Kafka a Oskar Pollak
Praga, principios de 1903
De entre ese par de
millares de líneas que te entrego, quizás haya unas diez que todavía podría
tolerar; los toques de trompeta en la última carta no eran necesarios, en lugar
de la esperada revelación te envío garabatos infantiles... La mayor parte me
resulta repelente, lo digo abiertamente (por ejemplo La mañana y otras
cosas); me resulta imposible leer esto por entero y me contento si aguantas
alguna lectura aislada. Pero debes recordar que yo comencé en una época en la
que se "creaban obras" cuando se utilizaba un lenguaje ampuloso; no existe peor
época para el comienzo. ¡Y yo que estaba tan emperrado por las palabras
grandilocuentes! Entre los papeles hay una hoja en la cual están apuntados unos
nombres especialmente solemnes, escogidos del calendario. Necesitaba dos nombres
para una novela, y por fin elegí los subrayados: Johannes y Beate (Renate ya me
lo habían birlado, por su gorda aureola de prestigio). Resulta casi divertido. (B.K.
57 s.)
Kafka a Oskar Pollak
Praga, principios de 1903
En estos cuadernos hay, sin embargo, algo que falta por completo: aplicación,
constancia y como se digan todas estas cosas.... Lo que a mí me falta es
disciplina. El leer a medias estos cuadernos es lo menos que hoy espero de ti.
Tienes un hermoso cuarto. Las lucecitas de los comercios brillan semiocultas y
activas desde abajo. Quiero que cada sábado, comenzando desde el segundo, me
permitas que te lea mis obras durante media hora. Quiero ser aplicado durante
tres meses. Hoy sé ante todo una cosa: el arte tiene más necesidad de la
artesanía, que la artesanía del arte. Claro que no creo que uno pueda obligarse
a parir, pero sí a educar a los hijos. (B.K. 58)
Información texto 'Sobre el Arte de Escribir'