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autor: Fernán Caballero


123

La Mitología Contada a los Niños e Historia de los Grandes Hombres de la Grecia

Fernán Caballero


Mitología, Historia, Filosofía


Prólogo de los editores

Aun cuando es cierto que la musa de las mentiras ha sido derrotada por la musa de las verdades, según la hermosa frase de Chateaubriand, y que por lo mismo las bellezas del Cristianismo han oscurecido y desterrado casi por completo la Mitología del campo de la poesía y de las bellas artes, no lo es menos que el conocimiento de las falsas deidades del Paganismo y de sus héroes o semidioses es indispensable para estudiar con provecho la historia de los grandes pueblos de la antigüedad, en particular del griego, tan fecundo en esclarecidos hechos, como portentoso en sus producciones artísticas y literarias, admirables por su originalidad, por su perfección y belleza.

Dar a conocer la Mitología a los niños, es prepararles para que puedan comprender, gozar y admirar las obras que nos legaron como modelos de buen gusto los sublimes genios que brotaron de Grecia y Roma.


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Dominio público
99 págs. / 2 horas, 53 minutos / 540 visitas.

Publicado el 7 de enero de 2019 por Edu Robsy.

La Flor de las Ruinas

Fernán Caballero


Cuento


Capítulo I

A principios de este siglo, y antes de la invasión de los franceses en la Península Ibérica, se había reunido una numerosa sociedad en una de las casas de campo que circundan a Lisboa como macetas de flores.

Entonces la política estaba circunscrita al Gobierno. ¡Ojalá sucediese hoy lo mismo! Así podríamos decirle con el descanso que exclamaba un marido al contemplar el panteón de su mujer:


Ci gît ma femme... ¡Ah! qu'elle est bien
pour son repos, et pour le mien!


(Aquí yace mi mujer...
Ella descansa, y yo también.)


De esto resultaba que en las sociedades no disputaban, sino que se divertían, los concurrentes. No tomaban los hombres, para darse importancia y talante de hombres públicos, esos afectados aires de madurez, harto desmentidos en la vida privada; ni se anticipaba una agria y criticadora vejez. Por el contrario, se prolongaba, alguna vez con exceso, una alegre y móvil juventud; lo que, a lo menos, no hacía a los hombres antipáticos, hipócritas y arrogantes, ni peor al Gobierno.

Las mujeres, sin tener pretensiones algunas al espíritu de independencia que les quieren inocular las ideas avanzadas, no aspiraban a ser libres; pero eran de hecho soberanas; lo que engendraba el buen gusto y finura de aquella sociedad. La influencia de la mujer es la más selecta cultura que recibe el hombre.


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Dominio público
18 págs. / 31 minutos / 201 visitas.

Publicado el 28 de junio de 2020 por Edu Robsy.

La Hija del Sol

Fernán Caballero


Cuento


¿Est-ce vrai? —Oui: mais qu'importe?

Balzac.
 

Tocaban a ánimas las campanas de la ciudad de Sevilla, y muchos corazones religiosos se alzaban al cielo en aquella hora dedicada por la Iglesia a recordar a los muertos. Todo yacía frío, silencioso y triste en la invadiente oscuridad de una noche de Diciembre; una espesa cortina de nubes cubría las estrellas, que son, según dice un poeta, los ojos con que mira el cielo a la tierra.

En la sala de una de las hermosas casas de Sevilla, que los extranjeros llaman palacios, frente a una chimenea en que ardía y daba luz como una antorcha la alegre leña del olivo, estaba sentada una señora, sumida en los pensamientos graves y tristes que infundían la hora y lo lóbrego de la noche. No se oía sino el gemido del viento, que daba tormento a los naranjos del jardín, y que penetrando por el cañón de la chimenea, caía sobre la llama a la cual abatía temblorosa, esparciendo ráfagas de vacilante luz por la estancia. Parecía que la soledad la abrumase, y cual si un genio benéfico se ocupase en prevenir sus deseos, abriose la puerta, apareciendo en el umbral una persona cuya vista debió serle grata, puesto que al verla, hizo la señora un ademán y exclamación de alegría, y se levantó para ir a su encuentro.

La recién entrada era una señora de edad, bajita, trigueña, cuyos ademanes animados y cuyos ojos vivos y alegres denotaban que los años habían pasado por aquella naturaleza juvenil y activa sin doblegarla y sin que su dueña los notase.

—Vaya, marquesa —dijo la recién llegada—, que para venir desde donde yo vivo hasta tu casa se necesitan amor y coche.

—Te ha bastado el amor. ¡Y cuánto te lo agradezco! Ahora conozco la verdad que encierra este refrán: «Amor con amor se paga». ¡Salir en una noche como ésta!


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Dominio público
10 págs. / 18 minutos / 142 visitas.

Publicado el 28 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

La Gaviota

Fernán Caballero


Novela


Prólogo

Apenas puede aspirar esta obrilla a los honores de la novela. La sencillez de su intriga y la verdad de sus pormenores no han costado grandes esfuerzos a la imaginación. Para escribirla, no ha sido preciso más que recopilar y copiar.

Y, en verdad, no nos hemos propuesto componer una novela, sino dar una idea exacta, verdadera y genuina de España, y especialmente del estado actual de su sociedad, del modo de opinar de sus habitantes, de su índole, aficiones y costumbres. Escribimos un ensayo sobre la vida íntima del pueblo español, su lenguaje, creencias, cuentos y tradiciones. La parte que pudiera llamarse novela sirve de marco a este vasto cuadro, que no hemos hecho más que bosquejar.

Al trazar este bosquejo, sólo hemos procurado dar a conocer lo natural y lo exacto, que son, a nuestro parecer, las condiciones más esenciales de una novela de costumbres. Así es, que en vano se buscarán en estas páginas caracteres perfectos, ni malvados de primer orden, como los que se ven en los melodramas; porque el objeto de una novela de costumbres debe ser ilustrar la opinión sobre lo que se trata de pintar, por medio de la verdad; no extraviarla por medio de la exageración.

Los españoles de la época presente pueden, a nuestro juicio, dividirse en varias categorías.

Algunos pertenecen a la raza antigua; hombres exasperados por los infortunios generales, y que, impregnados por la quisquillosa delicadeza que los reveses comunican a las almas altivas, no pueden soportar que se ataque ni censure nada de lo que es nacional, excepto en el orden político. Estos están siempre alerta, desconfían hasta de los elogios, y detestan y se irritan contra cuanto tiene el menor viso de extranjero.

El tipo de estos hombres es, en la presente novela, el general Santa María.


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Dominio público
321 págs. / 9 horas, 21 minutos / 341 visitas.

Publicado el 28 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Cosa Cumplida... Sólo en la Otra Vida

Fernán Caballero


Diálogo, Tratado, Cuento


Introducción a los diálogos

¿Queréis saber lo que son, en sentir de su autor Fernán Caballero, los Diálogos entre la juventud y la edad madura? Pues oídlo de su boca:

«Recuerdos de un villorrio, de un sochantre de lugar, de un interior pacífico, de niños y de flores; en fin, nimiedades.»1

¿Deseáis conocer los gustos del escritor, y la disposición de su alma al escribir estas páginas?

«Me gustan los árboles como a los pájaros, las flores como a las abejas, las parras como a las avispas, y las paredes viejas como a las «salamanquesas.»

—«¡Chitón, conde, chitón! No quiero que mis flores den ocasión a la sátira, ni mis buenas gallinas pábulo a la crítica.

—Pero —repone su interlocutor— ¿en dónde no hallareis vos amigos, marquesa?

—Allí donde no sientan todos como vos, y no me miren con vuestros parciales ojos.»

¡Quién dijera que tan pronto iban a demostrar los sucesos la exactitud de este presentimiento!

Pero he aquí anunciado en pocas palabras al lector lo que también en breves razones deseamos decirle.

No es un secreto para el público lo que acerca de Fernán Caballero siente y piensa el que escribe estas líneas, que mirará siempre como uno de sus mejores timbres haber logrado la confianza del insigne novelista para cuidar de la presente edición. Por lo mismo, y satisfechos con haber consignado en ella nuestro nombre entre tantos ilustres literatos que se han apresurado a tributarle homenaje, nos habíamos propuesto dejar libre el paso para que otros pudiesen formar parte de tan brillante acompañamiento.


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Dominio público
156 págs. / 4 horas, 34 minutos / 175 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2019 por Edu Robsy.

La Familia de Alvareda

Fernán Caballero


Novela


Una palabra al lector

El argumento de esta novela, que hemos anunciado como destinada exclusivamente a pintar al pueblo, es un hecho real, y su relación exacta en lo principal, hasta el punto de haber conservado las mismas expresiones que gastaron los que en ella figuran, sin más que haber quitado a alguna que otra crudeza. También se ha trasladado la acción a una época anterior a la en que tuvo lugar, y se ha añadido algo al principio y al fin.

No se nos oculta que con los elementos que presta el asunto, se hubiera podido sacar más partido literario, tratándolo con el énfasis clásico, el rico colorido romántico o la estética romancesca.

Pero como no aspiramos a causar efecto, sino a pintar las cosas del pueblo tales cuales son, no hemos querido separamos en un ápice de la naturalidad y de la verdad. El lenguaje, salvo aspirar las h, y suprimir las d, es el de las gentes de campo andaluzas, así como lo son sus ideas, sentimientos y costumbres.

Muchos años de un estudio hecho con constancia y con amore, nos permiten asegurar a todo el que disputase lo contrario, que no está tan enterado en el particular como lo estamos nosotros.

Primera parte

Capítulo I

Siguiendo la curva que forman las viejas murallas de Sevilla, ciñéndola cual faja de piedra, al dejar a la derecha el río y las Delicias, se encuentra la puerta de San Fernando.

Desde esa puerta se extiende en línea recta sobre la llanura, hasta la base del cerro llamado Buenavista, un camino que pasa sobre un puente de piedra el riachuelo y sube la cuesta bastante pendiente del cerro, en cuya derecha se ven las ruinas de una capilla.


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Dominio público
138 págs. / 4 horas, 2 minutos / 258 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

La Farisea

Fernán Caballero


Novela


Prólogo

No se te entrará por debajo de la puerta de tu casa, lector benigno, este tomo de novelas, nuevo fruto de la fecunda pluma de Fernán Caballero. Ese modo furtivo de penetrar en el sagrado del hogar doméstico no cuadra bien con el propósito elevado y generoso que inspira todas las obras de este afamado novelista andrógino. No es propio de caballeros de noble alcurnia que saben mantener su decoro y conservar incontaminado el lustre de su casa, el mendigar relaciones buscando pretextos para introducirse en el trato y familiaridad de la gente de valía, y menos amoldarse a las mañas rastreras de la gente baladí para lograr por cansancio o por sorpresa lo que cara a cara se les niega. ¿Es por aristocrático orgullo y por desprecio de los hábitos generales por lo que el hombre bien nacido se desdeña de pordiosear de casa en casa, y más aún de introducirse clandestinamente en la morada ajena, como el malhechor que se propone robar o asesinar al dueño desapercibido? No por cierto: la decencia, la moral, la ley, se lo prohíben; sírvanse tenerlo presente los autores de buenos libros que sin dar importancia al antiguo recato literario, y acomodándose al uso tan generalizado de propagarse por mano de los repartidores, se dejan ir de puerta en puerta en compañía con la pestífera falange de publicaciones ilustradas y baratas, o silenciosamente se ingieren y deslizan con ellas dentro de las casas sin permiso de los padres de familia.


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75 págs. / 2 horas, 12 minutos / 228 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Maldición Materna

Fernán Caballero


Cuento


Vamos a referir un hecho cierto, sin nombrar el lugar en que sucedió ni las personas a quienes acaeció, trasladando el hecho a otro punto y dando otros nombres a las personas que en él actúan.

Lo que nos mueve a darle publicidad es el considerar el poco o ningún aprecio que se hace, y la solemnidad que ha perdido hoy día, tanto la bendición como la maldición paternas. Verdad es que no puede esto extrañarse, en vista de la influencia que necesariamente deben ejercer en el espíritu de un siglo en el que la indiferencia religiosa de los gobiernos y asambleas gubernativas (que son los tutores de los pueblos) han permitido a los hombres de talento predicar la abolición de la familia, negar la divinidad del Redentor y ensañarse descaradamente contra su Iglesia, de la que dice el sabio Augusto Nicolás «que es Dios reconocido y servido por la humanidad, siendo la revolución la humanidad emancipada de Dios, revolucionada contra Dios, atacando a Dios».

Y, no obstante, se ven y se tocan los efectos de la maldición paterna, y más generalmente en el pueblo; lo uno porque siendo éste más enérgico y menos contenido que las clases cultas, la lanza siempre que la cree merecida; lo otro porque el pueblo es franco, y cuenta y deja contar lo que le acontece, y con más razón si en los sucesos reconoce la inmediata intervención divina, para que sirvan de lección o de escarmiento.

La hermosa y robusta fe del pueblo español —y quien dice fe dice religiosidad, porque sin fe no puede haber ninguna clase de religiosidad ni tampoco sentido común— respeta y tiene en tanto el poder de una maldición o anatema dimanada de la autoridad espiritual, que unida a su sentido poético, lo extiende hasta sobre lo inanimado. De esto hemos traído una prueba en el prefacio de la colección de cuentos y poesías populares, en el siguiente relato:


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Dominio público
13 págs. / 24 minutos / 113 visitas.

Publicado el 12 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

Relaciones

Fernán Caballero


Cuentos, Colección


Primera parte

Prólogo

Cuando llegue a estas páginas el lector, probablemente será habiendo pasado por las que contienen La familia de Alvareda.

¿Deberemos decirle algo que prepare su ánimo para las que van a seguir? ¿O bien será mejor respetar la profunda impresión, las hondas meditaciones, y —¿por qué no hemos de decirlo?— acaso las sentidas lágrimas que en él habrán promovido la simpatía, arrancado el infortunio y santificado la religión?

A saber nosotros que íbamos a estorbar, este santo fruto a que puede aspirar, pero que no consuma nunca por sí sola ninguna humana literatura, cierto es que, sobrecogidos ante el secreto de las conciencias, retrocediéramos con religioso respeto, y diciendo «por aquí ha pasado Dios!», nos contentáramos con adorar.

Pero creyendo que muchos de los lectores participarán del efecto que en nosotros produjo aquella lectura, juzgamos, sin embargo, que no nos toca sobreponernos a la intención ni a las miras del autor, a quien es dado herir estas cuerdas, y producir tales efectos. Como el sembrador que esparce la semilla sobre la tierra, así él sin darse cuenta de lo que hace, pasa presentando a la imaginación sus cuadros, abriendo al corazón el tesoro de sus sentimientos, evocando la fe de las generaciones pasadas, despertando el amor en la presente, y avivando la esperanza en las que están por venir.


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Dominio público
201 págs. / 5 horas, 52 minutos / 216 visitas.

Publicado el 14 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

La Viuda del Cesante

Fernán Caballero


Cuento


Las murallas de Cádiz son un hermoso paseo, ancho, llano, sin el menor obstáculo ni tropiezo, en el que puede pasear descuidado un ciego, un distraído o el que, absorbido en contemplar la vista que ofrece, anda, como aquéllos, sin brújula. Bajando por ella desde los cuarteles, se mira a la izquierda una fila de casas altas, alineadas, fuertes y uniformes como un regimiento prusiano, y a la derecha la bahía, poblada de barcos anclados, inmóviles y mustios como presos. ¡Qué imagen de la fuerza bruta es el navío! Privado de su piloto, todo lo atropella, destroza y hunde, hasta que él mismo se pierde en desconocidas playas.

La costa opuesta aparece confusa como un recuerdo medio borrado, y al frente se extiende el mar, que la cortedad de nuestra vista hace a cierta distancia unirse al cielo, no obstante de estar allí tan distantes como lo están aquí, y esto lo creemos por fe, como debemos creer otras muchas cosas que nuestra vista no alcanza ni nuestra concepción comprende, porque la comprensión del hombre, así como su vista, son limitadas.

Paseaban por esta muralla, hace de esto algunos años, dos señores. El uno era alto, de buena presencia; el otro era más pequeño, algo agobiado, y de semblante doliente y decaído.

—Paisano —dijo en tono jovial el más alto al que lo acompañaba—, usted se hace del porvenir un monte, y yo lo veo muy llano.


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Dominio público
17 págs. / 31 minutos / 113 visitas.

Publicado el 12 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

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