Pandora
Gérard de Nerval
Cuento
Dos almas, ay, se reparten mi
seno y cada una de ellas quiere separarse de la otra: una, ardiente de
amor, se apega al mundo por medio de los órganos del cuerpo; un
movimiento sobrenatural arrastra a la otra lejos de las tinieblas, hacia
las altas moradas de nuestros ancestros.
Fausto
¡La habéis conocido todos, oh amigos míos, a la bella Pandora del teatro de Viena, os ha dejado sin duda como a mí mismo crueles recuerdos! Era en efecto a ella acaso —a ella, en verdad— a quien podía aplicarse el indescifrable enigma grabado sobre la piedra de Boloña: ælia lælia. Nec vir, nec mulier, nec androgyna, etc. «Ni hombre, ni mujer, ni andrógino, ni muchacha, ni joven, ni vieja, ni casta, ni loca, ni púdica, sino todo eso junto…». En fin, la Pandora, con eso todo está dicho, pues no quiero decirlo todo.
[1. Maria-Hilf]
¡Oh Viena la bien guardada!, roca de amor de los paladines —como decía el viejo Menzel—, ¡tú no posees la copa bendita del Santo Grial místico, sino el Stock-im-Eisen de los bravos compañeros! Tu montaña de imán atrae invenciblemente las puntas de las espadas y el magiar celoso, el bohemio intrépido, el lombardo generoso morirían por defenderte a los pies divinos de Maria-Hilf.
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10 págs. / 19 minutos / 105 visitas.
Publicado el 2 de julio de 2018 por Edu Robsy.