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Dos Cuentos Orientales

Gérard de Nerval


Cuento


Historia del califa Hakem

(En El Cairo, las vicisitudes de una intriga galante llevan a Nerval a visitar al padre de la muchacha en la que está interesado, un jeque druso que el pacha ha mandado detener, o más bien poner en lo que hoy llamaríamos «arresto domiciliario». La curiosidad por la religión drusa le lleva a repetir las visitas).

Preámbulo

Creo por cierto que esta vez me tomó por un misionero, pero no dio de ello ningún signo exterior, y me exhortó vivamente a regresar a verlo, puesto que eso me daba tanto gusto.

No puedo darte aquí más que un resumen de las conversaciones que tuve con el jeque druso, y en las que tuvo a bien rectificar las ideas que yo me había formado de su religión según algunos fragmentos de libros árabes, traducidos al azar y comentados por los sabios de Europa. Antiguamente esas cosas eran secretas para los extranjeros, y los drusos escondían sus libros con cuidado en los lugares más retirados de sus casas y de sus templos.


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165 págs. / 4 horas, 49 minutos / 133 visitas.

Publicado el 2 de julio de 2018 por Edu Robsy.

Octavie

Gérard de Nerval


Cuento


Fue en la primavera del año 1835 cuando me entró un vivo deseo de ver Italia. Todos los días al despertarme aspiraba por anticipado el áspero olor de los castaños alpinos; por la noche, la cascada de Terni, la fuente espumosa del Teverone brotaban para mí sólo entre los montantes rasguñados de las bambalinas de un pequeño teatro… Una voz deliciosa, como la de las sirenas, sonaba en mis oídos, como si los juncos de Trasimena hubiesen tomado de pronto una voz… Hubo que partir, dejando en París un amor contrariado, del cual quería escapar mediante la distracción.

Fue en Marsella donde me detuve primero. Todas las mañanas, iba a tomar los baños de mar al Château-Vert, y veía de lejos nadando las islas risueñas del golfo. También todos los días, me encontraba en la bahía azul con una muchacha inglesa, cuyo cuerpo ligero hendía el agua verde cerca de mí. Esa hija de las aguas, que se llamaba Octavie, vino un día hacia mí toda gloriosa de una pesca extraña que había hecho. Llevaba en sus blancas manos un pescado que me dio.


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8 págs. / 15 minutos / 52 visitas.

Publicado el 2 de julio de 2018 por Edu Robsy.

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