Antes de intentar descansar escribiré unas notas preliminares para el
informe que debo redactar. Lo que he descubierto es tan singular, y tan
opuesto a todas las pasadas experiencias y suposiciones, que merece una
descripción muy cuidadosa.
Llegué al campo de aterrizaje principal de Venus el 18 de marzo,
según el cómputo terrestre; el 9, VI según el calendario de ese planeta.
Cuando me destinaron al grupo de Miller, recibí mi equipo —junto con un
reloj adaptado a la rotación ligeramente más rápida de Venus— y efectué
los usuales ejercicios con la máscara. Dos días después me declararon
apto para el servicio.
Salí del puesto que la Crystal Company tiene en Terra Nova hacia el
amanecer de 12, VI y seguí la ruta sur que Anderson había trazado desde
el aire. El camino era malo, ya que estas selvas se vuelven casi
impracticables después de la lluvia.
Debe de ser la humedad lo que da a las enmarañadas enredaderas y
plantas de tallo rastrero esa resistencia correosa; una resistencia tan
grande que se tarda unos diez minutos en cortarlas con el cuchillo.
Hacia mediodía, el tiempo era algo más seco; la vegetación se volvió más
suave y elástica, de forma que el cu— chillo la cortaba con facilidad,
pero ni aun entonces lograba ir más de prisa.
Estas máscaras Carter de oxígeno son demasiado pesadas: sólo
llevarlas puestas dejan medio agotado a un hombre normal. La máscara
Dubois, con depósito— esponja en vez de cilindros, proporciona un aire
igual de bueno con la mitad de peso.
Información texto 'En los Muros de Erix'