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autor: Emilio Salgari etiqueta: Novela


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Los Náufragos del Liguria

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO I. UN DRAMA EN EL MAR

—¡Fuego!

—¡Eh!… ¡Tonico!… ¿Sueñas o duermes?

—¡Fuego!

—¡Pero tú has bebido, tunante!

—¡No! ¡Veo el humo!

—¡Con esta oscuridad!… ¡El muchacho se ha vuelto loco!

Una voz que tenía el acento duro de nuestras gentes del Mediodía, gritó furiosa, en la toldilla del barco:

—¡La chalupa grande huye!… ¡San Genaro eche a pique a esos malditos!…

—¿A quien van a echar a pique? —preguntó otra voz a la proa.

—¡Huyen! ¡Allí van de arrancada! ¡Que el diablo acompañe a esa canalla!

—¡Tenemos fuego a bordo!…

Una exclamación general se alzó en las tinieblas.

—¡Los miserables!…

—¡Han incendiado el bergantín!…

—¡No es posible!

—¡Sí!… ¡Sale humo de la despensa!

—¡Capitán!… ¡Oficial de cuarto!…

—¡Ohé…; sobre cubierta todo el mundo!…

—¡San Marcos nos ayude!…

—¡A las bombas! ¡A las bombas!

—¡Y aquellos miserables huyen!

Un hombre medio desnudo de mediana estatura, pero tan fuerte y robusto como un novillo y con la cara cubierta por fosca barba, se lanzó fuera de la camareta de popa gritando:

—¿Qué es lo que sucede?

El oficial de cuarto que abandonaba en aquel momento el castillo de proa, se precipitó a su encuentro diciendo con voz ronca:

—¡Capitán… los rebeldes se han escapado!

—¡Los dos malteses!

—¡Sí capitán!

—Pero… ¿Cuándo?

—¡Ahora mismo!

—¿Por donde? ¿No estaban encadenados?

—¡Sí señor! pero creo que han roto las cadenas.

—¡Mil bombas! ¡Traedme un fusil y dad orden para perseguirlos, o yo…!

—¡Es imposible, capitán!

—¿Quién dice eso? —gritó el capitán.

—¡Tenemos fuego a bordo!


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230 págs. / 6 horas, 43 minutos / 634 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Bandidos del Rif

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO I. LA NAVE CONTRABANDISTA

Un gran destello, parecido a una cimitarra de fuego surcó las nubes tormentosas, proyectando sobre las islas Chafarinas un vivo resplandor. En ese instante, el barco español a pesar de que tenía recogidas todas sus velas y tenía casco muy ancho, se ladeó bajo una terrible ráfaga, mientras que una gran ola barrió la cubierta.

El capitán, un hombre de casi dos metros, negro como un senegalés, gritó a sus cuatro marineros argelinos una serie de órdenes.

Casi al mismo tiempo, entre el sonido del silbido del viento y el ruido de las olas, se oyó una voz gritar:

—¡Abajo esa navaja o te estrello la guitarra en la cabeza!

—¡No, señor! Has hablado largamente con Zamora, aprovechándote de la tormenta.

—¿Es que no puedo hablar con la gitana de Salamanca que viene aquí?

—¡No!…

—¿Con qué derecho?

—El jefe de los gitanos me ha mandado vigilar a Zamora.

—¿Por qué?…

—¡Ve y pregúntale!

—Entonces… ¿me quieres matar?

—¡Si!, antes de que el barco tome tierra en las orillas del Rif.

—¿Quién lo dice?…

—¡Yo, Janko!…

—¡Atácame valiente, si tienes la suficiente audacia! Usa tu navaja, yo usaré mi guitarra, y luego te echaré al mar.

Los dos adversarios, que se enfrentaban en medio de la tormenta que asaltaba el barco contrabandista, eran dignos uno del otro.


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285 págs. / 8 horas, 20 minutos / 409 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Dos Tigres

Emilio Salgari


Novela


Primera parte. Los estranguladores

1. «El Mariana».

En la mañana del día 20 de abril de 1857, el vigía del faro de Diamond-Harbour, advertía la presencia de un barco pequeño, que debía de haber entrado en la embocadura del río Hugly durante la noche sin reclamar los servicios de ningún piloto.

A juzgar por sus enormes velas, parecía un velero malayo; pero el casco no se parecía a los de los praos, pues no llevaba los balancines que usan éstos para apoyarse mejor en las aguas, cuando las ráfagas de viento son muy violentas, ni tampoco aquella especie de toldilla, propia de las embarcaciones de ese tipo y que los indígenas denominan con el nombre de attap.

Estaba construido con franjas de hierro y durísima madera, no tenía la popa baja, y su desplazamiento era tres veces mayor que el de los praos ordinarios, los cuales en muy pocas ocasiones llegan a las cincuenta toneladas.

Fuera lo que fuese, era un velero muy bonito, largo y estrecho, que, con un buen viento de popa, debía de bogar mucho mejor que todos los buques de vapor que por entonces poseía el Gobierno anglo-hindú. En suma, era un barco que recordaba, si exceptuamos su arboladura, a aquellos otros famosos que violaron el bloqueo en la guerra entre el Sur y el Norte de Estados Unidos.

Pero, probablemente, lo que asombró más al vigía del faro fue la tripulación de aquel velero, demasiado numerosa para un barco tan pequeño y tan extraño.

Estaban allí representadas las razas más belicosas que existían en toda Malasia. Había malayos de color moreno y torva mirada, bugueses, mascareños, dayakos, etc.; se veían muchos negros de Mindanao y algunos papúas, con la enorme cabellera recogida por un peine de grandes proporciones.


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314 págs. / 9 horas, 9 minutos / 720 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Dos Abordajes

Emilio Salgari


Novela


CAPITULO I. UN CAÑONAZO A TIEMPO

El día 17 de marzo de 1775, una gran parte de la escuadra inglesa, que había permanecido estacionada en aguas de Boston durante el prolongado asedio de esta ciudad por los americanos, se hacía a la vela con rumbo a alta mar, llevando a bordo la extenuada guarnición, compuesta de más de diez mil hombres.

La rendición de la capital de Massachusetts había sido un rudo golpe para el poderío inglés, que hasta entonces había considerado a los americanos como simples partidas de rebeldes, a los que llamaba despectivamente provinciales, sin reconocer que se trataba de verdaderos soldados.

Antes de salir de la ciudad, aquella guarnición, compuesta en su mayor parte de mercenarios alemanes, había saqueado todas las riquezas de los habitantes, llevándose cuanto pudieron encontrar de valor, y habían inutilizado toda la artillería clavándola o arrojándola al mar.

Únicamente habían respetado los almacenes de víveres, que, por otra parte, contenían bien escasas existencias: 2500 medidas de carbón mineral, otras tantas de trigo, 2300 de cebada, 600 de avena y unas 100 orzas de aceite. Reses, ninguna; hacía ya mucho tiempo que la guarnición había empezado a sacrificar los caballos, y apenas si quedaban unos ciento cincuenta de éstos, reducidos al estado de esqueleto.

Dueños los americanos de todas las alturas que dominan la ciudad, en las cuales habían emplazado gran número de cañones de sitio, permitieron a la guarnición salir de la plaza, a condición de respetar dichos almacenes, pues también los sitiadores se hallaban exhaustos de provisiones de boca y hacía varios meses que venían luchando con el hambre.

Mandaba la escuadra el general Howe, almirante improvisado, y se alejaba de las peligrosas aguas de la amplia bahía de Boston para refugiarse en Halifax, que aún permanecía en poder de los ingleses.


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254 págs. / 7 horas, 25 minutos / 516 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Los Horrores de las Filipinas

Emilio Salgari


Novela


PRIMERA PARTE. LOS MISTERIOS DE THAN-KIU

Donde cae una semilla de placer brotan mil gérmenes de dolor.

SCHILLER

CAPÍTULO I. LOS JURAMENTADOS DE SOLÚ

¡Los moros! ¡Los moros! Este grito retumba como un trueno en las calles de Manila, la opulenta capital de Filipinas.

Una muchedumbre aterrada, pálida, con los ojos desencajados, se precipita como un huracán por el soberbio puente de diez ojos que une la ciudad murada, la ciudad española, con los populosos arrabales de Binondo y Santa Cruz, que forman la ciudad china.

Algunos de los fugitivos, atropellados por los que vienen detrás de ellos, caen al suelo; pero no tardan en levantarse y en emprender de nuevo su desesperada carrera gritando siempre:

—¡Los moros! ¡Los moros!

Hombres, mujeres, niños, españoles, tagalos, chinos, mercaderes, marineros, barqueros del Passig y soldados, todos corren como si los siguiera una manada de fieras sedientas de sangre.

Caen algunas mujeres y niños envueltos por aquella oleada humana; que avanza con ímpetu irresistible. La multitud pasa sobre ellos pisoteándolos; pero ¿quién se preocupa por tan poca cosa en aquellos momentos?

Entra la turba en la ciudad atropellando a centinelas y aduaneros y aullando siempre:

—¡Huid! ¡Sálvese el que pueda! ¡Los moros! ¡Los moros!

Ciérrense estrepitosamente las puertas de las casas; bájense de un golpe los cierres de las tiendas, huyen despavoridos los vendedores de frutas y hortalizas, dejando abandonadas sus mercancías en medio de las calles, fustigan los cocheros a los caballos y salen disparados con sus vehículos, sin mirar si atropellan a alguien.

Abrense algunas ventanas, y salen de ellas miedosas voces que preguntan:

¿Qué pasa?

—¡Vienen de Binondo! —responden algunos fugitivos sin detenerse.

—Pero ¿quiénes?

—¡Los juramentados!


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249 págs. / 7 horas, 16 minutos / 543 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Los Dramas de la Esclavitud

Emilio Salgari


Novela


CAPITULO I. LA BAHÍA DE LÓPEZ

—¡Ten cuidado, muchacho, y abre bien los ojos!

—Pero, ¿a qué venimos aquí, maestro Hurtado?

—¡Quién lo sabe, Vasco!

—¿Te ha dicho algo el capitán?

—Sí y no.

—No comprendo ese enigma, maestro.

—Ni te hace falta; y calla, que mientras hablamos como papagayos, no observamos el banco. ¿No oyes cerca la resaca?

—Un golpe de timón y salimos adelante, maestro. Está esto tan oscuro, que en la cala de la Guadiana, a medianoche, se ve mejor que aquí.

—Lo creo, Vasco. ¡Uf! ¡Qué olor a pólvora se siente aquí!

—¡Y a cuerda de verdugo, maestro mío!

—Tu, ríete. ¡Quién sabe si dentro de un cuarto de hora te encontrarás colgado de una verga y haciendo trenzados con las piernas!

—¿Lo cree usted así, Hurtado?

—¡Que si lo creo! ¡Mil diablos! ¿No sabes que el Kentucky ha sorprendido al brasileño?

—No, Hurtado. ¿Y los castigaron a todos?

—Como a ladrones. Los corsarios no bromean, y cuando apresan una nave negrera, castigan a la tripulación con verdadera crueldad.

—Pues ya sabemos que el capitán Cabral no nos hará más la competencia.

—No; le colgaron de una verga del Kentucky, así como a toda su tripulación. Se dice que nadie ha visto un fandango tan animado como el que aquellos negreros bailaron.

—¡Me da frío de oírte! ¡Veintisiete hombres bailando la danza de la muerte!

—¡Pues abre bien los ojos si no quieres bailarla tú también! ¡Por los cien mil cuernos del demonio! ¿Qué es lo que se ve allí?

El maestro se levantó violentamente, haciendo oscilar la chalupa, escupió el tabaco que masticaba y dirigió los ojos hacia el Sur, arrugando la frente.

—Es la punta de Fetiche —dijo Vasco.

—La veo.

—¿Y en ella nos espera Bango?

—Sí; le he avisado por medio de los negros costeros.


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139 págs. / 4 horas, 3 minutos / 447 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Flor de las Perlas

Emilio Salgari


Novela


PRIMERA PARTE. FLOR DE LAS PERLAS

CAPÍTULO I. EL NAUFRAGIO DE LA CAÑONERA

—¿Es verdad, pues?

—No se habla de otra cosa en Binondo.

—¿Y las autoridades españolas?

—Confirman la noticia.

—¿Todos perdidos?

—¡Quién sabe!

—¿Pero Romero… el comandante… la Perla?… —Se ignora si perecieron o se salvaron.

—Habla bajo.

—¿Está despierto la pobre Than-Kiu?…

—Pocos minutos ha, no se había dormido todavía.

¿Qué dirá cuando sepa la terrible noticia?

—No hace falta comunicársela, Pram-Li; podría morir; está aún débil por la pérdida de sangre. ¡Qué golpe!… ¡Hang-Tu y Romero a la vez!… valiera haber muerto con su hermano.

—¿Eh?… ¡Quién sabe! El amor más ardiente se trueca a veces en odio implacable… ¿Acaso el mar no la ha vengado de la felicidad de la mujer blanca?

—Than-Kiu no sabe odiar, y además… amaba demasiado a Romero, y creo que, mientras conserve un átomo de vida, acariciará el hermoso sueño de su alma juvenil.

—¿Habla siempre de Romero?

—Siempre, Pram-Li. Hasta de noche sueña con él, llamándole con voces tan lastimeras que me desgarra el alma.

—¿Y no lanza imprecaciones contra la joven blanca?

—Nunca una palabra de cólera o desdén salió de labios de la pobre Than-Kiu contra la Perla de Manila. Cree en la fatalidad y culpa sólo al destino de la terrible catástrofe que la ha herido.

—Y el destino la vengó, Sheu-Kin; el mar se ha tragado, indudablemente, a Teresita y a su padre.

—Acaso sí; y quizá también a Romero.

—¿Ha venido el médico?

—Si, Pram-Li.

—¿Y qué ha dicho?

—Que Than-Kiu está ya curada y puede abandonar el lecho del dolor. La herida está bien cicatrizada.

—¿Qué va a hacer?


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277 págs. / 8 horas, 6 minutos / 431 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Tesoro del Presidente del Paraguay

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO PRIMERO. UNA NAVE MISTERIOSA

La noche del día 22 de enero de 1869 un buque de vapor de un porte de 450 a 500 toneladas, con arboladura de goleta y que parecía haber surgido repentinamente del mar, ejecutaba extrañas maniobras cambiando de rumbo cada doscientos o trescientos metros, a distancia de cerca de cuarenta kilómetros de la amplia desembocadura del Río de la Plata en América del Sur.

Su esbelta silueta, su proa provista de espolón, sus numerosas troneras que parecían destinadas a bocas de cañón o por lo menos a cañones de ametralladoras, su velocidad muy superior a la de los buques mercantes, y, sobre todo, sus ochenta hombres quo en aquel momento ocupaban la toldilla, todos armados con fusiles, y su cañón grueso, montado en una torreta blindada que se levantaba delante del árbol de trinquete, le daban a conocer a primera vista, como uno de aquellos barcos llamados cruceros poderosos auxiliares de los buques acorazados.

Ni en el mastelero del mayor, ni en la verga de la randa, ni en el asta dé popa, llevaba bandera alguna que pudiese indicar a qué nación pertenecía, y aunque la noche fuese oscura como la recámara de un cañón y navegase por parajes bastante frecuentados, donde una colisión podía de un momento a otro echarlo a pique, no llevaba ninguna de las luces prescritas por los reglamentos marítimos.

Extrañas conversaciones se cruzaban en lengua española entre los marineros, especialmente entre aquellos que vigilaban a proa, bastante lejos de los oficiales que estaban de pie en el puente de mando, ocupados en escudriñar el mar con poderosos anteojos.

—Dime, Pedro —decía un mozalbete que masticaba con visible satisfacción un gran pedazo de cigarra, volviéndose hacia un contramaestre que estaba apoyado en una pequeña ametralladora tapada con una funda de tela embreada—, ¿se atraca o seguimos navegando?


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238 págs. / 6 horas, 57 minutos / 626 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Hijo del León de Damasco

Emilio Salgari


Novela


1. La sobrina de Alí-Bajá

—Ahí tenéis la bandera azul de los tres leones rampantes… Allí está la galera del bajá de Damasco. ¡Izad la nuestra!… Señora, ya se aproxima el momento de la venganza.

Aquellas palabras las pronunciaba un guerrero turco de elevada estatura, membrudo y de piel bastante bronceada, quien, al parecer, acechaba desde días atrás la llegada del navío, en lo alto del imponente castillo de Hussif, sólida mole de construcción veneciana, tan maciza y fuerte que se precisaron doscientas galeras turcas para obligar a rendirse a los últimos bravos que sobrevivieron a la caída de Chipre. Frente al mar y a la tierra alzaba sus elevadísimas torres y sus espaciosas terrazas, defendidas por más de cincuenta culebrinas y de veinte bombardas, imponiendo respeto.

La voz del fuerte guerrero, tan rotunda como el mugido de un toro, se impuso por un instante al fragor de la resaca y resonó de arriba abajo de la torre.

Pasado un momento surgió una joven, que salió de una de las torres, y penetró casi a la carrera en la terraza. Era muy hermosa y tendría unos veinte años; alta, esbelta, de ojos negrísimos que resaltaban bajo largas cejas bellamente delineadas, de boca pequeña con rojos labios semejantes a cerezas maduras, y cabello larguísimo y suelto, de color ala de cuervo. En su semblante, aunque con una perfección de rasgos casi griega, había cierta dureza y energía que denotaba al momento a la mujer turca, cruel siempre, en el fondo, por haberla acostumbrado a ello los sultanes de los siglos XV y XVI.


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148 págs. / 4 horas, 19 minutos / 731 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Montaña de Luz

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO 1

Una muy calurosa tarde de julio de 1843, un elefante de estatura gigantesca, trepaba fatigosamente los últimos escalones del altiplano de Pannah, uno de los más salvajes y al mismo tiempo más pintorescos de la India central.

Como todos los paquidermos indostánicos, que solamente pueden mantener los potentados, llevaba sobre su dorso una rica gualdrapa azul, con bordes rojos, largos colgantes en las enormes orejas, una placa de metal dorado protegiéndole la frente, y anchas cinchas destinadas a sostener el hauda, esa especie de casilla que puede contener unas seis personas cómodamente ubicadas.

Tres hombres montaban al coloso; primero su cornac, o sea conductor, que se mantenía a caballo sobre el robusto pescuezo del animal, con las piernas ocultas bajo las gigantescas orejas, empuñando un pequeño arpón con punta de acero; más atrás, en el interior del hauda, viajaban los pasajeros, que por sus ropas parecían pertenecer a una elevada casta.

Mientras el primero desafiaba los rayos solares sin preocuparse casi, los otros dos estaban cómodamente ubicados en sendos cojines de seda dentro dé la especie de torrecilla, cubierta por arriba con un toldillo de percal azul y dorado.

El mayor de los dos hombres era un hermoso representante de la raza indostánica, de unos cuarenta años, alto, delgado y de anchos hombros.

Vestía un amplio doote de seda amarilla con adornos rojos, que caía en amplios pliegues, ajustándose en torno a su cintura por medio de una faja roja recamada en oro, y tenía la cabeza envuelta en un pañuelo.


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177 págs. / 5 horas, 10 minutos / 472 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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