Los Fuegos Fatuos Están en la Ciudad, Dijo la Reina del Pantano
Hans Christian Andersen
Cuento infantil
Érase un hombre que había sabido muchos cuentos nuevos, pero se le habían escapado, según él decía. El cuento, que antes se le presentaba por propia iniciativa, había dejado de llamar a su puerta. ¿Y por qué no venía? Cierto es que el hombre llevaba muchísimo tiempo sin pensar en él, sin esperar que se presentara y llamara; se había distraído de los cuentos, pues fuera rugía la guerra, y dentro reinaban la aflicción y la miseria, compañeras inseparables de aquélla.
La cigüeña y la golondrina regresaban de su largo viaje, sin temer nada malo, y he aquí que al llegar se encontraron con sus nidos quemados, lo mismo que las casas de los hombres, y los setos en pleno desorden, cuando no desaparecidos del todo. Los caballos del enemigo piafaban sobre las viejas sepulturas. Eran tiempos duros y tenebrosos, pero todo tiene su fin.
Les ha llegado el fin, decían todos, y, no obstante, el cuento no acudía a llamar a la puerta ni daba noticias de su persona.
—Seguramente habrá muerto o se habrá marchado como tantos otros —dijo el hombre—. Pero el cuento nunca muere.
Transcurrió mucho tiempo; y él lo echaba de menos.
—¿Es posible que no vuelva y llame a la puerta?
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Publicado el 4 de julio de 2016 por Edu Robsy.