Dedicatoria
Por mi vida que la senda
no se ve, nos extraviamos.
¡Qué hacer! Nos lleva un demonio
dando tumbos por el campo.
¿Cuántos son? ¿Adónde corren?
¿Por qué cantan con tal pena?
¿Van al entierro de un duende
o a casar a una hechicera?
A. S. Pushkin
Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en
el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio
permiso. Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y
el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó. Y los que
apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y
yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. Y salieron a ver lo
que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien
habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en
su cabal juicio; y tuvieron miedo. Y los que lo habían visto, les
contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
Lucas, 8, 32-36
Primera parte
Capítulo I. A modo de introducción: algunos detalles de la biografía del muy respetable Stepán Trofímovich Verjovenski
I
Al proponerme la descripción de unos
acontecimientos tan recientes como singulares que han tenido lugar en
nuestra ciudad, una ciudad que hasta el presente había pasado
desapercibida, me veo obligado, dada mi falta de soltura, a remontarme
bastante atrás en el tiempo, para empezar, en concreto, por ciertos
detalles biográficos del muy respetable y lleno de talento Stepán
Trofímovich Verjovenski. Sirvan estos detalles únicamente como
introducción a la crónica propuesta, y la historia como tal, la historia
que me dispongo a contar, quedará para después.
Información texto 'Los Demonios'