Las Hermanas
Gabriel Miró
Cuento
Fueron tres hermanas y un hermano. Siempre se vieron vestidos de negro.
Ellas y los padres pasaban como una larga nube de crespón por lo apartado de la ciudad, por las huertas de la cercanía, dejando en las almas un perfume de flor de desgracia.
—El primer luto que nos pusieron —habláronse una tarde las dos hermanas mayores— fué por tío Ricardo, que vivía en nuestra casa. ¿Te acuerdas?
—Sí que me acuerdo; era alto y rubio, como nuestro padre; llevaba lentes, y cuando se los quitaba para limpiarlos con un trocito de guante de la abuelita le mirábamos mucho los ojos y le decíamos si tenía sueño. ¿Verdad?
—Y tenía ojos muy hermosos, verdes, muy tristes, así como gotas de estanque con luna.
—No hemos sabido nunca su muerte.
—¡Si no estuvo enfermo!
—Ya lo sé. No le vimos un día; al siguiente tampoco; preguntamos por él, y sólo nos dijeron y nos han dicho siempre que había sido muy desgraciado.
—La abuelita no lloró... no lloraba nunca.
—Lloraba, pero sin oírsele. ¿No te acuerdas de ella?
—Sí que me acuerdo; alta, muy blanca; su frente era para corona de reina antigua o de la Virgen. ¿Verdad?
—Siempre sentada en su butaca del salón, aquel salón tan obscuro aunque abrieran los balcones de celosías o encendieran la lámpara grande...
—Es que era inmenso y así viejo... envejecido como una persona... Tú no querías entrar sola.
—Ni tú tampoco. Ibamos juntas y cantando; pero ya dentro, dentro no podíamos cantar porque nos imponía como la catedral.
—A mí me daban miedo los retratos. Es que no había ninguno de vivo. Todos ya de señores y señoras muertos.
—De nuestra familia... Hermanos, hijos de los abuelos..., ya ves, de nuestra familia, y los mirábamos y nos decíamos: son nuestros, nuestros, y nunca los hemos visto ni los veremos... ¡Nuestros! ¡No lo parecía!
Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 52 visitas.
Publicado el 13 de octubre de 2021 por Edu Robsy.