Textos más vistos de Hermanos Grimm etiquetados como Cuento infantil | pág. 12

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autor: Hermanos Grimm etiqueta: Cuento infantil


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Juan con Suerte

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Juan había servido siete años a su amo, y le dijo:

— Mi amo, he terminado mi tiempo, y quisiera volverme a casa, con mi madre. Pagadme mi soldada.

Respondióle el amo:

— Me has servido fiel y honradamente; el premio estará a la altura del servicio — y le dio un pedazo de oro tan grande como la cabeza de Juan. Sacó éste su pañuelo del bolsillo, envolvió en él el oro y, cargándoselo al hombro, emprendió el camino de su casa. Mientras andaba, vio a un hombre montado a caballo, que avanzaba alegremente a un trote ligero.

— ¡Ay! — exclamó Juan en alta voz —, ¡qué cosa más hermosa es ir a caballo! Va uno como sentado en una silla, no tropieza contra las piedras ni se estropea las botas, y adelanta sin darse cuenta.

Oyólo el jinete y, deteniendo el caballo, le dijo:

— Oye, Juan, ¿por qué vas a pie?

— ¡Qué remedio me queda! — respondió el mozo —. He de llevar este terrón a casa; cierto que es de oro, pero no me deja ir con la cabeza derecha, y me pesa en el hombro.

— ¿Sabes qué? — díjole el caballero —. Vamos a cambiar; yo te doy el caballo, y tú me das tu terrón.

— ¡De mil amores! — exclamó Juan —. Pero tendréis que llevarlo a cuestas, os lo advierto.

Apeóse el jinete, cogió el oro y, ayudando a Juan a montar, púsole las riendas en la mano y le dijo:

— Si quieres que corra, no tienes sino chasquear la lengua y gritar «¡hop, hop!».


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5 págs. / 10 minutos / 169 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Alondra de León Cantarina y Saltarina

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Érase una vez un hombre que tenía proyectado hacer un largo viaje; al despedirse, preguntó a sus hijas qué querían que les trajera a su vuelta. La mayor quería perlas, la segunda quería diamantes, pero la tercera dijo:

—Querido padre, yo deseo una alondra de león cantarina y saltarina.

El padre dijo

—Bueno, si puedo encontrarla, te la traeré.

Besó a las tres y emprendió su viaje. Cuando llegó el momento de regresar a casa, tenía compradas las perlas y los diamantes para las dos mayores, pero no llevaba la alondra de león cantarina y saltarina para la pequeña. La había buscado por todas partes, pero todo fue en vano, y eso le hacía sentirse triste, pues era su hija preferida.

El camino lo condujo por un bosque, en medio del cual había un hermoso palacio; cerca del palacio había un árbol y, arriba del todo, en la cima del árbol, vio una alondra de león que cantaba y saltaba.

—Pero qué a tiro me vienes —dijo él totalmente satisfecho.

Llamó a su sirviente para que se subiera al árbol y apresara al animalito, pero cuando éste se acercó al árbol saltó un león, moviendo furiosamente su melena, y rugió de tal manera que tembló el follaje del árbol.

—Al que intente robarme mi alondra de león cantarina y saltarina —gritó— lo devoraré.

A esto, respondió el hombre:

—No sabia que el pájaro era tuyo; quiero reparar mi falta y liberarme por una buena cantidad de oro; sólo te pido que me perdones la vida.

El león dijo:

—Podrás salvarte si me prometes darme en propiedad lo primero que te encuentres al llegar a tu casa; si lo haces, te perdono la vida y, además, te daré el pájaro para tu hija.

El hombre rehusó tal propuesta, diciendo:

—Puede ser mi hija menor, que es la que más me quiere y la que sale siempre a mi encuentro cuando llego a casa.

El sirviente, sin embargo, tenía miedo y dijo:


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6 págs. / 11 minutos / 157 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Bola de Cristal

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Vivía en otros tiempos una hechicera que tenía tres hijos, los cuales se amaban como buenos hermanos; pero la vieja no se fiaba de ellos, temiendo que quisieran arrebatarle su poder. Por eso transformó al mayor en águila, que anidó en la cima de una rocosa montaña, y sólo alguna que otra vez se le veía describiendo amplios círculos en la inmensidad del cielo. Al segundo lo convirtió en ballena, condenándolo a vivir en el seno del mar, y sólo de vez en cuando asomaba a la superficie, proyectando a gran altura un poderoso chorro de agua. Uno y otro recobraban su figura humana por espacio de dos horas cada día. El tercer hijo, temiendo verse también convertido en alimaña, oso o lobo, por ejemplo, huyó secretamente.

Habíase enterado de que en el castillo del Sol de Oro residía una princesa encantada que aguardaba la hora de su liberación; pero quien intentase la empresa exponía su vida, y ya veintitrés jóvenes habían sucumbido tristemente. Sólo otro podía probar suerte, y nadie más después de él. Y como era un mozo de corazón intrépido, decidió ir en busca del castillo del Sol de Oro.

Llevaba ya mucho tiempo en camino, sin lograr dar con el castillo, cuando se encontró extraviado en un inmenso bosque. De pronto descubrió a lo lejos dos gigantes que le hacían señas con la mano, y cuando se hubo acercado, le dijeron:

— Estamos disputando acerca de quién de los dos ha de quedarse con este sombrero, y, puesto que somos igual de fuertes, ninguno puede vencer al otro. Como vosotros, los hombrecillos, sois más listos que nosotros, hemos pensado que tú decidas.

— ¿Cómo es posible que os peleéis por un viejo sombrero? —exclamó el joven.

— Es que tú ignoras sus virtudes. Es un sombrero milagroso, pues todo aquel que se lo pone, en un instante será transportado a cualquier lugar que desee.


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3 págs. / 5 minutos / 308 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Doncella Maleen

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Érase una vez un rey, cuyo hijo aspiraba a casarse con la hija de otro poderoso monarca. La doncella se llamaba Maleen y era de maravillosa hermosura. Sin embargo, le fue negada su mano, pues su padre la destinaba a otro pretendiente. Como los dos se amaban de todo corazón y no querían separarse, dijo Maleen a su padre:

— No aceptaré por esposo a nadie sino a él.

Enfurecido el padre, mandó construir una tenebrosa torre, en la que no penetrase un solo rayo de sol ni de luna, y, cuando estuvo terminada, le dijo:

— Te pasarás encerrada aquí siete años; al término de ellos, vendré a ver si se ha quebrado tu terquedad.

Llevaron a la torre comida y bebida para los siete años, y luego fueron conducidas a ella la princesa y su camarera, y amurallaron la entrada, dejándolas aisladas del cielo y la tierra. En plenas tinieblas, no sabían ya cuándo era de día o de noche. El príncipe rodeaba con gran frecuencia la prisión, llamando en alta voz a su amada, pero sus gritos no podían atravesar los espesos muros. ¿Qué otra cosa podían hacer las cuitadas sino quejarse y lamentarse? De este modo fue discurriendo el tiempo, y, por la disminución de sus provisiones, pudieron darse cuenta de que se acercaba el fin de los siete años. Pensaban que había llegado el momento de su liberación; pero no se oía ni un martillazo, ni caía una piedra de los muros; parecía como si su padre la hubiese olvidado. Cuando ya les quedaban poquísimas provisiones y preveían una muerte angustiosa, dijo la doncella Maleen:

— Hemos de hacer un último intento y ver si conseguimos perforar la muralla.


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5 págs. / 10 minutos / 103 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Hija de la Virgen María

Hermanos Grimm


Cuento infantil


A la entrada de un extenso bosque vivía un leñador con su mujer y un solo hijo, que era una niña de tres años de edad; pero eran tan pobres que no podían mantenerla, pues carecían del pan de cada día. Una mañana fue el leñador muy triste a trabajar y cuando estaba partiendo la leña, se le presentó de repente una señora muy alta y hermosa que llevaba en la cabeza una corona de brillantes estrellas, y dirigiéndole la palabra le dijo:

—Soy la señora de este país; tú eres pobre miserable; tráeme a tu hija, la llevaré conmigo, seré su madre y tendré cuidado de ella.

El leñador obedeció; fue a buscar a su hija y se la entregó a la señora, que se la llevó a su palacio.

La niña era allí muy feliz: comía bizcochos, bebía buena leche, sus vestidos eran de oro y todos procuraban complacerla.

Cuando cumplió los catorce años, la llamó un día la señora, y la dijo:

—Querida hija mía, tengo que hacer un viaje muy largo; te entrego esas llaves de las trece puertas de palacio, puedes abrir las doce y ver las maravillas que contienen, pero te está prohibido tocar a la decimotercia que se abre con esta llave pequeña; guárdate bien de abrirla, pues te sobrevendrían grandes desgracias.

La joven prometió obedecer, y en cuanto partió la señora comenzó a visitar las habitaciones; cada día abría una diferente hasta que hubo acabado de ver las doce; en cada una se hallaba el sitial de un rey, adornado con tanto gusto y magnificencia que nunca había visto cosa semejante. Llenábase de regocijo, y los pajes que la acompañaban se regocijaban también como ella. No la quedaba ya más que la puerta prohibida, y tenía grandes deseos de saber lo que estaba oculto dentro, por lo que dijo a los pajes que la acompañaban.

—No quiero abrirla toda, mas quisiera entreabrirla un poco para que pudiéramos ver a través de la rendija.


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5 págs. / 8 minutos / 111 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Madre Vieja

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Una pobre anciana estaba sentada una noche sola en su cuarto en una gran ciudad, pensando que había perdido primero a su marido, después sus dos hijos; luego todos sus parientes unos después de otros y por último que acababa de morir su postrer amigo y quedaba abandonada y sola en el mundo. Sentía en su corazón un disgusto tan profundo, sobre todo por la pérdida de sus dos hijos, que llegaba en su dolor hasta acusar a Dios.

Se hallaba así sumida en tristes pensamientos cuando la pareció oír tocar a misa. Admirada de que se hubiese pasado tan pronto la noche, encendió su luz y se dirigió hacia la iglesia. A su llegada halló la nave alumbrada no por velas como de costumbre, sino por una luz extraña y de un resplandor dudoso. La iglesia estaba llena de gente, todos los sitios estaban ocupados y cuando la anciana quiso sentarse en el banco en que lo hacía siempre, le encontró lleno de gente. Mirando a los que estaban sentados en él reconoció a sus parientes difuntos, con sus trajes de hechura antigua pero con el rostro pálido. No hablaban ni cantaban, sólo se oía un murmullo sordo y un ruido ligero en toda la iglesia.

Una de sus tías difuntas se acercó a ella y la dijo:

—Mira hacia el altar y verás a tus hijos.

La pobre madre vio en efecto a sus dos hijos, el uno estaba en la horca y el otro en la rueda. Entonces la dijo su tía:

—Mira lo que hubieran llegado a ser tus hijos, si Dios los hubiera dejado en el mundo y no los hubiera llamado a sí cuando estaban todavía en la edad de la inocencia.

La anciana entró en su casa temblando y dio gracias a Dios de rodillas porque había hecho por ella mucho más de lo que podía desear ni comprender. Se echó en la cama y murió a los tres días.


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1 pág. / 1 minuto / 109 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Mesa, el Asno y la Vara Maravillosa

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez un sastre que tenía tres hijos y una cabra. Como la cabra daba leche para toda la familia, era necesario procurarla buen pasto, y llevarla al campo todos los días. Los hijos se hallaban obligados a esto y lo hacían por turno. Un día la llevó el mayor al cementerio, donde había yerba muy crecida, que comió con extraordinaria alegría dando muchos saltos. Cuando volvían a casa al anochecer, la preguntó el mancebo.

—¿Has comido, cabra?

A lo que le contestó.

Estoy atascada,
Saciada.
¡Bah!, ¡ba!

—Vamos a casa, dijo el joven y cogiéndola por la cuerda la llevó al establo, donde la ató.

—Ha comido la cabra todo lo que quería, dijo el sastre viejo.

—Sí, contestó el hijo, está atascada y saciada.

Mas queriendo el padre asegurarse por sí mismo, fue al establo y se puso a acariciar a su querido animal, diciéndole.

—¿Cabrita, has comido bien?

La cabra le contestó.

¿Cómo había de comer,
si no he hecho más que correr
sin hallar una hoja que pacer?
¡Beh!, ¡be!

—¡Qué viejo!, dijo el sastre, y saliendo del establo, regañó a su hijo.

—Embustero, no me has dicho, que la cabra estaba harta y ha vuelto en ayunas.

—Cogió encolerizado la vara de medir, y le echó de la casa dándole de palos.

Al día siguiente tocaba la vez al hijo segundo, quien buscó a lo largo del cercado del jardín un lugar bien provisto de yerba y la cabra cortó hasta el último tallo. —Por la noche cuando se trataba de volver la preguntó.

—¿Has comido, cabra?

A lo que contestó.

Estoy atascada,
Saciada.
¡Bah!, ¡ba!

—Vamos a casa dijo el joven y la llevó al establo, donde la ató.

—¿Ha comido la cabra todo lo que necesitaba?, dijo el sastre.

—¡Oh!, sí, contestó el hijo, está atascada y saciada.


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10 págs. / 18 minutos / 116 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Novia del Bandolero

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Érase una vez un molinero que tenía una hija muy linda, y cuando ya fue crecida, deseaba verla bien casada y colocada. Pensaba: «Si se presenta un pretendiente como Dios manda y la pide, se la daré».

Poco tiempo después, llegó uno que parecía muy rico, y como el molinero no sabía nada malo de él, le prometió a su hija. La muchacha, sin embargo, no sentía por él la inclinación que es natural que una prometida sienta por su novio, ni le inspiraba confianza el mozo. Cada vez que lo veía o pensaba en él, una extraña angustia le oprimía el corazón. Un día le dijo él:

— Eres mi prometida, y nunca has venido a visitarme.

Respondió la doncella:

— Aún no sé dónde está tu casa.

— Mi casa está en medio del bosque oscuro —contestó el novio.

Ella todo era inventar pretextos, diciendo que no sabría hallar el camino, pero un día el novio le dijo muy decidido:

— El próximo domingo tienes que venir a casa. He invitado ya a mis amigos, y para que encuentres el camino en el bosque, esparciré cenizas.

Llegó el domingo, y la muchacha se puso en camino; sin saber por qué, sentía un extraño temor, y para asegurarse de que a la vuelta no se extraviaría, llenóse los bolsillos de guisantes y lentejas.

A la entrada del bosque vio el rastro de ceniza y lo siguió; pero a cada paso tiraba al suelo, a derecha e izquierda, unos guisantes. Tuvo que andar casi todo el día antes de llegar al centro del bosque, donde más oscuro era. Allí había una casa solitaria, de aspecto tenebroso y lúgubre. Dominando su aprensión, entró en la casa; dentro reinaba un profundo silencio, y no se veía nadie en parte alguna. De pronto se oyó una voz:

«Vuélvete, vuélvete, joven prometida.

Asesinos viven en esta guarida».

La muchacha levantó los ojos y vio que la voz era de un pájaro, encerrado en una jaula que colgaba de la pared. El cual repitió:


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3 págs. / 6 minutos / 285 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Novia del Conejillo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Érase una vez una mujer y su hija, las cuales vivían en un hermoso huerto plantado de coles. Y he aquí que, en invierno, viene un conejillo y se pone a comer las coles. Dijo entonces la mujer a su hija:

— Ve al huerto y echa al conejillo. Y dice la muchacha al conejillo:

— ¡Chú! ¡Chú! ¡Conejillo, acaba de comerte las coles!

Y dice el conejillo:

— ¡Ven, niña, súbete en mi colita y te llevaré a mi casita!

Pero la niña no quiere. Al día siguiente vuelve el conejillo y se come las coles; y dice la mujer a su hija:

— ¡Ve al huerto y echa al conejillo!

Y dice la muchacha al conejillo:

— ¡Chú! ¡Chú! ¡Conejillo, acaba de comerte las coles!

Dice el conejillo:

— ¡Ven, niña, súbete en mi colita y te llevaré a mi casita!

Pero la niña no quiere. Al tercer día vuelve aún el conejillo y se come las coles. Dice la mujer a su hija:

— ¡Ve al huerto y echa al conejillo!

Dice la muchacha:

— ¡Chú! ¡Chú!, ¡Conejillo, acaba de comerte las coles!

Dice el conejillo:

— ¡Ven, niña, súbete en mi colita y te llevaré a mi casita!

La muchacha monta en la colita del conejillo, y el conejillo la lleva lejos, lejos, a su casita y le dice:

— Ahora cuece berzas y mijo; invitaré a los que han de asistir a la boda.

Y llegaron todos los invitados. (¿Que quiénes eran los invitados? Tal como me lo dijeron, os lo diré: eran todos los conejos, y el grajo hacía de señor cura para casar a los novios, y la zorra hacía de sacristán, y el altar estaba debajo del arco iris.)

Pero la niña se sentía sola y estaba triste. Viene el conejillo y dice:

— ¡Vivo, vivo! ¡Los invitados están alegres!

La novia se calla y se echa a llorar. Conejillo se marcha, Conejillo vuelve, y dice:

— ¡Vivo, vivo! ¡Los invitados están hambrientos!


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Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Reina de las Abejas

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Allá en aquellos tiempos hubo un rey que tenía dos hijos, que se fueron en busca de aventuras, lanzándose a todos los excesos de la disipación, por lo que no volvían a su casa paterna. Fue a buscarlos su hermano menor, al que llamaban el Simple, pero cuando los encontró comenzaron a burlarse de él, porque en su sencillez pretendía saber dirigirse en un mundo donde se habían perdido ellos dos, ellos dos que tenían mucho más talento que él.

Habiéndose puesto en camino juntos encontraron un hormiguero. Los dos hermanos mayores querían llenarle de tierra para divertirse viendo la ansiedad de las hormigas que correrían por todas partes cargadas con sus huevos; pero su hermano el Simple les dijo:

—Dejad en paz a esos animales; no consentiré que les hagáis daño.

Poco después encontraron un lago en el que nadaban no sé cuantos patos. Los dos mayores querían coger un par de ellos para mandarlos asar, pero el menor se opuso diciendo:

—Dejad en paz a esos animales; no consentiré que los mate nadie.

Mucho mas allá todavía distinguieron en un árbol una colmena tan llena de miel que corría por el tronco abajo. Los dos mayores querían prender fuego el árbol para ahumar a las abejas y apoderarse de la miel; pero su hermano el Simple los contuvo, diciéndoles:

—Dejad en paz a esos animales; no consentiré que los queméis.


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2 págs. / 4 minutos / 396 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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