Textos más populares esta semana de Gilbert Keith Chesterton

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autor: Gilbert Keith Chesterton


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El Hombre Eterno

Gilbert Keith Chesterton


Ensayo, Teología, Filosofía


Nota preliminar

Antes de dar inicio a este libro me gustaría aclarar algunos aspectos para evitar malentendidos. Al tratar los temas, lo hago desde un punto de vista histórico más que teológico y no se ha de buscar ninguna relación con el cambio religioso que tan profundamente marcó mi existencia, sobre el que espero escribir un volumen de carácter más controvertido. Creo sinceramente que resulta imposible para cualquier católico escribir un libro sobre una determinada materia, en especial la que nos ocupa, sin manifestar su condición de católico. Pero no pretendo con esta obra establecer diferencias entre católicos y protestantes. Me dirijo, en buena parte, a toda la variedad de paganos existente más que a un sector concreto de cristianos. Intentaré demostrar que aquéllos que ponen a Cristo al mismo nivel que los mitos, y su religión al mismo nivel que otras religiones, no hacen otra cosa que repetir una fórmula anticuada, contradicha por un hecho sorprendente. No ha sido necesario para ello salirme del ámbito de la cultura general y acudir al saber científico, aunque en algunas cuestiones, por imposición de la moda, tendré que recurrir a él. Y, puesto que he mantenido frecuentes diferencias con H. G. Wells respecto a su manera de enfocar la historia, me parece justo felicitarle ahora por el coraje y derroche de imaginación desplegados a lo largo de su obra, tan abundante, variada y profundamente interesante. Y más aún por defender el razonable derecho del amateur a hacer lo que buenamente pueda con los hechos que le proporcionan los especialistas.


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338 págs. / 9 horas, 51 minutos / 1.492 visitas.

Publicado el 14 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

La Esfera y la Cruz

Gilbert Keith Chesterton


Novela


I. Discusión un poco en el aire

La nave voladora del profesor Lucifer silbaba atravesando las nubes como dardo de plata; su quilla, de límpido acero, fulgía en la oquedad azul oscuro de la tarde. Que la nave se hallaba a gran altura sobre la tierra es poco decir; a sus dos ocupantes les parecía estar a gran altura sobre las estrellas. El profesor mismo había inventado la máquina de volar, y casi todos los objetos de su equipo. Cada herramienta, cada aparato tenía, por tanto, la apariencia fantástica y atormentada propia de los milagros de la ciencia. Porque el mundo de la ciencia y la evolución es mucho más engañoso, innominado y de ensueño que el mundo de la poesía o la religión; pues en éste, imágenes e ideas permanecen eternamente las mismas, en tanto que la idea toda de evolución funde los seres unos con otros, como sucede en las pesadillas.

Todos los instrumentos del profesor Lucifer eran los antiguos instrumentos humanos llevados a la locura, desenvueltos en formas desconocidas, olvidados de su origen, olvidados de su nombre. Aquella cosa que parecía una llave enorme con tres ruedas, era, en realidad, un revólver, patentado, y muy mortífero. Aquel objeto que parecía hecho con dos sacacorchos enrevesados, era, en realidad, la llave. La cosa que hubiera podido confundirse con un triciclo volcado patas arriba era el instrumento, de imponderable importancia, a que servía de llave el sacacorchos. Todas estas cosas, como digo, las había inventado el profesor; había inventado todo lo que llevaba la nave voladora, con excepción acaso de su misma persona. El profesor había nacido demasiado tarde para que pudiese descubrirla realmente, pero creía, al menos, haberla mejorado bastante.


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244 págs. / 7 horas, 7 minutos / 680 visitas.

Publicado el 5 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Tres Instrumentos de la Muerte

Gilbert Keith Chesterton


Cuento


Tanto por profesión como por convicción, el padre Brown sabía, mejor que casi todos nosotros, que la muerte dignifica al hombre. Con todo, tuvo un sobresalto cuando, al amanecer, vinieron a decirle que Sir Aaron Armstrong había sido asesinado. Había algo de incongruente y absurdo en la idea de que una figura tan agradable y popular tuviera la menor relación con la violencia secreta del asesinato. Porque Sir Aaron Armstrong era agradable hasta el punto de ser cómico, y popular hasta ser casi legendario. Era aquello tan imposible como figurarse que “Sunny Jim” se había colgado, o que el pacífico “el señor Pick Wicks” de Dickens había muerto en el manicomio de Hanwell. Porque, aunque Sir Aaron, como filántropo que era, tenía que conocer los oscuros fondos de nuestra sociedad, se enorgullecía de hacerlo de la manera más brillante posible. Sus discursos políticos y sociales eran cataratas de anécdotas y carcajadas; su salud corporal era tremenda; su ética, el optimismo más completo. Y trataba el problema de la embriaguez (su tópico favorito) con aquella alegría perenne y aun monótona, que es muchas veces la señal de una absoluta y provechosa abstinencia.

La historia corriente de su conversación era muy conocida en los círculos y púlpitos más puritanos: cómo, de niño, había sido arrastrado de la teología escocesa al whisky escocés; cómo se había redimido de lo uno y lo otro, y había llegado a ser (según él modestamente decía) lo que era. La verdad es que su barba blanca y bellida, su cara de querubín, sus gafas deslumbradoras, y las innúmeras comidas y congresos a que asistía, hacían difícil creer que hubiera sido nunca persona tan tétrica como un borrachín o un calvinista. No: aquél era el más seriamente alegre de todos los hijos de los hombres.


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16 págs. / 28 minutos / 424 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

San Francisco de Asís

Gilbert Keith Chesterton


Biografía, Religión


Introducción. San Francisco y su siglo.

El siglo XIII se abre con el resplandor de un sol que lo ilumina y que se proyectará en los siglos posteriores. En ese siglo el estilo gótico alcanzó su máximo esplendor en las catedrales de Colonia, Amiens y Burgos, entre otras. Florecieron las universidades, los gremios, las ciudades y las órdenes de caballería que defendían al débil. Ese resplandor lo provoca un hombre que nació en 1182 en Asís, ciudad italiana de Umbría, hijo de Pedro Bernardone, rico comerciante, y de Madona Pica. Fue bautizado con el nombre de Juan pero años más tarde se le llamó Francisco por ser su madre natural de la Provenza.


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136 págs. / 3 horas, 59 minutos / 301 visitas.

Publicado el 10 de mayo de 2017 por Edu Robsy.

La Sabiduría del Padre Brown

Gilbert Keith Chesterton


Novela


La ausencia de Mr. Glass

La consulta del doctor Orion Hood, el eminente criminólogo y especialista en ciertos desordenes morales, tenía vista al mar y estaba situada en Scarborough. Desde sus ventanas de estilo francés, grandes y bien iluminadas, se podía contemplar el mar del Norte como un infinito muro exterior de mármol azul verdoso. En un lugar así, el mar tenía algo de la monotonía de un friso monocromo, pues en las estancias regía una terrible pulcritud, no muy diferente a la del mar. No debe suponerse, sin embargo, que el apartamento del Dr. Hood carecía de lujo o, incluso, de poesía. Todo lo contrario, se podían percibir claramente, pero uno sentía que no se les permitía salir de allí. El lujo estaba presente: sobre una mesa había ocho o diez cajas de los mejores cigarros, aunque situadas de tal modo que los más fuertes siempre estaban más cerca de la pared y los más suaves de la ventana. Asimismo, un mueble bar, que contenía tres tipos de licores excelentes, permanecía siempre sobre la lujosa mesa. Pero la moda mandaba que el whisky, el brandy y el ron siempre parecieran situados al mismo nivel. La poesía también estaba presente: en una esquina de la habitación se alineaban los clásicos ingleses, en otra los fisiólogos ingleses y extranjeros. Pero si alguien tomaba un volumen de Chaucer o de Shelley de uno de los anaqueles, su ausencia irritaba tanto la mirada como la falta de un diente delantero en una persona. No se podría decir si esos libros se habían leído alguna vez, probablemente si, pero su ser mismo parecía encadenarlos a sus sitios, como las biblias en las iglesias antiguas. El doctor Hood trataba sus anaqueles como si fueran la biblioteca pública.


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224 págs. / 6 horas, 32 minutos / 293 visitas.

Publicado el 5 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Escándalo del Padre Brown

Gilbert Keith Chesterton


Cuento


El escándalo del Padre Brown

No sería honesto contar las aventuras del padre Brown sin admitir que una vez estuvo envuelto en un gran escándalo. Todavía existen personas, quizás entre las de su propia condición, que dirán que fue una mancha sobre su nombre. Sucedió en una pintoresca venta mexicana de bastante mala reputación, como se verá más adelante. Y para algunos pareció que por una vez el sacerdote había sido iluminado por un rayo de romanticismo y que su simpatía por la debilidad humana le llevó a una acción disoluta y no ortodoxa. La historia, en sí misma, era una historia simple, y tal vez lo sorprendente de ella consistió en su propia simplicidad.


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173 págs. / 5 horas, 3 minutos / 248 visitas.

Publicado el 5 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Pagoda de Babel

Gilbert Keith Chesterton


Cuento


Ese cuento del agujero en el suelo, que baja quién sabe hasta dónde, siempre me ha fascinado. Ahora es una leyenda musulmana; pero no me asombraría que fuera anterior a Mahoma. Trata del sultán Aladino; no el de la lámpara, por supuesto, pero también relacionado con genios o con gigantes. Dicen que ordenó a los gigantes que le erigieran una especie de pagoda, que subiera y subiera hasta sobrepasar las estrellas. Algo como la Torre de Babel. Pero los arquitectos de la Torre de Babel eran gente doméstica y modesta, como ratones, comparada con Aladino. Sólo querían una torre que llegara al cielo. Aladino quería una torre que rebasara el cielo, y se elevara encima y siguiera elevándose para siempre. Y Dios la fulminó, y la hundió en la tierra abriendo interminablemente un agujero, hasta que hizo un pozo sin fondo, como era la torre sin techo. Y por esa invertida torre de oscuridad, el alma de! soberbio Sultán se desmorona para siempre.


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1 pág. / 1 minuto / 230 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Regreso de Don Quijote

Gilbert Keith Chesterton


Novela


AWR. Titterton

Mi querido Titterton, esta parábola dirigida a los reformadores sociales fue pensada y escrita, en parte, mucho antes de la guerra, por lo que con respecto a ciertas cosas, desde el fascismo a las danzas negras, carecía por completo de una intención profética. Fue su generosa confianza, sin embargo, lo que la sacó del polvoriento cajón en el que estaba guardada, y aunque dudo sinceramente que el mundo encuentre motivos para agradecérselo, son tantos los míos para mostrarle mi gratitud y reconocer cuanto ha hecho usted por nuestra causa, que le dedico este libro.

Con todo mi afecto, G. K. Chesterton

I. Un desconchón en la casta

Había mucha luz en el extremo de la habitación más larga y amplia de la Abadía de Seawood porque en vez de paredes casi todo eran ventanas. Esa parte de la habitación daba al jardín, haciendo terraza y asomándose al parque. Era una mañana de cielo despejado. Murrel, a quien todos llamaban el Mono por algún motivo que ya nadie recordaba, y Olive Ashley, aprovechaban la buena luz para pintar. Ella lo hacía en un lienzo pequeño y él en otro muy grande.

Meticulosa, se aplicaba la joven dama en la elaboración de pigmentaciones extrañas, como remedando esas joyas lisas e impresas de brillo medieval que tanto la entusiasmaban y a las que tenía por una especie de expresión vaga, aunque ella la pretendía explícita, de un pasado histórico rutilante. El Mono, por el contrario, era decididamente moderno; usaba de latas llenas de colores muy crudos y de pinceles que de tan grandes parecían escobas. Con eso manchaba grandes lienzos y también no menos grandes láminas de latón, destinado todo ello a decorar una obra de teatro de aficionados de la que aún sólo estaban en los ensayos. Hay que decir que ni ella ni él sabían pintar; y que ni se les pasaba por la cabeza saberlo. Ella, sin embargo, al menos lo intentaba con denuedo. Él no.


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251 págs. / 7 horas, 20 minutos / 182 visitas.

Publicado el 5 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Secreto del Padre Brown

Gilbert Keith Chesterton


Cuento


Habla Flambeau, el más cercano de los amigos del rubicundo sacerdote: «Robé durante veinte años, con estas dos manos, y escapé a la policía con estos dos pies. Espero que juzgará prácticas mis actividades. Espero que opinará que, tanto mis jueces como mis perseguidores, tuvieron que habérselas con verdaderos crímenes. ¿Y cree usted que no conozco su modo de castigarlo y reprenderlo? ¿No he sufrido el juicio de los justos y la mirada fría de los respetables? ¿No he soportado sus enseñanzas, frías y distantes? ¿Y cree que no me han preguntado cómo es posible caer tan bajo, y que no he oído decir que no hay ni una sola persona decente que pueda ni soñar en esas bajezas? ¿Creerá usted que todas esas observaciones no sirvieron para otra cosa sino para hacerme reír? Únicamente cuando mi amigo me explicó la motivación exacta del móvil de mis robos, sólo desde entonces dejé de robar».

El secreto del Padre Brown

Flambeau, que en un tiempo fue el criminal más famoso de Francia y más tarde detective privadísimo en Inglaterra, hacía ya, por el presente, bastante tiempo que se había retirado de ambas profesiones. Personas hay que opinan que la carrera del crimen le había dejado demasiados escrúpulos para la de detective. Sea ello lo que fuere, lo cierto es que, tras de una vida de escapatorias románticas y de evasiones, dejose caer por fin en un lugar que para algunos parecía encerrar una dirección muy apropiada: en un castillo de España.


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197 págs. / 5 horas, 45 minutos / 174 visitas.

Publicado el 5 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Ortodoxia

Gilbert Keith Chesterton


Ensayo, Filosofía


Prefacio

Este libro está concebido para ser un tomo complementario a Herejes y para proporcionar un lado positivo, además del negativo. Muchos críticos se han quejado de que la obra así titulada se limitaba a criticar las filosofías actuales sin ofrecer ninguna a cambio. Estas páginas son un intento de responder a ese desafío. Son inevitablemente afirmativas y, por tanto, inevitablemente autobiográficas. El autor, en cierto modo, ha tropezado con la misma dificultad con que topó Newman al escribir su Apología: se ha visto obligado a ser egotista sólo para ser sincero. Aunque todo lo demás pueda ser diferente, en ambos casos la motivación es la misma. El propósito del autor es ofrecer una explicación no de hasta qué punto es creíble o no la fe cristiana, sino de cómo ha llegado a creer personalmente en ella. Por esa razón, el libro está organizado según el principio positivo de un acertijo y su respuesta. Trata primero de todas las especulaciones sinceras y solitarias del autor y luego del modo sorprendente en que la teología cristiana respondió a todas ellas. Al autor le parece una fe convincente. Pero, si no lo es, al menos puede considerarse una sorprendente y repetida coincidencia.

G. K. C.


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193 págs. / 5 horas, 38 minutos / 702 visitas.

Publicado el 14 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

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