Sigüenza, los Peluqueros y la Muerte
Gabriel Miró
Cuento
De un librillo de un docto licenciado se deduce que el uso de cortarse el cabello los españoles tiene su origen en el trono y en la desventura. Y fue, porque habiendo enfermado del cuero de la cabeza el emperador Carlos V, hubo de rapársela para untársela bien y cabalmente. Entonces, todos los españoles se esquilaron curándose en salud.
Y el autor de ese libro exclama: «Con lo cual estaban libres de peluqueros, y el capricho no había dado en este ramo del lujo que tantos millones cuesta y que más que ningún otro ha contribuido para afeminar a los nombres». Pero, al desposarse doña Ana de Austria, hermana de Felipe IV, con Luis XIII, vinieron de Francia sus gustos, sus deleites, sus costumbres y sus peluqueros. Algunos escritores de mucha sabiduría y austeridad se quejan de los daños que aquellos buenos hombres traen a la patria.
El doctor don Gutierre, marqués de Careaga, escribe una Invectiva en discursos apologéticos contra el abuso público de las guedejas. Se promulgan bandos como este del 23 de abril de 1639, que comienza de esta manera:
«Manda el Rey, nuestro Señor, que ningún hombre pueda traer
copete y jaulilla ni guedejas con crespo u otro rizo en el cabello, el
cual no puede pasar de la oreja...».
Síguense las penas de los peluqueros infractores de este
mandamiento; comienzan por multas, pasan a cárcel, a destierro y llegan
al rigor del presidio. Después se advierten las prohibiciones y castigos
para los lindos de guedejas. A éstos no se les daba entrada a la real
presencia de S. M., ni eran oídos de los señores del Consejo ni de
Justicias, aunque tuvieran preeminencia por título o fuero.
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Dominio público
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Publicado el 27 de enero de 2021 por Edu Robsy.