El género de las Novelas Tontas
Escritas por Mujeres tiene muchas subespecies que, según la calidad
concreta de la tontería que predomine en ellas, pueden ser
superficiales, prosaicas, beatas o pedantes. Pero la amalgama de todas
estas subespecies variopintas produce un género —basado en la fatuidad
femenina— donde pueden incluirse la mayoría de estas novelas, que
podríamos llamar del estilo de «artimaña y confección». La protagonista
suele ser una heredera, a menudo una aristócrata de buena familia, con
un séquito de amantes que incluye a un barón siniestro, a un duque
bonachón y al irresistible hijo menor de un marqués. Todos ellos
aparecen en primer término; en un segundo plano tenemos un cura y un
poeta que suspiran por sus huesos; y en el trasfondo se agita una
multitud de admiradores indefinidos. La heroína deslumbra a su público
con la mirada y el ingenio; tiene la nariz tan inmaculada como las
costumbres; el intelecto tan afinado como la voz de contralto; el gusto
tan divino como la fe religiosa; y, por si esto fuera poco, baila como
una ninfa y lee la Biblia en todos los idiomas originales. Sin embargo,
puede suceder que la protagonista no sea una heredera, en cuyo caso el
rango y la riqueza son sus únicas deficiencias; en cualquier caso,
nuestra infalible heroína logra entrar en la alta sociedad, donde
triunfa al rechazar a un buen número de pretendientes y casarse con el
mejor; y al final luce una joya de familia, o algún objeto similar, que
le confiere la necesaria redención. Los hombres libertinos se muerden
los labios de rabia y desconcierto ante las ingeniosas respuestas que
ella les da o hacen penitencia por sus reproches que, cuando la ocasión
lo requiere, alcanzan elevadas cotas retóricas; en general, la heroína
muestra una propensión al discurso y cuando se retira a su dormitorio
tiende, en mayor o menor grado, a la rapsodia.
Información texto 'Las Novelas Tontas de Ciertas Damas Novelistas'