Cinco en una Vaina
Hans Christian Andersen
Cuento infantil
Cinco guisantes estaban encerrados en una vaina, y como ellos eran verdes y la vaina era verde también, creían que el mundo entero era verde, y tenían toda la razón. Creció la vaina y crecieron los guisantes; para aprovechar mejor el espacio, se pusieron en fila. Por fuera lucía el sol y calentaba la vaina, mientras la lluvia la limpiaba y volvía transparente. El interior era tibio y confortable, había claridad de día y oscuridad de noche, tal y como debe ser; y los guisantes, en la vaina, iban creciendo y se entregaban a sus reflexiones, pues en algo debían ocuparse.
—¿Nos pasaremos toda la vida metidos aquí? —decían—. ¡Con tal de que no nos endurezcamos a fuerza de encierro! Me da la impresión de que hay más cosas allá fuera; es como un presentimiento.
Y fueron transcurriendo las semanas; los guisantes se volvieron amarillos, y la vaina, también.
—¡El mundo entero se ha vuelto amarillo! —exclamaron; y podían afirmarlo sin reservas.
Un día sintieron un tirón en la vaina; había sido arrancada por las manos de alguien, y, junto con otras, vino a encontrarse en el bolsillo de una chaqueta.
—Pronto nos abrirán —dijeron los guisantes, afanosos de que llegara el ansiado momento.
—Me gustaría saber quién de nosotros llegará más lejos —dijo el menor de los cinco—. No tardaremos en saberlo.
—Será lo que haya de ser —contestó el mayor.
¡Zas!, estalló la vaina y los cinco guisantes salieron rodando a la luz del sol. Estaban en una mano infantil; un chiquillo los sujetaba fuertemente, y decía que estaban como hechos a medida para su cerbatana. Y metiendo uno en ella, sopló.
—¡Heme aquí volando por el vasto mundo! ¡Alcánzame, si puedes! —y salió disparado.
—Yo me voy directo al Sol —dijo el segundo—. Es una vaina como Dios manda, y que me irá muy bien.
Y allá se fue.
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Publicado el 26 de junio de 2016 por Edu Robsy.