Una historia de detectives
I. La Tumba De Burns
Era mediodía en la pequeña población de Mainville, y un penado
grupo de gente estaba reunido alrededor de la tumba de Burns. Joseph
Burns había muerto.
(Al morir había pronunciado las siguientes y extrañas
instrucciones: Antes de meter mi cuerpo en la tumba, colocad esta bola
en el suelo, en un punto marcado como “A”. Y entonces había tendido una
pequeña bola dorada al rector).
La gente lamentaba mucho su muerte. Después de que los funerales hubieran concluido, el señor Dobson (El rector) dijo:
—Amigos, ahora hemos de cumplir las últimas voluntades del difunto.
Y, tras decir esto, bajó a la tumba (A poner la bola en el punto
marcado como “A”). Pronto el grupo de dolientes comenzó a impacientarse
y, al cabo de un tiempo, el señor Cha’s Greene (el abogado) bajó a echar
un vistazo. En seguida regresó con cara de espanto y dijo:
—¡El señor Dobson no está ahí abajo!
II. El Misterioso Señor Bell
Eran las tres y diez de la tarde cuando la campana de la puerta de
la mansión Dobson resonó con fuerza, y el criado acudió a abrir la
puerta, para encontrarse con un hombre entrado en años, de pelo negro y
grandes patillas. Manifestó que quería ver a la señorita Dobson. Tras
ser conducido a su presencia, dijo:
—Señorita Dobson, sé dónde está su padre, y por la suma de 10.000 libras haré que vuelva con usted. Puede llamarme señor Bell.
—Señor Bell —dijo la señorita Dobson— ¿Le importa que abandone por un momento la habitación?
—En absoluto —repuso el señor Bell.
Ella regresó al cabo de poco tiempo, para decir:
—Señor Bell, entiendo. Usted ha raptado a mi padre y ahora me está pidiendo un rescate.
Información texto 'El Misterio del Cementerio'