela


PRIMERA PARTE. LA CAPITANA DEL YUCATÁN

1. Maniobras Misteriosas

—Señor, dadme vuestras últimas instrucciones.

—Debéis arribar a la bahía de Corrientes, donde encontraréis al capitán Carrill, que os espera para recibir las armas y municiones.

—¿Estarán libres de sublevados aquellas orillas?

—Hasta esta mañana lo estaban, señora marquesa.

—¿Habéis recibido aviso del gobernador general?

—El despacho llevaba la firma del general Blanco.

—¿El «Terror» sigue patrullando en el mar…?

—Eso tememos.

—¿Seguido por las dos cañoneras?

—Es de esperar, señora marquesa.

—Emplearemos la audacia y pasaremos.

—¡Tened cuidado, señora…! Si os capturan, vuestra belleza no os salvará, podéis estar segura.

—Sé que seré fusilada sin misericordia, con el pequeño contrabando de guerra que llena la bodega de mi «Yucatán».

—Sed prudente.

—O mejor, decidida a todo, señor Vizcaíno.

—Lo uno y lo otro; no debéis jugaros la última carta más que en caso desesperado.

—Tengo una pieza que escupe balas de acero, y dos excelentes hotchkiss.

—Poca cosa contra la coraza de los americanos.

—¡Ah…! ¿No sabéis que tengo en reserva dos torpedos?

—Buenas armas.

—Que pueden hacer saltar incluso un acorazado, mi buen señor Vizcaíno.

—Lo sé señora marquesa.

—Agregad a todo esto cien hombres resueltos a hacerse matar, que sólo hace cuatro horas han prestado juramento en la catedral de Mérida, y decidme si no tengo motivos para estar tranquila.

—Pero el «Terror» lleva una poderosa artillería.

—Que atravesaría mi pequeña nave sin lograr hundirla. Los americanos tienen su coraza y yo he adoptado el celuloide, y quizá es mejor, os lo aseguro.

—¿Partís?


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340 págs. / 9 horas, 55 minutos / 856 visitas.

Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Estrella de la Araucania

Emilio Salgari


Novela


I. El esqueleto de una ballena

En la guanera del puerto de Stokes se trabajaba febrilmente y sin un momento de tregua, entre el incesante vocerío de los vigilantes y las roncas imprecaciones de los mineros. Unos y otros se sentían a un tiempo casi asfixiados por las pestíferas emanaciones del guano y por el polvo que éste levantaba entre espesísimas nubes sobre las hediondas capas de excremento que por espacio de siglos y siglos depositaran allí las aves marinas.

Había empezado el mes de julio y se presentaba frío y tempestuoso entre frecuentes huracanes que al desencadenarse, levantaban las poderosas olas del Océano Pacífico.

Las numerosísimas islas que flanquean el borde extremo de la América meridional y la cercana tierra del Fuego se hallaban cubiertas de nieve; hasta las mismas costas del Estrecho de Magallanes empezaban a hacerse impracticables a causa de las violentísimas resacas producidas por los impetuosos vientos que suelen reinar en aquellas desoladas regiones.

En la América meridional el mes de julio corresponde al de enero; de modo que cuando en nuestro hemisferio septentrional nos abrasa el calor, allí se hielan de frío.

Había llegado, pues, el momento de abandonar la guanera del puerto de Stokes, de dar un adiós a la isla de la Desolación que estaba a punto de convertirse en un desierto de nieve y retirarse a Punta Arenas o a los puertos chilenos del Pacífico.

Sólo faltaba completar la carga del último buque, que se balanceaba desesperadamente entre las olas del puerto y tenía prisa por salir, antes que un huracán formidable lo lanzara contra la costa o lo condujese a las peligrosísimas y selváticas escolleras de las Once mil Vírgenes.


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224 págs. / 6 horas, 32 minutos / 512 visitas.

Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Bandidos del Sahara

Emilio Salgari


Novela


Suspiró entonces mío Cid, de pesadumbre cargado, y comenzó a hablar así, justamente mesurado: «¡Loado seas, Señor, Padre que estás en lo alto! Todo esto me han urdido mis enemigos malvados».

Anónimo

PRIMERA PARTE. EL DESIERTO DE FUEGO

CAPÍTULO I. LOS FANÁTICOS MARROQUÍES

Ramadán, la cuaresma de los musulmanes, que solamente dura treinta días, en vez de cuarenta como la nuestra, estaba a punto de concluir en Tafilete, ciudad perdida en los confines meridionales del Imperio marroquí, delante del inmenso mar de arenas del Sahara.

En espera del cañonazo que debía señalar el término del ayuno, después del cual comenzaba la orgía nocturna, la población se había desparramado por las calles y las plazas, admirando a los santones y a los fanáticos, que se destrozaban atrozmente el rostro y el pecho, y que se traspasaban las mejillas con largas agujas de acero, abrasándose también los brazos y las plantas de los pies.

Marruecos continúa siendo el país del fanatismo llevado al último extremo. Han progresado un poco Turquía y Egipto; Trípoli y Argelia también han perdido mucho de su salvaje celo religioso; pero Marruecos, de igual modo que la Arabia, cuna del Islam, se mantienen tal cual eran hace quinientos o mil años.

No se ve en estos países fiesta alguna religiosa que transcurra sin escenas repugnantes de sangre. Ya sea en el Maharem, que se celebra al principio del año, ya en el Ramadán o en el grande y pequeño Btiram, los afiliados a las diversas sectas religiosas, para ganar el Paraíso, se entregan a excesos que inspiran pavor a las gentes civilizadas.


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211 págs. / 6 horas, 9 minutos / 524 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Águilas de la Estepa

Emilio Salgari


Novela


PRIMERA PARTE

Capítulo 1. Un Suplicio Espantoso

—¡A él, sartos!… ¡Ahí está!…

Alaridos ensordecedores respondieron a este grito y una ola humana se derramó por las angostas callejuelas de la aldea flanqueadas por pequeñas casas de adobe, de color gris y miserable aspecto, como todas las habitadas por los turcomanos no nómades de la gran estepa turana.

—¡Deténganlo con una bala en el cráneo!

—¡Maten a ese perro!… ¡Fuego!. . .

Una voz autoritaria que no admitía réplica dominó todo ese alboroto.

—¡Guay de quien dispare!!… Cien "thomanes" al que me lo traiga vivo!

El que había pronunciado estas palabras era un soberbio tipo de anciano, mayor de sesenta años, de aspecto rudo y robusto, anchas espaldas, brazos musculosos y bronceada piel que los vientos punzantes y los rayos ardientes del sol de la estepa habían vuelto áspera. Sus ojos negros y brillantes, la nariz como pico de loro y una larga barba blanca le cubría hasta la mitad del pecho. Por las prendas que vestía se notaba en seguida que pertenecía a una clase elevada: su amplio turbante era de abigarrada seda entretejida con hilos de oro; la casaca de paño fino con alamares de plata y las botas, de punto muy levantada, de marroquí rojo. Empuñaba un auténtico sable de Damasco, una de esas famosas hojas que se fabricaban antiguamente en la célebre ciudad y que parecían estar formadas por sutilísimas láminas de acero superpuestas para que fueran flexibles hasta la empuñadura.

A la orden del anciano todos los hombres que lo rodeaban bajaron los fusiles y pistolas y echaron mano de sus "cangiares", arma muy parecida al "yatagán" de los turcos, para proseguir su furiosa carrera a los gritos de:

—¡Atrápenlo!… ¡Rápido!

—¡No hay que dejarlo escapar!

—¡Cien "thomanes" a ganar!…


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183 págs. / 5 horas, 21 minutos / 497 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Al Polo Austral

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO PRIMERO. EL NAUFRAGIO DEL «EIRA»

—¿Es cierto lo que se dice, señor Linderman?

—¿A propósito de qué, señor Wilkye?

—De la expedición polar organizada por sus compatriotas de usted. Se asegura que ha naufragado lastimosamente.

—Es verdad —respondió secamente el llamado Linderman.

—¿Conque su ilustre explorador polar ha sido vencido nuevamente por los hielos?

—¿Y eso qué le importa a usted?

—¡Por Dios! A un miembro distinguido de la Sociedad Geográfica de los Estados Unidos puede interesarle mucho.

—Me lo dice usted con cierta ironía, señor Wilkye, lo cual me hace suponer que está contento de que mi compatriota Smith no haya salido victorioso de su empresa.

—Puede ser, señor Linderman. ¡Qué quiere usted! Me agradaría que el descubridor del Polo fuera un americano y no un inglés.

—Ya se ha visto cómo lo han descubierto sus compatriotas de la Jannette.

—Su misión era diferente, señor Linderman. La Jannette iba en busca de un paso libre entre el estrecho de Bering y el de Davis, y no del Polo Norte.

—Y naufragó lastimosamente —repitió el señor Linderman con tono zumbón.

—Es que si se hubiera dirigido directamente hacia el Polo, sin perder tantos meses en buscar el paso, habría llegado.

—Sí; a estrellarse contra los hielos muchos meses antes.

—¡No tanto, señor Linderman!

—¿Eh? ¿Tiene usted la pretensión de que los americanos han de triunfar en todo? ¿Qué cree usted que somos los ingleses? ¿Acaso hombres de cartón-piedra? Mis compatriotas navegaban ya por los mares polares cuando en Europa no se sabía aún que existiera América.


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188 págs. / 5 horas, 30 minutos / 505 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

En las Fronteras del Far-West

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO I. LA GARGANTA DEL «FUNERAL»

—¡Nos espera una mala noche, muchachos! —dijo poco antes de ponerse el sol el coronel Devandel, a quien el Gobierno americano había mandado con gran premura al frente de cincuenta hombres apenas a perseguir a los cowboys en las montañas de Laramie—. ¡Mucha vigilancia o, de lo contrario, los indios aprovecharán la ocasión para atravesar la garganta del Funeral!

El bravo soldado, que había conquistado sus galones primero en la guerra contra Méjico y después peleando denodadamente en las fronteras del Far-West contra los indómitos pieles rojas, no se engañaba en sus predicciones.

Las altas cimas de las montañas que se extienden entre los confines meridionales del Wyoming y los septentrionales del Colorado habíanse cubierto de densas nubes, y el trueno no tardó en hacer oír su voz poderosa.

A los pocos instantes comenzó a caer sobre el campamento una lluvia torrencial, que obligó a los centinelas a replegarse más que de prisa hacia los furgones dispuestos en cruz de San Andrés para defender las tiendas de una sorpresa probable.

Sólo los soldados jóvenes, que hasta pocos días antes habían estado dedicados a recorrer praderas y que se hallaban, por tanto, habituados a afrontar las intemperies, se mantuvieron obstinadamente en la extremidad de una peligrosa vereda que conducía al llamado paso del Funeral.

Habíanse guarecido bajo el saliente de una roca, que en parte les protegía del furioso aguacero, y vigilaban con gran atención.

—¿No ves nada, Harris? —preguntó el más joven, un hermoso tipo, apenas de veinte años, moreno como un mestizo y de mirada fogosa como la serpiente.

—¡Nada, Jorge! —respondió el otro, que se parecía extraordinariamente a su interlocutor y que representaba tener algunos años más que él.


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167 págs. / 4 horas, 53 minutos / 443 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Tren Volador

Emilio Salgari


Novela


1. RUMBO A ZANZÍBAR

En la mañana del 15 de agosto del año 1900, un pequeño vapor de dos mástiles surcaba velozmente las aguas del Océano Índico,, en dirección a la isla de Zanzíbar.

A pesar de la ligera neblina que aún flotaba sobre el mar, se alcanzaban a divisar las costas de esa tierra de promisión. Poco a poco fueron perfilándose las colinas rocosas, aunque cubiertas de vegetación, y hacia un costado el esplendor de una gran ciudad oriental, con sus torres macizas y sus típicos minaretes.

Cerca del puerto podía apreciarse el palacio del sultán, con sus sólidas murallas, y, un poco más lejos, el barrio comercial, verdadero emporio donde se acumulan y negocian los productos de la India, África y Europa, y donde viven, en una armonía relativa, mercaderes pertenecientes a las razas más diversas y heterogéneas.

Dos europeos, ubicados en la proa del barco, observaban con sumo interés el aspecto de la ciudad. Si bien ambos conversaban en francés, su porte y su acento permitían deducir que pertenecían a razas distintas.

El de más edad, que aparentaba tener unos cuarenta o cuarenta y cinco años, era alto, delgado, de bigotes y cabellos rubios; por la blancura de su piel parecía dinamarqués o alemán.

El otro, en cambio, bajo y macizo, de tez oscura y cabellos renegridos, aparentaba diez o doce años menos. Mientras el primero accionaba con la flema característica de los sajones, el segundo demostraba la extraordinaria vivacidad típica de las razas meridionales.

—¡Por fin! —exclamó el rubio al ver delinearse el contorno de la ciudad—. Me estaba cansando de este viaje.

—Tú siempre has preferido volar entre las nubes, Otto —le contestó el más joven.

—Sí, Mateo. Yo he nacido para navegar entre las nubes, y no para ser un marinero como tú.


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Dominio público
129 págs. / 3 horas, 46 minutos / 362 visitas.

Publicado el 3 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

La Cimitarra de Buda

Emilio Salgari


Novela


PRIMERA PARTE. LA CIMITARRA DE BUDA

I. LA FIESTA DE LA COLONIA DANESA

El gran río Si-Kiang, que surca a lo largo de doscientas leguas las provincias meridionales del gigantesco imperio chino, se divide, cerca de su desembocadura, en numerosos canales que forman una infinidad de islas, algunas de las cuales poseen una frondosa vegetación y cuyos habitantes se agrupan en populosas ciudades; otras, en cambio, permanecen totalmente estériles, pantanosas, desiertas.

Después de la guerra anglo-china de 1840, más conocida con el nombre de Guerra del opio, un cierto número de europeos y no pocos americanos, aprovechando la autorización forzosamente concedida por el imperio chino, ocuparon algunas de aquellas islas, levantando importantes factorías. Obligados a huir al estallar la guerra de 1857, los colonos volvieron apenas firmada la paz, reconstruyeron los establecimientos destruidos por los chinos y reanudaron las relaciones comerciales con Cantón, Wampoa, Fatscham, Samschui, Schuck-Wan, Isi Nan y otras ciudades, de las cuales obtenían incalculables riquezas. En 1885, época en que comienza nuestra historia, estas colonias habían alcanzado un alto grado de esplendor.

La noche del 17 de mayo de ese año, la colonia danesa, con ocasión de la llegada de un navío de guerra, daba en los amplios jardines de la factoría una brillantísima fiesta, a la cual habían sido invitados europeos, americanos y chinos.

Un gentío extraordinario, alegre, ruidoso, se agitaba en los jardines espléndidamente iluminados con millares y millares de farolillos de colores.


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273 págs. / 7 horas, 57 minutos / 498 visitas.

Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Jirafa Blanca

Emilio Salgari


Novela


Capítulo I. El jefe de los Griquas

Una hermosa mañana del mes de Mayo de 1858, uno de esos grandes furgones que utilizan los colonos del Cabo de Buena Esperanza y los boers del Orange y del Transvaal, verdaderas casas ambulantes, que sirven de albergue durante la noche, se detenía en las orillas de un riachuelo tributario del Orange.

Iba tirado por un par de bueyes guiados por dos robustos negros armados de largas trallas y seguidos por dos hombres blancos, montados en magníficos caballos de pura raza.

Uno de los europeos era un anciano que frisaría en los sesenta años, de cabellos blanquísimos, la barba muy larga, la piel algo bronceada, y defendidos los ojos con gafas negras para resguardarse de los reflejos del sol africano.

Su compañero era un joven rubio, de tez rosada, ojos azules, bastante robusto, a juzgar por sus formas y la anchura de sus hombros, y con barbas no menos crecidas que las de su compañero. Vestían ambos como los colonos del Cabo de Buena Esperanza. Llevaban sombreros de fieltro de alas muy anchas, cazadora y pantalones de gruesa tela azul, polainas muy altas con doble fila de botones y zapatos con espuelas de acero.

Iban armados de cortas y pesadas carabinas, verdaderas armas para la caza de los grandes animales y llevaban pendientes del cinto sendos cuchillos de un pie de largo, asaz puntiagudos.

—¿Nos detenemos aquí, William? —preguntó el viejo, al ver que el carro se detenía.

—Sí, doctor —respondió el joven—. Debemos esperar al jefe de los Griquas, de quien espero saber dónde podremos encontrar esa famosa jirafa blanca.

—¿Sabéis, William, que si conseguís encontrarla, el director del Jardín Zoológico de Berlín os pagará una gruesa suma?


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121 págs. / 3 horas, 32 minutos / 445 visitas.

Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

23456