Los Dos Compañeros de Viaje
Hermanos Grimm
Cuento infantil
Las montañas no se encuentran nunca, pero los hombres se encuentran, y con mucha frecuencia los buenos con los malos. Un zapatero y un sastre se encontraron frente a frente en sus viajes o correrías por su país. El sastre era un hombre bajito, muy alegre y de muy buen humor. Vio venir hacia él al zapatero, y conociendo su oficio por el paquete que llevaba debajo del brazo, se puso a cantar una canción burlesca:
Procura que tus puntadas
queden bien aseguradas;
poco a poco estira el hilo
porque no queden en vilo.
Pero el zapatero, que no entendía de chanzas, puso una cara como si hubiera bebido vinagre: parecía que iba a saltar encima del sastre. Por fortuna, nuestro hombre le dijo, riendo y presentándole su calabaza:
—Vamos, eso era una broma; echa un trago para apagar la bilis.
El zapatero bebió un trago, y el aire de su rostro cambió un poco en la apariencia. Devolvió la calabaza al sastre, diciéndole:
—No me he querido negar a vuestra invitación: he bebido por la sed presente y por la sed futura. ¿Queréis que viajemos juntos?
—Con mucho gusto, dijo el sastre, siempre que vayamos a alguna gran ciudad, donde no falte trabajo.
—Esa es mi intención, dijo el zapatero; en los lugares pequeños no hay nada que hacer: las gentes van con los pies descalzos.
Y comenzaron a caminar juntos a pie, como los perros del rey.
Ambos tenían más tiempo que perder que dinero que gastar. En todas las ciudades donde entraban, visitaban a los maestros de sus oficios, y, como el sastrecillo era un muchacho muy guapo y de muy buen humor, le daban trabajo con mucho gusto, y aún a veces la hija del maestro le daba además algún que otro apretón de manos por detrás de la puerta. Cuando volvía a reunirse con su compañero, su bolsa era siempre la más repleta. Entonces el zapatero, gruñendo siempre, se ponía aún más feo, refunfuñando por lo bajo:
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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.