Textos mejor valorados de Fernán Caballero disponibles | pág. 2

Mostrando 11 a 20 de 30 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Fernán Caballero textos disponibles


123

Cosa Cumplida... Sólo en la Otra Vida

Fernán Caballero


Diálogo, Tratado, Cuento


Introducción a los diálogos

¿Queréis saber lo que son, en sentir de su autor Fernán Caballero, los Diálogos entre la juventud y la edad madura? Pues oídlo de su boca:

«Recuerdos de un villorrio, de un sochantre de lugar, de un interior pacífico, de niños y de flores; en fin, nimiedades.»1

¿Deseáis conocer los gustos del escritor, y la disposición de su alma al escribir estas páginas?

«Me gustan los árboles como a los pájaros, las flores como a las abejas, las parras como a las avispas, y las paredes viejas como a las «salamanquesas.»

—«¡Chitón, conde, chitón! No quiero que mis flores den ocasión a la sátira, ni mis buenas gallinas pábulo a la crítica.

—Pero —repone su interlocutor— ¿en dónde no hallareis vos amigos, marquesa?

—Allí donde no sientan todos como vos, y no me miren con vuestros parciales ojos.»

¡Quién dijera que tan pronto iban a demostrar los sucesos la exactitud de este presentimiento!

Pero he aquí anunciado en pocas palabras al lector lo que también en breves razones deseamos decirle.

No es un secreto para el público lo que acerca de Fernán Caballero siente y piensa el que escribe estas líneas, que mirará siempre como uno de sus mejores timbres haber logrado la confianza del insigne novelista para cuidar de la presente edición. Por lo mismo, y satisfechos con haber consignado en ella nuestro nombre entre tantos ilustres literatos que se han apresurado a tributarle homenaje, nos habíamos propuesto dejar libre el paso para que otros pudiesen formar parte de tan brillante acompañamiento.


Leer / Descargar texto

Dominio público
156 págs. / 4 horas, 34 minutos / 174 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2019 por Edu Robsy.

La Estrella de Vandalia

Fernán Caballero


Novela


Prólogo

Al comenzar estas pobres líneas, miserable fachada que pego con vergüenza a dos tan graciosos monumentos, y al escribir de novelas, según creo, por primera vez, después de tanto como he escrito en este mundo, juzgo que mis lectores no llevarán a mal el que principie confesándome con ellos sobre esta materia, a fin de que conozcan desde luego mis aficiones, mis hábitos, casi iba a decir mis doctrinas, algo de lo que siento y lo que pienso acerca de una lectura tan generalizada en nuestro siglo y en nuestro país.


Leer / Descargar texto

Dominio público
109 págs. / 3 horas, 12 minutos / 162 visitas.

Publicado el 1 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Un Servilón y un Liberalito

Fernán Caballero


Novela corta


Prólogo

Sr. D. Fermín de la Puente y Apecechea.

Mi muy respetado y querido amigo: Recibo la grata de Vd. y la novela de Fernán Caballero, titulada Un servilón y un liberalito, acerca de la cual me pregunta Vd. ¿qué me parece? añadiéndome que lo hace con el deliberado propósito de contárselo al público.

No tema Vd. que esta última circunstancia influya para nada en mi respuesta. Fuera de que hace tiempo ambicionaba yo la honra de poner mi nombre entre los admiradores del gran novelista, estoy ya tan acostumbrado a tratar con el público, que a veces cuando le hablo, dudo si hablo conmigo a solas. Además, ¿qué podría yo decirle que él no supiera, en justa alabanza de aquel escritor eminentemente español y cristiano, y de esta obra, que es una de las joyas más preciosas que enriquecen su corona?

Usted sabe que nosotros los aficionados a los libros, escogemos amigos entre los escritores; y yo puedo asegurarle, que apenas comenzó a sonar por España el nombre de Fernán, ya le tuve por mi amigo, y no me cansaba de leer sus obras, y las leía hasta con gratitud, como es natural sentirla hacia el ser benéfico que posee el secreto de adormecer los dolores del alma, y fortalecer en sus abatimientos al espíritu contristado.

Y cierto no robaba mi atención tanto la gala del estilo; sino la nobleza de las ideas y la pureza del sentimiento: no veía yo en el incógnito escritor o escritora a la matrona deslumbrante con riquísimos joyeles, sino a la mujer sencillamente ataviada, que no ha menester otro adorno que su belleza, y en cuya sonrisa se descubre la bondad del alma, y en el mirar de sus ojos un pudor y una inocencia como si fueran del cielo.


Leer / Descargar texto

Dominio público
73 págs. / 2 horas, 8 minutos / 144 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Las Dos Gracias

Fernán Caballero


Cuento


Capítulo I

A la caída de una tarde de invierno, apenas hubieron concluido de tocar la oración las campanas de la hermosa iglesia de la ciudad de Carmona, cuando trocando la gravedad de los sonidos que llaman a la oración, en gozoso repique, anunciaron el bautismo de un recién nacido.

Poco después salió del templo una numerosa comparsa de bien acomodados menestrales, echando el que iba al lado de la madrina, que llevaba la criatura, monedas de cobre con gran profusión a una turba de chiquillos que a grandes gritos pedían el pelón.

Al cabo de media hora salió igualmente de la iglesia una mujer que llevaba también una criatura en brazos, sin más acompañamiento que un anciano al parecer, que vestía un uniforme raído, un sacerdote, y un niño.

—Entre tanto, el cura de la parroquia inscribía en sus libros: «Hoy 4 de Febrero de 184... bauticé a María de Gracia, hija de Josefa Martínez, y de Mateo López, maestro carpintero de esta ciudad».—Y en seguida con igual fecha:

«Bauticé en el mismo día a María de Gracia, hija de doña Teresa Espinosa de los Monteros, y de D. Ramón Vargas de Toledo, Caballero de Alcántara, coronel que ha sido de infantería».

La comparsa que fue acompañada por la bulliciosa turba hasta su casa, al entrar en ella se dirigió a la alcoba de la parida, a la que puso la madrina la criatura en los brazos diciéndole:

—Aquí tienes a tu hija cristiana, Dios te dé a ti salud para criarla, y a ella el salero y gracia de su madre, para que le venga bien el nombre de Gracia que se le ha puesto.


Leer / Descargar texto

Dominio público
91 págs. / 2 horas, 40 minutos / 142 visitas.

Publicado el 1 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Los Dos Memoriales

Fernán Caballero


Cuento


En una de las humildes casas cobijadas por techos de anea o chamiza, de los que en casi su totalidad se compone el pueblo de Dos Hermanas, estaba, a fines del verano de 1862, una anciana, en cuyo expresivo rostro se pintaba la aflicción y la angustia, ocupada en reunir unas sillas bastas, unos cuadritos y otros enseres de poco valor, pero de gran precio para su dueña, pues constituían todo su ajuar.

—¿Qué está usted haciendo, tía Manuela? —la preguntó otra mujer joven y alta, cuyas ropas raídas demostraban suma pobreza, y cuyo semblante abatido atestiguaba también en ella pesares—. ¿Se va usted a mudar?

—Yo, no, Josefa, hija —contestó la anciana—, pero voy a mudar mi ajuar. Arrepara el techo de mi casa, que se ha vencido y está para desplomarse, por lo que voy a pedirle a Rosalía que me recoja estos chismes en su casa.

—Yo ayudaré a usted a mudarlos —repuso la joven, y cargando con parte del ajuar, precedida por la dueña, que llevaba lo restante, atravesaron la calle y entraron en la casa de la indicada vecina.

—¿Qué es esto, tía Manuela? —exclamó ésta al verla entrar—. ¿La echan a usted de su casa?

—Sí, hija —contestó la interpelada—; me echan y con cajas destempladas, esas nubes, que si les da gana de descargar, van a hacer de mi casa un lodazal, pues el techo, que es más viejo que yo, se ha vencido y está hecho una criba. Quiero, al menos, resguardar mi ajuar, y para eso déjame, hija, que lo meta en tu sobrado, y Dios te premiará la buena obra.

—Sí, señora, con mil amores; pero usted, ¿qué se va a hacer sin su ajuar?

—No lo sé, hija; pero como tenerlo en casa es lo mismo que tenerlo en la calle, preciso era buscar donde cobijarlo.

—El caso es, tía Manuela, que si usted no ve de componer el techo de su casa, se le va a desplomar a las primeras aguas de la otoñada, y ya no será mojados, sino aplastados, como van ustedes a hallarse.


Leer / Descargar texto

Dominio público
12 págs. / 22 minutos / 87 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Un Vestido

Fernán Caballero


Cuento


Caridad quiere decir amor. Hay tres clases de amor incluidas en esta denominación: el amor a Dios, que es la adoración; el amor a nuestros iguales, que es la benevolencia, y el amor a los pobres y los que padecen, que conserva el nombre de este amor teologal: caridad.

Si, por desgracia, en nuestra acerba y descreída era están tibios y aminorados los dos primeros, no lo está por suerte el último, que permanece en el siglo como una cruz en la cúspide de un edificio que van invadiendo, al menos al exterior, las frías aguas del indiferentismo.

Mientras más cunda la miseria merced a causas que no es del caso ni de nuestra incumbencia examinar, pero entre las cuales, no obstante, citaremos el lujo, que, semejante a un despreciable afeite, pero siendo en realidad una mortífera lepra, se va extendiendo sobre toda la sociedad y la carestía de los artículos de primera necesidad, que oprime y ahoga a las clases menesterosas como un dogal, mientras más cunda, decimos, la miseria, más ostensiblemente corre a su auxilio la caridad. Desde los graves hermanos de San Vicente de Paúl, que edifican al público, hasta los alegres histriones que lo divierten, todos concurren al misino objeto. Centuplica la caridad sus recursos y después que las señoras, imitando el ejemplo de las santas, le han dedicado los primores de sus agujas, los hombres, a su vez, las imitan, dedicando al mismo fin los trabajos de sus plumas. No elogiaremos este buen propósito; las buenas obras, sinceras y puras, tienen su pudor, que rechaza el elogio como una recompensa, puesto que la dádiva que obtiene premio no es tan dádiva como la que nada recibe, y esta es la razón por la que tantas almas piadosas ocultan el bien que hacen, mortificadas que son por la alabanza que excita.


Leer / Descargar texto

Dominio público
7 págs. / 12 minutos / 146 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Los Pobres Perros Abandonados

Fernán Caballero


Cuento


Hace pocos días que los diarios de Sevilla referían sin comentarios, y como cosa meramente curiosa, pero no conmovedora, el que, habiendo entrado un viajero en el tren del ferrocarril de Córdoba a Sevilla, y no habiendo querido o podido pagar la cuota designada para traer los perros en la jaula destinada a este objeto, abandonó al suyo, y que este apegado animal fue siguiendo al tren en su vertiginosa carrera. Llagaba poco después que él a las estaciones, en que caía jadeante y rendido, y cuando el tren se volvía a poner en marcha, emprendía de nuevo su inconcebible carrera para seguir a su ingrato amo. ¿Es creíble que ni su amo ni ninguno de los pasajeros se moviesen a pagar la corta cantidad que habría aliviado al infeliz animal de la angustia que sentía y del tormento que se daba?


Leer / Descargar texto

Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 137 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Vulgaridad y Nobleza

Fernán Caballero


Novela corta


Dedicatoria

El autor suplica al afamado y erudito Barón Wolf, tan admirado y respetado en su sabia patria como en todos los países cultos, y el que con tanta benevolencia ha juzgado y dado a conocer el primero en Alemania sus sencillos escritos, que le permita dedicarle este cuadro, en muestra de una gratitud que quisiera y no sabe demostrar de una manera más expresiva y digna

Fernán Caballero.

Prólogo

No son los extranjeros (que eso nada de extraño tendría), son los españoles, que nos hacen un cargo de pintar las cosas de nuestro país sólo por su lado favorable


Leer / Descargar texto

Dominio público
55 págs. / 1 hora, 36 minutos / 191 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2019 por Edu Robsy.

La Mitología Contada a los Niños e Historia de los Grandes Hombres de la Grecia

Fernán Caballero


Mitología, Historia, Filosofía


Prólogo de los editores

Aun cuando es cierto que la musa de las mentiras ha sido derrotada por la musa de las verdades, según la hermosa frase de Chateaubriand, y que por lo mismo las bellezas del Cristianismo han oscurecido y desterrado casi por completo la Mitología del campo de la poesía y de las bellas artes, no lo es menos que el conocimiento de las falsas deidades del Paganismo y de sus héroes o semidioses es indispensable para estudiar con provecho la historia de los grandes pueblos de la antigüedad, en particular del griego, tan fecundo en esclarecidos hechos, como portentoso en sus producciones artísticas y literarias, admirables por su originalidad, por su perfección y belleza.

Dar a conocer la Mitología a los niños, es prepararles para que puedan comprender, gozar y admirar las obras que nos legaron como modelos de buen gusto los sublimes genios que brotaron de Grecia y Roma.


Leer / Descargar texto

Dominio público
99 págs. / 2 horas, 53 minutos / 540 visitas.

Publicado el 7 de enero de 2019 por Edu Robsy.

La Viuda del Cesante

Fernán Caballero


Cuento


Las murallas de Cádiz son un hermoso paseo, ancho, llano, sin el menor obstáculo ni tropiezo, en el que puede pasear descuidado un ciego, un distraído o el que, absorbido en contemplar la vista que ofrece, anda, como aquéllos, sin brújula. Bajando por ella desde los cuarteles, se mira a la izquierda una fila de casas altas, alineadas, fuertes y uniformes como un regimiento prusiano, y a la derecha la bahía, poblada de barcos anclados, inmóviles y mustios como presos. ¡Qué imagen de la fuerza bruta es el navío! Privado de su piloto, todo lo atropella, destroza y hunde, hasta que él mismo se pierde en desconocidas playas.

La costa opuesta aparece confusa como un recuerdo medio borrado, y al frente se extiende el mar, que la cortedad de nuestra vista hace a cierta distancia unirse al cielo, no obstante de estar allí tan distantes como lo están aquí, y esto lo creemos por fe, como debemos creer otras muchas cosas que nuestra vista no alcanza ni nuestra concepción comprende, porque la comprensión del hombre, así como su vista, son limitadas.

Paseaban por esta muralla, hace de esto algunos años, dos señores. El uno era alto, de buena presencia; el otro era más pequeño, algo agobiado, y de semblante doliente y decaído.

—Paisano —dijo en tono jovial el más alto al que lo acompañaba—, usted se hace del porvenir un monte, y yo lo veo muy llano.


Leer / Descargar texto

Dominio público
17 págs. / 31 minutos / 113 visitas.

Publicado el 12 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

123