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autor: Gertrudis Gómez de Avellaneda


Sab

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


Dos palabras al lector

Por distraerse de momentos de ocio y melancolía han sido escritas estas páginas. La autora no tenía entonces la intención de someterlas al terrible tribunal del público.

Tres años ha dormido esta novelita casi olvidada en el fondo de su papelera; leída por algunas personas inteligentes que la han juzgado con benevolencia y habiéndose interesado muchos amigos de la autora en poseer un ejemplar de ella, se determina a imprimirla, creyéndose dispensada de hacer una manifestación del pensamiento, plan y desempeño de la obra, al declarar que la publica sin ningún género de pretensiones.

Acaso si esta novelita se escribiese en el día, la autora, cuyas ideas han sido modificadas, haría en ella algunas variaciones, pero sea por pereza, sea por la repugnancia que sentimos en alterar lo que hemos escrito con una verdadera convicción, (aun cuando esta llegue a vacilar), la autora no ha hecho ninguna mudanza en sus borradores primitivos, y espera que si las personas sensatas encuentran algunos errores esparcidos en estas páginas, no olvidarán que han sido dictadas por los sentimientos algunas veces exagerados pero siempre generosos de la primera juventud.

Primera parte

Capítulo I

¿Quién eres? ¿cuál es tu patria?
…………………
…………………
Las influencias tiranas
de mi estrella, me formaron
monstruo de especies tan raras,
que gozo de heroica estirpe
allá en las dotes del alma
siendo el desprecio del mundo.

CAÑIZARES
 


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Dominio público
171 págs. / 4 horas, 59 minutos / 1.282 visitas.

Publicado el 16 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Dos Mujeres

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


Prólogo

Si la benévola acogida con que el público de Madrid ha concedido a la novelita intitulada Sab, impusiese solamente a su autora la obligación de presentarle otra obra de más estudio y estudio y profundidad, acaso no se atrevería a dar a la prensa su ensayo en tal difícil género, desconfiando de llenar debidamente aquella obligación. Pero como quiera que no cree menos imperioso el deber de ofrecer a tan indulgente público un testimonio de su gratitud, y no alcanza otro que el de presentarle sus ligeros trabajos, se determina a publicar la presente novela, sin creerse en la precisión de hacer alarde de una falsa modestia, rebajando el mérito que pueda tener, ni menos atribuirle alguno de que acaso carezca.

Dirá únicamente que la presente obrita no pertenece al género histórico descriptivo que inmortalizará el nombre de Walter Scott; ni tampoco a la novela dramática, por decirlo así, de Víctor Hugo. No hay en ella creaciones, tales como el Han de Islandia y Claudio, ni ha intentado la autora desentrañar del secreto del corazón humano el instinto del crimen. Más humilde y menos profunda, se ha limitado a bosquejar caracteres verosímiles y pasiones naturales; y los cuadros que ofrece su novela, si no son siempre lisonjeros, nunca son sangrientos.

A los críticos abandona los defectos numerosos que deben contener estas páginas como obra literaria, y previene cualquiera interpretación ligera o rigurosa que pueda deducirse de su lectura, declarando que ningún objeto moral ni social se ha propuesto al describirlas.


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Dominio público
266 págs. / 7 horas, 46 minutos / 632 visitas.

Publicado el 17 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Dolores

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela corta


Prefacio

Sr. Director del Diario de la Marina:

Muy Señor Mío y Amigo: Tres meses hace que deseo, y me propongo cada día, comenzar la grata misión que usted ha tenido a bien confiarme, de recrear de vez en cuando con alguna novelita original a los numerosos y constantes suscritores del apreciable periódico que usted dirige. Pero todo mi anhelo de complacerle se ha estrellado hasta ahora en una absoluta falta de tiempo, que usted comprenderá sin duda, puesto que sabe lo que es en la Habana la instalación de un periódico, y que por mi desgracia me hallo metida en esa empresa magna.

Sin embargo, no quiero en manera alguna dar causa para que usted sospeche que pongo en olvido mi promesa, o que me tomo menos interés por su periódico de usted que por el mío; y toda vez que este último logró al cabo ver la luz (¡Dios sabe con qué trabajos!), allí van esos capítulos para comienzo de mi colaboración en el privilegiado Diario, bienaventurado entre todos los de la isla, pues es el único que marcha sin tropiezos y percances.

Sólo pido a usted el obsequio de que haga presente a sus ilustrados suscritores, que—al ofrecerles estas desaliñadas páginas—no abrigo pretensión alguna, como ahora se dice. Declaro desde luego que no soy inventora de los sucesos que en ellas se refieren, ni puedo reclamar como creación de mi humilde ingenio ninguno de las caracteres que juegan en este drama doméstico.

Dolores, mi estimado amigo, existió realmente, como todos los personajes de esta historia, que parece novela, y cuyos principales hechos hallará usted en las crónicas de aquel tiempo; si bien no tan detallados como en otra que yo guardo entre papeles de familia, y de la cual ha sido extractado el extraño episodio que a usted remito, y que acaso me interesa más que interesara al público, por la circunstancia de ser gentes de mi sangre las que descuellan en él.


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Dominio público
75 págs. / 2 horas, 12 minutos / 156 visitas.

Publicado el 2 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Guatimozín: Último Emperador de Méjico

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


Parte primera

I. Hernán Cortés y Moctezuma

La muerte de Maximiano I colocaba en la frente de Carlos V la corona imperial de la Alemania, y mientras el nuevo César recibía el cetro en Aquisgrán, y la España, presa de la codicia y la arbitrariedad de algunos flamencos, ardía en intestinas disensiones, el genio osado y sagaz de Hernán Cortés, ensanchando los límites de los ya vastos dominios de aquel monarca, lanzábase a sujetar a su trono el inmenso continente de las Indias occidentales.

En vano Diego Velázquez, arrepentido de haberle entregado el mando del ejército, temeroso de su osadía y envidioso de su fortuna, quisiera detenerle en su rápida y victoriosa carrera; en vano también habían conspirado sordamente contra él enemigos subalternos.

Verificando política y oportunamente en Veracruz la dimisión del cargo conferido y revocado por Diego Velázquez, había conseguido el astuto caudillo asegurarse el mando que anhelaba y en el cual se sostuviera hasta entonces con mas osadía que derecho.

Un ayuntamiento creado por él le había nuevamente revestido de la autoridad que fingiera deponer, y coronada por el éxito su sagacidad, inspiró mayor confianza a su ambición.


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Dominio público
411 págs. / 11 horas, 59 minutos / 285 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

La Velada del Helecho

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Cuento, leyenda


Capítulo I

Al tomar la pluma para escribir esta sencilla leyenda de los pasados tiempos no se me oculta la imposibilidad en que me hallo de conservarle toda la magia de su simplicidad, y de prestarle aquel vivo interés con que sería indudablemente acogida por los benévolos lectores (a quienes la dedico), si en vez de presentársela hoy con las comunes formas de la novela, pudiera hacerles su revelación verbal junto al fuego de la chimenea en una fría y prolongada noche de diciembre; pero más que todo, si me fuera dado trasportarlos de un golpe al país en que se verificaron los hechos que voy a referirles, y apropiarme por mi parte el tono, el gesto y las inflexiones de voz con que deben ser realzados en boca de los rústicos habitantes de aquellas montañas. No me arredraré, sin embargo, en vista de las desventajas de mi posición, y la historia cuyo nombre sirve de encabezamiento a estas líneas saldrá de mi pluma tal cual llegó a mis oídos en los acentos de un joven viajero, que tocándome muy de cerca por los vínculos de la sangre, me perdonará sin duda el que me haya decidido a confiársela a la negra prensa, desnuda del encanto con que su expresión la revestía.


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Dominio público
62 págs. / 1 hora, 49 minutos / 298 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

El Artista Barquero

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


Prefacio

Esta novela está fundada sobre cierta anécdota, bastante conocida, de la vida de un hombre célebre.

La autora.

Primera parte

I. El paseo por la bahía de Marsella

Empezaba a declinar la más apacible tarde de junio de 1752, y aunque era domingo—día de reposo y de oración, en que se disminuye un tanto el bullicioso hervidero de la vida comercial—el puerto de Marsella, poblado de mástiles y banderas de todas las naciones del mundo, presentaba, como siempre, el aspecto animado que le es característico. Uníase más bien al movimiento ordinario de la activa multitud que de continuo bulle por los muelles—formando pintoresco contraste con sus variados trajes, y alegre algazara con sus diversos idiomas—el considerable número de oficinistas domingueros, touristes transeúntes y distinguidos ociosos, que iban llenando lanchas y botes, para visitar los fuertes o las islillas que se levantan en grupo, a media legua apenas de la costa, como para contemplar de frente a la hermosa reina del Mediterráneo.

Entre las pocas barcas que aun aguardaban pasajeros, se distinguía por su blancura una que casi tocaba con su popa los pies del pesado edificio consistorial, y que con su graciosa vela latina—plegada todavía—se asemejaba a un cisne dormitando al suave balance de las tranquilas olas.

La única persona que la ocupaba era un rubio y gallardo mancebo, como de diez y ocho a veinte años, vestido con pulcra sencillez que no carecía de elegancia, y cuya mano derecha—apoyada negligentemente en el timón—mostraba tan aristocrática hermosura, que no era posible presumir estuviese avezada a manejarlo.


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Dominio público
218 págs. / 6 horas, 22 minutos / 129 visitas.

Publicado el 3 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Espatolino

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


I

¿Habéis estado alguna vez en Italia? ¿Conocéis aquel país clásico de los héroes, de los artistas y de los bandidos? Si por pereza o absoluta carencia de medios no habéis tenido aún la dicha de recorrer aquella privilegiada región de Europa, no os habrá faltado, por lo menos, uno de tantos libros curiosos como andan por esos mundos, y gracias a los cuales alcanzamos todos la ventaja inestimable de viajar sin movernos de nuestro sitio, mirando y comprendiendo aquel celebrado país, con los ojos y la inteligencia de Madame Staël, de Chateaubriand, de Dumas y de otros infinitos, cuyos nombres sería largo de consignar. ¿Y quién, además, no ha tenido a mano una de aquellas innumerables guías, con cuyo auxilio se logra en pocos minutos conocer palmo a palmo aquella tierra bendita, inexhausta fuente de inspiración para el poeta y para el novelista?

Dando, pues, por indudable que conocéis, tanto como yo misma al menos, la parte del mundo a que intento trasportaros, espero me seguiréis sin ningún género de temor o pena, y aun supongo prudentemente que no me impondréis en toda su extensión la enojosa tarea de Cicerón.

En este concepto, trasladémonos desde luego, lectores míos, al camino de Roma a Nápoles, y descansemos un instante en aquella línea que separa los Estados Pontificios del territorio de la antigua Parténope. Echemos desde allí una rápida ojeada al suelo pantanoso y triste que dejamos a la espalda (y del que pudiera decirse que, cansado de producir grandes hombres, desdeña el fútil adorno de la vegetación), y otra no menos breve a las fértiles campiñas que se despliegan delante de nosotros, y en las que hallaremos toda la lozanía, todo el vigor de la naturaleza, pudiendo apenas persuadirnos que esa tierra, que parece tan joven, conserve la huella de glorias tan antiguas como las que recuerda su orgullosa vecina.


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Dominio público
189 págs. / 5 horas, 32 minutos / 248 visitas.

Publicado el 17 de enero de 2019 por Edu Robsy.