Justa y Rufina
Fernán Caballero
Cuento
Capítulo I
Lo bello es lo que agrada a la virtud docta y culta.
De Maistre.
Ni los padres que forman a sus hijos según ellos mismos, ni los
preceptores que pretenden desenvolver sólo las inclinaciones naturales,
logran sus fines. De este conflicto eterno entre la naturaleza y la
vida, se puede inferir que hay una mano poderosa y oculta que educa
tanto a las naciones como a los individuos.
Schlosser.
La vida presente no es sino una transición, una prueba, pero no un término.
Desnoiresterres.
La hermosa y distinguida marquesa viuda de Villamencía, sentada
en el cierro de cristales de su gabinete, fijaba su triste y lánguida
mirada en su hija, que en medio de la habitación estaba jugando con
otras criaturas de su edad. Esta niña, que tenía cinco años, era el tipo
de una pequeña nilis, con su con su tersa y alba tez y sus rubios
cabellos, que flotaban en gruesos rizos sobre sus espaldas desnudas; las
miradas de sus ojos azules eran tan dulces, que se volvían tristes
cuando se fijaban. No siempre es dulce la tristeza; pero la dulzura por
lo regular es triste, puesto que siempre se siente oprimida por la
fuerza, o lastimada por la soberbia, o herida por la dureza, o
acongojada por la lástima.
Frente a esta niña había otra como de siete años, cuyo tipo era vulgar. Su rostro era basto y moreno; sus ojos negros y grandes hubiesen sido bellos, si la mirada audaz, curiosa, sostenida y molesta que les era propia, y que con desenfado clavaba su dueña en cada persona y en cada objeto, no los hubiese hecho sobremanera desagradables y repulsivos.
Dominio público
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Publicado el 28 de octubre de 2020 por Edu Robsy.