Personajes del drama
Coro de las Danaides
Dánao, Padre de las Danaides
Pelasgo, el rey de los argivos
Heraldo
Las suplicantes
La acción, en Argos. Al fondo de la orquéstra, una colina con estatuas de los dioses agorales.
(Entra el CORO y se detiene al pie de una
colina con altares y estatuas de dioses. Primero, evoluciona. Luego, se
dirige a los dioses y la tierra de Argos, a la que acaban de arribar).
CORO. Que Zeus Suplicante benévolo mire nuestra naval hueste que un
día zarpara de la fina arena del delta del Nilo. Tras haber dejado de
Zeus la provincia, vecina de Siria, al exilio huimos; no es que,
condenadas por popular voto, en pago de un crimen, la patria dejemos; es
que nuestro pecho, por naturaleza, al macho aborrece, y así ha
rechazado bodas con los hijos de Egipto, y su insania.
Dánao, mi padre y mi consejero, autor de mi intriga, sopesando
todas las suertes del juego, esto ha decidido, que mi honor protege:
huir velozmente por la ola marina, y arribar a Argólide, de donde
procede toda nuestra estirpe, que, un día, se jacta, nació de la vaca
que un tábano pica, al tacto y al hálito de Zeus, nuestro Padre. ¿A
qué territorio llegar, pues, podemos más benigno que este, con el brazo
armado de arma suplicante, la rama ceñida de albísima lana?
¡Que esta ciudadela, que este territorio, que sus aguas puras, que
los altos dioses y los subterráneos que ocupan sus tumbas, que Zeus
salvador, en lugar tercero, que el hogar protege de los hombres puros,
acojan benévolos a este equipo nuestro hecho de mujeres, con el aire
suave propio de esta tierra; mas que el macho enjambre lleno de
insolencia, nacido de Egipto, antes de que ponga su pie en esta tierra,
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