Textos peor valorados de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski no disponibles

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autor: Fiódor Mijáilovich Dostoyevski textos no disponibles


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El Doble

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Capítulo 1

Faltaba poco para las ocho de la mañana cuando Yakov Petrovich Goliadkin, funcionario con la baja categoría de consejero titular, se despertó después de un largo sueño, bostezó, se desperezó y al fin abrió los ojos de par en par. Durante unos instantes, sin embargo, permaneció inmóvil en la cama como si no estuviese aún seguro de estar despierto o de seguir durmiendo, de si lo que acontecía en torno suyo era, en efecto, parte de la realidad o sólo prolongación de sus alborotados sueños. Pronto, no obstante, los sentidos del señor Goliadkin empezaron a registrar con mayor claridad y precisión sus impresiones cotidianas y habituales. Familiarmente le miraban las paredes verdosas de su pequeña habitación, cubiertas de hollín y mugre, la cómoda de caoba legítima, las sillas de caoba de imitación, la mesa pintada de rojo, el diván tapizado de hule rojizo salpicado de repulsivas flores verdes y, por ultimo, el traje que se había quitado a toda prisa la noche antes y había arrojado al buen tuntún en el diván. Finalmente, el día otoñal, gris, opaco y sucio, le atisbaba por la grasienta ventana con tan mal humor y mueca tan torcida que el señor Goliadkin ya no podía de modo alguno dudar que se hallaba no en un remoto país de maravillas, sino en la ciudad de Petersburgo, en la capital, en la calle Shestilavochnaya, en el cuarto piso de una vasta casa de vecindad, en su propio domicilio. Una vez hecho descubrimiento tan importante, el señor Goliadkin cerró estremecido los ojos como añorando el reciente sueño y deseando volver a captarlo siquiera por un instante. Pero un momento después saltó de la cama, probablemente por haber dado al cabo con la idea en torno a la cual venían girando sus dispersos y agitados pensamientos. Después de saltar de la cama fue corriendo a mirarse en un espejito redondo que tenía sobre la cómoda.


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184 págs. / 5 horas, 22 minutos / 545 visitas.

Publicado el 2 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Casa Muerta

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Primera parte

Introducción

En los lejanos confines de Siberia, entre estepas, montañas o bosques impenetrables, se encuentran a veces pequeñas poblaciones de mil o dos mil habitantes a lo sumo, con destartaladas casas de madera y dos iglesias, una en el pueblo y otra en el cementerio; poblaciones que se parecen más a las aldeas de los alrededores de Moscú que a una ciudad. Suelen estar bien provistas de comisarios de policía, asesores y demás funcionarios subalternos. En general, dejando aparte el frío, servir al Estado en Siberia es algo sumamente grato. La gente vive sencillamente, sin liberalismos. Las costumbres son antiguas, sólidas, consagradas por los siglos. Los funcionarios, que desempeñan justamente el papel de nobleza siberiana, son autóctonos, de raigambre siberiana, o bien oriundos de Rusia, en su mayor parte de las capitales, atraídos por los complementos del sueldo, las dietas dobles por desplazamiento y seductoras perspectivas de futuro. De ellos, los que saben descifrar el enigma de la vida casi siempre se quedan en Siberia y echan a gusto raíces. Más tarde, producen ricos y dulces frutos. Pero otros, gente frívola incapaz de descifrar el enigma de la vida, enseguida se aburren y se preguntan con nostalgia por qué fueron allí. Cumplen con impaciencia el tiempo legal del servicio, tres años, y a su término solicitan inmediatamente el traslado y regresan a su tierra echando pestes de Siberia y burlándose de ella. No tienen razón: no sólo desde el punto de vista del servicio, sino también desde muchos otros, se puede ser feliz en Siberia. El clima es excelente; hay muchos comerciantes notables por su riqueza y hospitalidad; muchos oriundos viven extraordinariamente bien. Las jóvenes florecen como rosas y son extremadamente honradas. Las aves de caza vuelan por las calles y caen al chocar con los cazadores. Se bebe muchísimo champán. El caviar es maravilloso.


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393 págs. / 11 horas, 29 minutos / 152 visitas.

Publicado el 30 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Niétochka Nezvánova

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Capítulo I

No recuerdo a mi padre, que murió cuando yo tenía dos años, y mi madre volvió a casarse. Este segundo matrimonio, aunque contraído por amor, resultó para ella fuente de dolores. Mi padrastro era músico, y su destino se denotó harto extraordinario. Era el hombre más extraño y más delicioso que he conocido. Su influencia en mis primeras impresiones de niña se hizo tan fuerte, que dejó marcada su huella durante toda mi vida. Para que mi relato sea comprensible, comenzaré por dar su biografía. Cuanto voy a decir acerca de él, lo supe más tarde por el célebre violinista B…, que fue el compañero y el amigo más íntimo de mi padrastro en su juventud.

Mi padrastro se llamaba Efimov. Nació en una posesión que pertenecía a un opulento terrateniente. Era hijo de un músico muy pobre que, después de haber hecho largos viajes, se había establecido en las tierras de aquel propietario y había ingresado en su orquesta. El amo, que vivía con lujo, amaba sobre todas las cosas y apasionadamente la música.

Cuentan que aquel hombre, que no abandonaba nunca sus tierras ni aun para ir a Moscú, decidió de pronto un día trasladarse por algunas semanas a una ciudad del extranjero con el único objeto de oír a un célebre violinista que, según decían los periódicos, iba a dar allí tres conciertos. Él poseía una orquesta bastante buena, a cuyo sostenimiento consagraba casi todas sus rentas. Mi padrastro ingresó en esta orquesta como clarinete. Tenía veintidós años cuando conoció a un hombre singular.


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193 págs. / 5 horas, 38 minutos / 393 visitas.

Publicado el 30 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Patrona

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela corta


I

Ordinov no tuvo más remedio, pese a todo, que buscarse otro alojamiento. Hasta entonces había vivido con una patrona; una pobre mujer de edad madura y viuda de un funcionario, que en aquellos momentos, por circunstancias imprevistas, se veía obligada a marcharse de San Petersburgo para ir a vivir con unos parientes suyos en una lejana provincia. Por otra parte, todo fue tan repentino que ni siquiera pudo esperar a que terminase el contrato de la casa.

El joven, que tenía derecho a permanecer en el piso hasta comienzos del mes siguiente, recordaba con nostalgia la vida apacible que había llevado entre aquellas cuatro paredes tan familiares para él, y sentía una extraña tristeza por tener que abandonar para siempre aquel rincón, convertido en algo tan querido. El huésped era pobre y, sin duda, ese cuarto resultaba un poco caro para sus escasos recursos. De modo que, al día siguiente de marcharse la viuda, cogió el sombrero y decidió lanzarse a las calles de San Petersburgo en busca de esos letreritos colgados en los quicios de las puertas para indicar que se admite a un huésped. Miraba, sobre todo, en las casas más viejas y peores de la ciudad, en las que le resultaría fácil encontrar alguna familia pobre que necesitase alquilar una habitación.


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102 págs. / 2 horas, 59 minutos / 396 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Pobre Gente

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela, Novela epistolar


Primera parte

Mi inestimable Varvara Aleksiéyevna

Mi inestimable Varvara Aleksiéyevna:

¡Ayer me sentí yo feliz, extraordinariamente feliz, como no es posible serlo más! ¡Con que por lo menos una vez en la vida usted, tan terca, me ha hecho caso! ¡Al despertarme, ya oscurecido, a eso de las ocho (ya sabe usted, amiga mía, que, terminando mi trabajo en la oficina, de vuelta a casa, me gusta echar una siestecita de una o dos horas), encendí la luz, y ya había colocado bien mis papeles y sólo me faltaba aguzar mi pluma, cuando, de pronto, se me ocurre alzar la vista, y he aquí que…, lo que le digo, que me empieza a dar saltos el corazón! ¡Ya habrá usted adivinado lo que ocurría! Pues que un piquito del visillo de su ventana estaba levantado y prendido en una maceta de balsamina, exactamente como yo otras veces hube de indicarle. Así que me pareció como si contemplara su adorado rostro asomado un instante a la ventana y que también usted me miraba desde su gabinetito, que usted también pensaba en mí. Y ¡cuánta pena me dio, palomita mía, el no poder distinguir bien su encantador semblante! ¡Hubo un tiempo en que también yo tenía buena vista, hija mía! ¡Los años no proporcionan ningún contento, amor mío! ¡Ahora suele ocurrirme que me baila todo delante de los ojos! En cuanto escribo un ratito, ya amanezco al día siguiente con los ojos ribeteados y lacrimosos, hasta el punto de darme vergüenza que me vea nadie. Pero en espíritu veía yo muy bien, hija mía, su amable y afectuosa sonrisa, y en mi corazón experimentaba sensación idéntica que en aquel tiempo, cuando la besé aquella vez, Várinka. ¿Lo recuerda usted aún, mi ángel? ¿Sabe usted, palomita mía, que me parece verla en este instante amenazándome con el dedo? ¿Será verdad, mala? La primera vez que vuelva a escribirme, me lo ha de decir sin remisión y con detalles.


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193 págs. / 5 horas, 38 minutos / 384 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Mansa

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela corta


Nota del autor

Pido disculpas a mis lectores porque, por una vez, en lugar de ofrecerles el Diario en su forma habitual, les brindo un simple relato. Pero lo cierto es que este relato me ha ocupado la mayor parte del mes. En cualquier caso, apelo a la indulgencia del lector.

En cuanto al relato mismo debo decir lo siguiente: lo he denominado «fantástico», aunque lo considero realista en grado sumo. Pero lo cierto es que contiene también un elemento fantástico, precisamente la forma misma del relato. Antes de pasar adelante, considero necesario ofrecer algunas aclaraciones sobre ese particular.


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55 págs. / 1 hora, 37 minutos / 593 visitas.

Publicado el 31 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Gran Inquisidor

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Cuento


Han pasado ya quince siglos desde que Cristo dijo: "No tardaré en volver. El día y la hora, nadie, ni el propio Hijo, las sabe". Tales fueron sus palabras al desaparecer, y la Humanidad le espera siempre con la misma fe, o acaso con fe más ardiente aún que hace quince siglos. Pero el Diablo no duerme; la duda comienza a corromper a la Humanidad, a deslizarse en la tradición de los milagros. En el Norte de Germania ha nacido una herejía terrible, que, precisamente, niega los milagros. Los fieles, sin embargo, creen con más fe en ellos. Se espera a Cristo, se quiere sufrir y morir como Él... Y he aquí que la Humanidad ha rogado tanto por espacio de tantos siglos, ha gritado tanto "¡Señor, dignáos, aparecérosnos!", que Él ha querido, en su misericordia inagotable, bajar a la tierra.

Y he aquí que ha querido mostrarse, al menos un instante, a la multitud desgraciada, al pueblo sumido en el pecado, pero que le ama con amor de niño. El lugar de la acción es Sevilla; la época, la de la Inquisición, la de los cotidianos soberbios autos de fe, de terribles heresiarcas, ad majorem Dei gloriam.

No se trata de la venida prometida para la consumación de los siglos, de la aparición súbita de Cristo en todo el brillo de su gloria y su divinidad, "como un relámpago que brilla del Ocaso al Oriente". No, hoy sólo ha querido hacerles a sus hijos una visita, y ha escogido el lugar y la hora en que llamean las hogueras. Ha vuelto a tomar la forma humana que revistió, hace quince siglos, por espacio de treinta años.

Aparece entre las cenizas de las hogueras, donde la víspera, el cardenal gran inquisidor, en presencia del rey, los magnates, los caballeros, los altos dignatarios de la Iglesia, las más encantadoras damas de la corte, el pueblo en masa, quemó a cien herejes. Cristo avanza hacia la multitud, callado, modesto, sin tratar de llamar la atención, pero todos le reconocen.


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15 págs. / 26 minutos / 576 visitas.

Publicado el 6 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Adolescente

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Primera parte

Capítulo primero

I

Sin resistir más, empiezo a escribir esta historia de mis primeros pasos en la carrera de la vida. Y sin embargo, muy bien podría pasarme sin esto. Una cosa es segura: que ya nunca más escribiré mi autobiografía, aunque tenga que vivir cien años. Hay que estar prendado muy bajamente de uno mismo para hablar así sin avergonzarse. La sola excusa que me doy, es que no escribo por el mismo motivo que todo el mundo, es decir, para obtener las alabanzas del lector. Si de repente se me ha ocurrido anotar palabra por palabra todo lo que me ha pasado desde el año anterior, es por una necesidad íntima: ¡tan impresionado me he quedado por los hechos acaecídos! Me limito a registrar los acontecimientos, evitando con todas mis fuerzas lo que les es ajeno, y sobre todo los artificios literarios; un literato se lleva escribiendo treinta años, y al final ignora por qué ha escrito tanto tiempo. No soy literato ni quiero serlo. Arrastrar la intimidad de mi alma y una bonita descripción de mis sentimientos por el mercado literario sería a mis ojos una inconveniencia y una bajeza. Preveo no obstante, no sin disgusto, que será probablemente imposible evitar del todo las descripciones de sentimientos y las reflexiones (quizás incluso vulgares): ¡tanto desmoraliza al hombre todo trabajo literario, hasta el emprendido únicamente para sí! Y estas reflexiones pueden aún ser muy vulgares, porque lo que uno estima puede muy bien no tener valor alguno para un extraño. Pero quede dicho todo esto entre paréntesis. He aquí hecho mi prefacio: no habrá nada más por el estilo. ¡Manos a la obra! Aunque no haya nada más embarazoso que emprender una obra, y quizás el poner manos a la obra en general.


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753 págs. / 21 horas, 58 minutos / 438 visitas.

Publicado el 29 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Los Demonios

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski


Novela


Dedicatoria


Por mi vida que la senda
no se ve, nos extraviamos.
¡Qué hacer! Nos lleva un demonio
dando tumbos por el campo.
¿Cuántos son? ¿Adónde corren?
¿Por qué cantan con tal pena?
¿Van al entierro de un duende
o a casar a una hechicera?

A. S. Pushkin

Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó. Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.

Lucas, 8, 32-36
 

Primera parte

Capítulo I. A modo de introducción: algunos detalles de la biografía del muy respetable Stepán Trofímovich Verjovenski

I

Al proponerme la descripción de unos acontecimientos tan recientes como singulares que han tenido lugar en nuestra ciudad, una ciudad que hasta el presente había pasado desapercibida, me veo obligado, dada mi falta de soltura, a remontarme bastante atrás en el tiempo, para empezar, en concreto, por ciertos detalles biográficos del muy respetable y lleno de talento Stepán Trofímovich Verjovenski. Sirvan estos detalles únicamente como introducción a la crónica propuesta, y la historia como tal, la historia que me dispongo a contar, quedará para después.


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891 págs. / 1 día, 2 horas / 590 visitas.

Publicado el 29 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

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