Argumento
Cuando los griegos pusieron sitio a Troya y Príamo se vio acometido
de tantos y tan fuertes enemigos, no solo acudió a la defensa de su
reino poniendo al frente de sus tropas a sus numerosos hijos, que podían
manejar las armas, sino que, presintiendo el fatal desenlace que esta
guerra podría tener para su familia, confió su hijo impúbero Polidoro a
la custodia de Poliméstor, rey del Quersoneso de Tracia, y depositó en
sus manos al mismo tiempo un cuantioso tesoro. Poliméstor, mientras
resistieron los troyanos, fue fiel a los deberes que le imponían sus
antiguas relaciones con Príamo, en cuya mesa había apurado tantas veces
la copa de la hospitalidad; pero cuando pereció el anciano rey de Ilión y
los griegos la tomaron e incendiaron, repartiéndose su rico botín y las
cautivas que habían hecho, según las leyes de la guerra entonces
vigentes, codicioso del oro que guardaba, o por congraciarse con los
vencedores, o sin temor ya a los parientes de su tierno pupilo, lo
asesinó con alevosía, apoderándose de sus riquezas. A los tres días de
muerto, y deseosa la sombra de Polidoro de que se diese sepultura a su
cadáver, se apareció a su madre Hécuba, que, en compañía de las esclavas
troyanas, esperaba en el Quersoneso vientos favorables a la navegación
de los griegos. Hallábanse estos detenidos allí, aterrados con el
fantasma de Aquiles, que, derecho sobre su túmulo, situado enfrente,
había rogado que se le sacrificase Políxena, hija también de Príamo y de
Hécuba, y hermana de Polidoro; y con tal premura que, a no hacerlo, no
podrían navegar hacia su patria. Esta tragedia de Eurípides se propone
representar dramáticamente los dolores de Hécuba, herida en su corazón
por la muerte de sus dos hijos Políxena y Polidoro, y la venganza que
toma de Poliméstor, cegado por ella y por sus esclavas, que matan
también a sus hijos.
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