Textos por orden alfabético inverso de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski etiquetados como Novela no disponibles

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autor: Fiódor Mijáilovich Dostoyevski etiqueta: Novela textos no disponibles


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Stepanchikovo y sus Moradores

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Personajes

Por el nombre con el que aparecen en la novela:


Anfisa Petrovna (madre de Pável Semiónovich Obnoskin, amiga y confidente de la generala)
Bajchéiev, Stepán Aleksiéievich (un conocido)
Falaley (joven mujik, muy bello)
Fomá Fomich Opiskin (el «amigo de familia»)
Gávril (ayuda de cámara del tío)
la generala Agafia Timoféievna Krajótkina (viuda del general Krajotkin, madre de Yégor Ílich)
Iliusha - Ilia Yégorovich (hijo de Yégor Ílich)
Krajotkin (general difunto, segundo marido de la generala)
Korovkin (filósofo borracho)
Mizínchikov, Iván Ivánovich (primo lejano de Serguéi)
Nasteñka - Nastasia Yevgrafovna (la niñera, hija de Yevgraf Yezhévikin)
Obnoskin, Pável Semiónovich (amigo local, hijo de Anfisa Petrovna)
Perepelítsina - Anna Nilovna (solterona y confidente)
Praskovia Ilínichna (hermanastra de Yégor Ílich)
Sasheñka - Aleksandra Yégorovna (hija de Yégor Ílich)
Serguéi Aleksándrovich (el narrador, sobrino de Yégor Ílich)
Tatiana Ivánovna (parienta demente, rica heredera)
Vidopliásov (lacayo de Fomá Fomich)
Yégor Ílich Rostañev (coronel, hijo de la generala, tío del narrador)
Yezhévikin, Yevgraf Lariónovich (padre de la niñera Nasteñka)
 


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247 págs. / 7 horas, 13 minutos / 128 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Pobre Gente

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela, Novela epistolar


Primera parte

Mi inestimable Varvara Aleksiéyevna

Mi inestimable Varvara Aleksiéyevna:

¡Ayer me sentí yo feliz, extraordinariamente feliz, como no es posible serlo más! ¡Con que por lo menos una vez en la vida usted, tan terca, me ha hecho caso! ¡Al despertarme, ya oscurecido, a eso de las ocho (ya sabe usted, amiga mía, que, terminando mi trabajo en la oficina, de vuelta a casa, me gusta echar una siestecita de una o dos horas), encendí la luz, y ya había colocado bien mis papeles y sólo me faltaba aguzar mi pluma, cuando, de pronto, se me ocurre alzar la vista, y he aquí que…, lo que le digo, que me empieza a dar saltos el corazón! ¡Ya habrá usted adivinado lo que ocurría! Pues que un piquito del visillo de su ventana estaba levantado y prendido en una maceta de balsamina, exactamente como yo otras veces hube de indicarle. Así que me pareció como si contemplara su adorado rostro asomado un instante a la ventana y que también usted me miraba desde su gabinetito, que usted también pensaba en mí. Y ¡cuánta pena me dio, palomita mía, el no poder distinguir bien su encantador semblante! ¡Hubo un tiempo en que también yo tenía buena vista, hija mía! ¡Los años no proporcionan ningún contento, amor mío! ¡Ahora suele ocurrirme que me baila todo delante de los ojos! En cuanto escribo un ratito, ya amanezco al día siguiente con los ojos ribeteados y lacrimosos, hasta el punto de darme vergüenza que me vea nadie. Pero en espíritu veía yo muy bien, hija mía, su amable y afectuosa sonrisa, y en mi corazón experimentaba sensación idéntica que en aquel tiempo, cuando la besé aquella vez, Várinka. ¿Lo recuerda usted aún, mi ángel? ¿Sabe usted, palomita mía, que me parece verla en este instante amenazándome con el dedo? ¿Será verdad, mala? La primera vez que vuelva a escribirme, me lo ha de decir sin remisión y con detalles.


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193 págs. / 5 horas, 38 minutos / 382 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Niétochka Nezvánova

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Capítulo I

No recuerdo a mi padre, que murió cuando yo tenía dos años, y mi madre volvió a casarse. Este segundo matrimonio, aunque contraído por amor, resultó para ella fuente de dolores. Mi padrastro era músico, y su destino se denotó harto extraordinario. Era el hombre más extraño y más delicioso que he conocido. Su influencia en mis primeras impresiones de niña se hizo tan fuerte, que dejó marcada su huella durante toda mi vida. Para que mi relato sea comprensible, comenzaré por dar su biografía. Cuanto voy a decir acerca de él, lo supe más tarde por el célebre violinista B…, que fue el compañero y el amigo más íntimo de mi padrastro en su juventud.

Mi padrastro se llamaba Efimov. Nació en una posesión que pertenecía a un opulento terrateniente. Era hijo de un músico muy pobre que, después de haber hecho largos viajes, se había establecido en las tierras de aquel propietario y había ingresado en su orquesta. El amo, que vivía con lujo, amaba sobre todas las cosas y apasionadamente la música.

Cuentan que aquel hombre, que no abandonaba nunca sus tierras ni aun para ir a Moscú, decidió de pronto un día trasladarse por algunas semanas a una ciudad del extranjero con el único objeto de oír a un célebre violinista que, según decían los periódicos, iba a dar allí tres conciertos. Él poseía una orquesta bastante buena, a cuyo sostenimiento consagraba casi todas sus rentas. Mi padrastro ingresó en esta orquesta como clarinete. Tenía veintidós años cuando conoció a un hombre singular.


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193 págs. / 5 horas, 38 minutos / 388 visitas.

Publicado el 30 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Memorias del Subsuelo

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela, Diario


Nota del autor

El autor de este diario, y el diario mismo, pertenece evidentemente al campo de la ficción. Sin embargo, si consideramos las circunstancias que han determinado la formación de nuestra sociedad, nos parece posible que existan entre nosotros seres semejantes al autor de este diario. Mi propósito es presentar al público, subrayando un poco los rasgos, uno de los personajes de la época que acaba de transcurrir, uno de los representantes de la generación que hoy se está extinguiendo. En esta primera parte, titulada Memorias del subsuelo, el personaje se presenta al lector, expone sus ideas y trata de explicar las causas de que haya nacido en nuestra sociedad. En la segunda parte relata ciertos sucesos de su vida.

Fedor Dostoyevski

I

Soy un enfermo. Soy un malvado. Soy un hombre desagradable. Creo que padezco del hígado. Pero no sé absolutamente nada de mi enfermedad. Ni siquiera puedo decir con certeza dónde me duele.

Ni me cuido ni me he cuidado nunca, pese a la consideración que me inspiran la medicina y los médicos. Además, soy extremadamente supersticioso… lo suficiente para sentir respeto por la medicina. (Soy un hombre instruido. Podría, pues, no ser supersticioso. Pero lo soy.) Si no me cuido, es, evidentemente, por pura maldad. Ustedes seguramente no lo comprenderán; yo sí que lo comprendo. Claro que no puedo explicarles a quién hago daño al obrar con tanta maldad. Sé muy bien que no se lo hago a los médicos al no permitir que me cuiden. Me perjudico sólo a mí mismo; lo comprendo mejor que nadie. Por eso sé que si no me cuido es por maldad. Estoy enfermo del hígado. ¡Me alegro! Y si me pongo peor, me alegraré más todavía.


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130 págs. / 3 horas, 48 minutos / 639 visitas.

Publicado el 27 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Los Demonios

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Dedicatoria


Por mi vida que la senda
no se ve, nos extraviamos.
¡Qué hacer! Nos lleva un demonio
dando tumbos por el campo.
¿Cuántos son? ¿Adónde corren?
¿Por qué cantan con tal pena?
¿Van al entierro de un duende
o a casar a una hechicera?

A. S. Pushkin

Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó. Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.

Lucas, 8, 32-36
 

Primera parte

Capítulo I. A modo de introducción: algunos detalles de la biografía del muy respetable Stepán Trofímovich Verjovenski

I

Al proponerme la descripción de unos acontecimientos tan recientes como singulares que han tenido lugar en nuestra ciudad, una ciudad que hasta el presente había pasado desapercibida, me veo obligado, dada mi falta de soltura, a remontarme bastante atrás en el tiempo, para empezar, en concreto, por ciertos detalles biográficos del muy respetable y lleno de talento Stepán Trofímovich Verjovenski. Sirvan estos detalles únicamente como introducción a la crónica propuesta, y la historia como tal, la historia que me dispongo a contar, quedará para después.


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Protegido por copyright
891 págs. / 1 día, 2 horas / 574 visitas.

Publicado el 29 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Casa Muerta

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Primera parte

Introducción

En los lejanos confines de Siberia, entre estepas, montañas o bosques impenetrables, se encuentran a veces pequeñas poblaciones de mil o dos mil habitantes a lo sumo, con destartaladas casas de madera y dos iglesias, una en el pueblo y otra en el cementerio; poblaciones que se parecen más a las aldeas de los alrededores de Moscú que a una ciudad. Suelen estar bien provistas de comisarios de policía, asesores y demás funcionarios subalternos. En general, dejando aparte el frío, servir al Estado en Siberia es algo sumamente grato. La gente vive sencillamente, sin liberalismos. Las costumbres son antiguas, sólidas, consagradas por los siglos. Los funcionarios, que desempeñan justamente el papel de nobleza siberiana, son autóctonos, de raigambre siberiana, o bien oriundos de Rusia, en su mayor parte de las capitales, atraídos por los complementos del sueldo, las dietas dobles por desplazamiento y seductoras perspectivas de futuro. De ellos, los que saben descifrar el enigma de la vida casi siempre se quedan en Siberia y echan a gusto raíces. Más tarde, producen ricos y dulces frutos. Pero otros, gente frívola incapaz de descifrar el enigma de la vida, enseguida se aburren y se preguntan con nostalgia por qué fueron allí. Cumplen con impaciencia el tiempo legal del servicio, tres años, y a su término solicitan inmediatamente el traslado y regresan a su tierra echando pestes de Siberia y burlándose de ella. No tienen razón: no sólo desde el punto de vista del servicio, sino también desde muchos otros, se puede ser feliz en Siberia. El clima es excelente; hay muchos comerciantes notables por su riqueza y hospitalidad; muchos oriundos viven extraordinariamente bien. Las jóvenes florecen como rosas y son extremadamente honradas. Las aves de caza vuelan por las calles y caen al chocar con los cazadores. Se bebe muchísimo champán. El caviar es maravilloso.


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Protegido por copyright
393 págs. / 11 horas, 29 minutos / 148 visitas.

Publicado el 30 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Humillados y Ofendidos

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Primera parte

Capítulo I

En la noche del 22 de marzo del pasado año me ocurrió un suceso de lo más extraño. Llevaba todo el día recorriendo la ciudad en busca de alojamiento. El que tenía era muy húmedo y por aquel entonces ya había empezado a toser de modo alarmante. Desde el otoño quería mudarme, pero lo había postergado hasta la primavera. Aquel día no pude hallar nada en condiciones. En principio, deseaba un piso independiente, que no tuviera que compartir con otros inquilinos, aunque me habría conformado con una habitación, la cual tendría que ser grande, así como lo más barata posible, claro está. Había observado que en un alojamiento estrecho hasta las ideas se constriñen. Y a mí, cuando medito una futura novela, siempre me ha gustado ir y venir por la habitación. Por cierto: siempre me resultaba más agradable meditar mis obras y fantasear acerca de cómo me iban a salir, que el hecho de escribirlas, y, la verdad, eso no se debía a la pereza. ¿A qué entonces?

Ya desde por la mañana me había sentido indispuesto, y para cuando se puso el sol me encontraba muy mal incluso: empezaba a notar cierta sensación de fiebre. Además, no había parado en todo el día y estaba cansado. Al caer la tarde, justo cuando empezaba a oscurecer, me hallaba en la avenida Voznesenski. Me encanta el sol de marzo en San Petersburgo, sobre todo al ponerse y especialmente en un atardecer claro y frío. Toda la calle de pronto resplandece, inundada por una radiante luz. Todas las casas parecen fulgurar de repente. Sus colores grises, amarillos y verduzcos pierden por un instante todo su aspecto sombrío; es como si a uno se le iluminara el alma, como si uno se estremeciera o alguien le hubiera empujado con el codo. Una nueva mirada, un nuevo pensamiento… ¡Es asombroso lo que puede hacer un rayo de sol en el alma de un hombre!


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Protegido por copyright
473 págs. / 13 horas, 49 minutos / 2.063 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Idiota

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Primera parte

I

A las nueve de la mañana de un día de finales de noviembre, el tren de Varsovia se acercaba a toda marcha a San Petersburgo. El tiempo era de deshielo, y tan húmedo y brumoso que desde las ventanillas del carruaje resultaba imposible percibir nada a izquierda ni a derecha de la vía férrea. Entre los viajeros los había que tornaban del extranjero; pero los departamentos más llenos eran los de tercera clase, donde se apiñaban gentes de clase humilde procedentes de lugares más cercanos. Todos estaban fatigados, transidos de frío, con los ojos cargados por una noche de insomnio y los semblantes lívidos y amarillentos bajo la niebla.


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Protegido por copyright
760 págs. / 22 horas, 10 minutos / 1.245 visitas.

Publicado el 2 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Eterno Marido

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


I. Veltchaninov

Entrábase ya el verano, y Veltchaninov, muy en contra de lo que esperaba, veíase todavía en Petersburgo. Su viaje al sur de Rusia no se le había arreglado, y su pleito no llevaba trazas de concluir. El asunto —un litigio sobre propiedad de unas tierras— tomaba mal cariz. Tres meses antes parecía sencillísimo, sin sombra de duda, y he aquí que, bruscamente, todo cambiaba. «Por otra parte, lo mismo ocurre con todo; hoy, todo se tuerce», repetíase sin cesar a sí mismo, malhumorado.

Había acudido a un abogado muy ducho, caro y de fama, sin escatimar honorarios; pero, empujado por la impaciencia y la desconfianza, dio en ocuparse por sí mismo del asunto, escribiendo papeles que el abogado se apresuraba a escamotear, corriendo de tribunal en tribunal, haciendo averiguaciones inútiles, y en realidad entorpeciéndolo todo. Al fin, el abogado no pudo menos de quejarse y de aconsejarle que se fuera a pasar una temporada al campo.


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Protegido por copyright
168 págs. / 4 horas, 55 minutos / 428 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

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