La repentina e inesperada muerte el 11 de junio [1936] de Robert
Ervin Howard, autor de relatos fantásticos de incomparable intensidad,
constituye la mayor pérdida de la ficción fantástica desde el
fallecimiento de Henry S. Whitehead hace cuatro años.
Howard nació en Peaster, Texas, el 22 de enero de 1906, y tenía
edad para haber visto la última fase de la conquista del sudoeste; la
colonización de las grandes llanuras y de la parte inferior del valle de
Río Grande, y el espectacular crecimiento de la industria del petróleo
con sus bulliciosas ciudades producto del boom. Su familia había vivido
en el sur, el este y el oeste de Texas, y en el oeste de Oklahoma;
durante los últimos años se instalaron en Cross Plains, cerca de
Brownwood, Texas. Impregnado del ambiente fronterizo, Howard se
convirtió desde muy joven en devoto de sus viriles tradiciones
homéricas. Su conocimiento de la historia y las costumbres era profundo,
y las descripciones y recuerdos contenidos en sus cartas privadas
ilustran la elocuencia y la energía con que los habría celebrado en la
literatura si hubiera vivido más tiempo. La familia de Howard pertenece a
una estirpe de distinguidos plantadores sureños, de ascendencia
escocesa-irlandesa, la mayoría de cuyos antepasados se instalaron en
Georgia y Carolina del Norte en el siglo XVIII.
Información texto 'In Memoriam: Robert Ervin Howard'