Capítulo 1
—¿Por qué no se quedan un ratito más? —Preguntó la anfitriona mientras sujetaba la mano de la muchacha y sonreía.
—Es absurdo marcharse tan pronto.—Mrs Churchley inclinó la cabeza
hacia un lado con apariencia refinada; blandía sobre su cara, de un modo
vagamente protector, un enorme abanico de plumas rojas. Para Adela
Chart, todo en la constitución de su anfitriona era enorme. Tenía los
ojos grandes, los dientes grandes, los hombros grandes, las manos
grandes, los anillos y pulseras grandes, las joyas grandes de todo tipo y
en gran cantidad. La cola de su vestido carmesí era más larga que
cualquier otra; su casa era enorme; su salón, especialmente ahora que
los invitados se habían marchado, parecía inmenso, y ofrecía a los ojos
de la chica una colección de los más grandes sofás, sillas, cuadros,
espejos y relojes que jamás hubiese visto. ¿Sería igualmente enorme la
fortuna de Mrs Churchley, para justificar tanta inmensidad? Al respecto
nada sabía Adela, pero decidió, mientras devolvía dulcemente la sonrisa a
la anfitriona, que debía averiguarlo. Mrs Churchley tenía al menos un
gran carruaje tirado por los más altos caballos, y en el Rotten Row se
dejaba ver encaramada a lomos de un vigoroso cazador. Ella misma era
alta y abundante, aunque no exactamente gorda; tenía los huesos grandes,
las pantorrillas largas y la voz estridente y apremiante como la
campana de un barco de vapor. Mientras hablaba con Adela, parecía
esconderse con cierta timidez del Coronel Chart tras el amplio abanico
de avestruz. Pero el Coronel Chart no era un hombre al que se pudiera
ignorar o evitar.
—Claro, la gente debe pasar a otros asuntos —dijo el Coronel.— Supongo que hay muchas cosas por ahí esta noche.
—¿Y dónde va usted? —preguntó Mrs Churchley, dejando caer el abanico y posando su brillante y dura mirada sobre el Coronel.
Información texto 'Los Matrimonios'