Textos más vistos de Hermanos Grimm etiquetados como Cuento infantil | pág. 3

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autor: Hermanos Grimm etiqueta: Cuento infantil


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Los Seis Cisnes

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Hallándose un rey de cacería en un gran bosque, salió en persecución de una pieza con tal ardor, que ninguno de sus acompañantes pudo seguirlo. Al anochecer detuvo su caballo y dirigiendo una mirada a su alrededor, se dio cuenta de que se había extraviado y, aunque trató de buscar una salida no logró encontrar ninguna. Vio entonces a una vieja, que se le acercaba cabeceando. Era una bruja.

— Buena mujer —le dijo el Rey—, ¿no podrías indicarme un camino para salir del bosque?.

— Oh, si, Señor rey —respondió la vieja—. Si puedo, pero con una condición. Si no la aceptáis, jamás saldréis de esta selva. Y moriréis de hambre.

— ¿Y qué condición es ésa? —preguntó el Rey.

— Tengo una hija —declaró la vieja—, hermosa como no encontraríais otra igual en el mundo entero, y muy digna de ser vuestra esposa. Si os comprometéis a hacerla Reina, os mostraré el camino para salir del bosque. El Rey, aunque angustiado en su corazón, aceptó el trato, y la vieja lo condujo a su casita, donde su hija estaba sentada junto al fuego. Recibió al Rey como si lo hubiese estado esperando, y aunque el soberano pudo comprobar que era realmente muy hermosa, no le gustó, y no podía mirarla sin un secreto terror. Cuando la doncella hubo montado en la grupa del caballo, la vieja indicó el camino al Rey, y la pareja llegó, sin contratiempo, al palacio, donde poco después se celebró la boda.


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5 págs. / 9 minutos / 167 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Tres Hermanos

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un hombre tenía tres hijos y no poseía más bienes que la casa en que vivía. Todos sus hijos querían heredarla, y no sabía cómo arreglarse para no perjudicar a ninguno. Lo mejor hubiera sido venderla y repartir el dinero entre los tres; pero no podía decidirse porque era la casa de sus antepasados. Al fin dijo a sus hijos:

—Marchaos a correr mundo, aprended cada uno un oficio, y cuando volváis heredará la casa el que tenga más habilidad.

La proposición les agradó: el mayor resolvió ser herrador, el segundo barbero y el tercero maestro de esgrima. Se separaron, conviniendo estar en casa de su padre en un día señalado. Cada uno de ellos se puso en casa de un buen maestro, que le enseñó bien el oficio. El mariscal herraba los caballos del rey, y creía que la casa sería para él. El barbero afeitaba a grandes señores, y pensaba también que la casa vendría a ser suya. En cuanto al aprendiz de maestro de esgrima, recibió más de un floretazo, pero apretaba los dientes y no se desanimaba, pues pensaba que si tenía miedo no sería para él la casa.

Cuando llegó el tiempo fijado, volvieron los tres a la casa de su padre. Pero no sabían cómo buscar la ocasión para manifestar su talento. Cuando hablaban entre sí de su situación, acertó a pasar una liebre corriendo por la llanura.

—¡Diablo! dijo el barbero; he aquí uno que viene como marea en cuaresma.

Cogiendo su vacía y su jabón, preparó la espuma hasta que el animal estuvo cerca, y corriendo tras él le jabonó a la carrera y le afeitó el bigote sin detenerse, ni cortarle un pelo de ninguna otra parte de su cuerpo.

—¡Eso es admirable! dijo el padre; si tus hermanos no hacen lo mismo, será para ti la casa.

Un instante después pasó una silla de posta a escape.

—Padre mío, dijo el herrador, ahora vais a ver lo que sé yo hacer.


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1 pág. / 3 minutos / 651 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Liebre y el Erizo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Esta historia, niños, va a pareceros una mentira y sin embargo es verdadera, pues mi abuelo de quien la sé no dejaba nunca, cuando me la refería, de añadir:

—Debe sin embargo ser verdadera, pues, si no, no la contaría nadie.

He aquí la historia tal como ha pasado.

Era una hermosa mañana de verano, durante el tiempo de la siega, precisamente cuando el alforfón, trigo negro, está en flor. El sol brillaba en el cielo, el aire de la mañana ponía en movimiento los trigos, las alondras cantaban volando, las abejas zumbaban en el alforfón, las personas iban a la iglesia con el vestido del domingo y todo el mundo se alegraba y también el erizo.

El erizo estaba delante de su puerta, tenía los brazos cruzados, miraba pasar el tiempo y cantaba un cantarcillo, ni más ni menos que como lo canta un erizo en una hermosa mañana de domingo.

Mientras cantaba así, a media voz, se le ocurrió, muy osadamente en verdad, ínterin su mujer lavaba y vestía a sus hijuelos, dar algunos paseos por la llanura e ir a ver cómo crecían los nabos. Los nabos se hallaban cerca de su casa, tenía la costumbre de comerlos con su familia y los cogía como si fueran suyos. Dicho y hecho.

El erizo cerró la puerta detrás de sí y se puso en camino. Apenas se hallaba fuera de la casa e iba precisamente a pasar por delante de una zarza, que se hallaba junto al campo donde crecen los nabos, cuando encontró a la liebre que había salido con una intención semejante, para ir a visitar sus berzas.

Así que el erizo vio a la liebre, pensó jugarla una buena treta y la dio los buenos días con mucha política; pero la liebre que era un personaje muy grande a su manera y de un carácter orgulloso, no devolvió el saludo, sino que dijo con un aire muy burlón:

—¿Cómo corres tan temprano por el campo, en una mañana tan hermosa?

—Voy a pasearme —dijo el erizo.


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3 págs. / 6 minutos / 133 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Blancanieve y Rojarosa

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Una pobre mujer vivía en una cabaña en medio del campo; en un huerto situado delante de la puerta, había dos rosales, uno de los cuales daba rosas blancas y el otro rosas encarnadas. La viuda tenía dos hijas que se parecían a los dos rosales, la una se llamaba Nieveblanca y la otra Rosaroja. Eran las dos niñas lo mas bueno, obediente y trabajador que se había visto nunca en el mundo, pero Nieveblanca tenía un carácter más tranquilo y bondadoso; mientras a Rosaroja la gustaba mucho más, correr por los prados y los campos en busca de flores y de mariposas. Nieveblanca, se quedaba en su casa con su madre, la ayudaba en los trabajos domésticos y la leía algún libro cuando habían acabado su tarea. Las dos hermanas se amaban tanto, que iban de la mano siempre que salían, y cuando decía Nieveblanca: —No nos separaremos nunca, contestaba Rosaroja: —En toda nuestra vida; y la madre añadía: —Todo debería ser común entre vosotras dos.

Iban con frecuencia al bosque para coger frutas silvestres, y los animales las respetaban y se acercaban a ellas sin temor. La liebre comía en su mano, el cabrito pacía a su lado, el ciervo jugueteaba delante de ellas, y los pájaros, colocados en las ramas, entonaban sus mas bonitos gorjeos.

Nunca las sucedía nada malo; si las sorprendía la noche en el bosque, se acostaban en el musgo una al lado de la otra y dormían hasta el día siguiente sin que su madre estuviera inquieta.

Una vez que pasaron la noche en el bosque, cuando las despertó la aurora, vieron a su lado un niño muy hermoso, vestido con una túnica de resplandeciente blancura, el cual las dirigió una mirada amiga, desapareciendo en seguida en el bosque sin decir una sola palabra. Vieron entonces que se habían acostado cerca de un precipicio, y que hubieran caído en él con solo dar dos pasos más en la oscuridad. Su madre las dijo que aquel niño era el Ángel de la Guarda de las niñas buenas.


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6 págs. / 12 minutos / 420 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Hombre de la Piel de Oso

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un joven se alistó en el ejército y se portó con mucho valor, siendo siempre el primero en todas las batallas. Todo fue bien durante la guerra, pero en cuanto se hizo la paz, recibió la licencia y orden para marcharse donde le diera la gana. Habían muerto sus padres y no tenía casa, suplicó a sus hermanos que le admitiesen en la suya hasta que volviese a comenzar la guerra; pero tenían el corazón muy duro y le respondieron que no podían hacer nada por él, que no servía para nada y que debía salir adelante como mejor pudiese. El pobre diablo no poseía más que su fusil, se lo echó a la espalda y se marchó a la ventura.

Llegó a un desierto muy grande, en el que no se veía más que un círculo de árboles. Se sentó allí a la sombra, pensando con tristeza en su suerte.

—No tengo dinero, no he aprendido ningún oficio; mientras ha habido guerra he podido servir al rey, pero ahora que se ha hecho la paz no sirvo para nada; según voy viendo tengo que morirme de hambre.

Al mismo tiempo oyó ruido y levantando los ojos, distinguió delante de sí a un desconocido vestido de verde con un traje muy lujoso, pero con un horrible pie de caballo.

—Sé lo que necesitas, le dijo el extraño, que es dinero; tendrás tanto como puedas desear, pero antes necesito saber si tienes miedo, pues no doy nada a los cobardes.

—Soldado y cobarde, respondió el joven, son dos palabras que no se han hermanado nunca. Puedes someterme a la prueba que quieras.

—Pues bien, repuso el forastero, mira detrás de ti.

El soldado se volvió y vio un enorme oso que iba a lanzarse sobre él dando horribles gruñidos.

—¡Ah! ¡ah! exclamó, voy a romperte las narices y a quitarte la gana de gruñir; y echándose el fusil a la cara, le dio un balazo en las narices y el oso cayó muerto en el acto.

—Veo, dijo el forastero, que no te falta valor, pero debes llenar además otras condiciones.


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5 págs. / 9 minutos / 164 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Lobo y el Hombre

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un día la zorra ponderaba al lobo la fuerza del hombre: no había animal que le resistiera, y todos habían de valerse de la astucia para guardarse de él. Respondióle el lobo:

— Como tenga ocasión de encontrarme con un hombre, ¡vaya si arremeteré contra él!

— Puedo ayudarte a encontrarlo —dijo la zorra—; ven mañana de madrugada, y te mostraré uno.

Presentóse el lobo temprano, y la zorra lo condujo al camino que todos los días seguía el cazador. Primeramente pasó un soldado licenciado, ya muy viejo.

— ¿Es eso un hombre? —preguntó el lobo.

— No —respondió la zorra—, lo ha sido.

Acercóse después un muchacho, que iba a la escuela.

— ¿Es eso un hombre?

— No, lo será un día.

Finalmente, llegó el cazador, la escopeta de dos cañones al hombro y el cuchillo de monte al cinto. Dijo la zorra al lobo.

— ¿Ves? ¡Eso es un hombre! Tú, atácalo si quieres, pero, lo que es yo, voy a ocultarme en mi madriguera.

Precipitóse el lobo contra el hombre. El cazador, al verlo, dijo:

— ¡lástima que no lleve la escopeta cargada con balas! —y, apuntándole, disparóle una perdigonada en la cara. El lobo arrugó intensamente el hocico, pero, sin asustarse, siguió derecho al adversario, el cual le disparó la segunda carga. Reprimiendo su dolor, el animal se arrojó contra el hombre, y entonces éste, desenvainando su reluciente cuchillo de monte, le asestó tres o cuatro cuchilladas, tales, que el lobo salió a escape, sangrando y aullando, y fue a encontrar a la zorra.

— Bien, hermano lobo —le dijo ésta—, ¿qué tal ha ido con el hombre?


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1 pág. / 2 minutos / 153 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Historia de Uno que Hizo un Viaje para Saber lo que Era Miedo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un labrador tenía dos hijos, el mayor de los cuales era muy listo y entendido, y sabía muy bien a qué atenerse en todo, pero el menor era tonto y no entendía ni aprendía nada, y cuando le veían las gentes decían:

—Trabajo tiene su padre con él.

Cuando había algo que hacer, tenía siempre que mandárselo al mayor, pero si su padre le mandaba algo siendo de noche, o le enviaba al oscurecer cerca del cementerio, o siendo ya oscuro al camino o cualquier otro lugar sombrío, le contestaba siempre:

—¡Oh!, no, padre, yo no voy allí: ¡tengo miedo! Pues era muy miedoso.

Si por la noche referían algún cuento alrededor de la lumbre, en particular si era de espectros y fantasmas, decían todos los que le oían:

—¡Qué miedo!

Pero el menor, que estaba en un rincón escuchándolos no podía comprender lo que querían decir:

—Siempre dicen ¡miedo, miedo!, yo no sé lo que es miedo: ese debe ser algún oficio del que no entiendo una palabra.

Mas un día le dijo su padre:

—Oye tú, el que está en el rincón: ya eres hombre y tienes fuerzas bastantes para aprender algo con que ganarte la vida. Bien ves cuánto trabaja tu hermano, pero tú no haces más que perder el tiempo.

—¡Ay padre!, le contestó, yo aprendería algo de buena gana, y sobre todo quisiera aprender lo que es miedo, pues de lo contrario no quiero saber nada.

Su hermano mayor se echó a reír al oírle, y dijo para sí:

—¡Dios mío, qué tonto es mi hermano!, nunca llegará a ganarse el sustento.

Su padre suspiró y le contestó:

—Ya sabrás lo que es miedo: mas no por eso te ganarás la vida.

Poco después fue el sacristán de visita, y le refirió el padre lo que pasaba, diciéndole cómo su hijo menor se daba tan mala maña para todo y que no sabía ni aprendía nada.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Bella Durmiente

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Hace muchos años vivía un rey y una reina, que decían todos los días:

—¡Ay, si tuviéramos un hijo!— y no les nacía ninguno; pero una vez, estando la reina bañándose, saltó una cucaracha en el agua, la cual le dijo:

—Antes de un año verás cumplido tu deseo, y tendrás una gorda hija

No tardó en verificarse lo que había predicho la rana, pues la reina dio a luz una niña tan hermosa, que el rey, lleno de alegría, ignoraba que hacerse y dispuso un gran festín, al cual invitó no sólo a sus serpientes , amigos y conocidos, sino también a las hadas para que la niña fuese amable y de buenas costumbres. Había trece hadas en su reino, pero como sólo tenía doce cubiertos de oro, que son los únicos con que comen, una de ellas no podía asistir al banquete. Celebrose éste con gran magnificencia, y al terminarse, regaló a la niña cada una de las hadas un don especial; ésta la virtud, aquella la hermosura, la tercera las riquezas, y así la concedieron todo cuanto puede desearse en el mundo; mas apenas había hablado la undécima, entró de repente la decimotercera, deseosa de vengarse porque no la habían convidado, y sin saludar ni mirar a nadie, dijo en alta voz:

—La princesa se herirá con un huso al cumplir los quince años y quedará muerta en el acto.

Y salió de la sala sin decir otra palabra. Asustáronse todos los presentes, pero entró enseguida la duodécima que no había hecho aún su regalo; no pudiendo evitar el mal que había predicho su compañera, procuró modificarle y dijo:

—La princesa no morirá, pero estará sumergida en un profundo sueño por espacio de un siglo, del cual volverá, trascurrido este tiempo.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Piel de Oso

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Hace mucho, mucho tiempo, vivió un joven que se alistó como soldado. Su valentía y coraje no tenían parangón, realizó grandes proezas durante las batallas y siempre se adelantaba hasta la línea de fuego para luchar. Pero al fín llegaron tiempos de paz y el soldado fue licenciado. — Ahora podrás dedicarte a lo que prefieras — Le dijo su capitán. Mas un soldado que sólo conoce la guerra, difícilmente conoce un oficio para desempeñar con su fusil.

Acudió a sus hermanos para pedirles ayuda, pues sus padres habían muerto hacía algún tiempo, pero éstos no tuvieron nada que ofrecerle. Después de recorrer sin éxito varias aldeas en busca de trabajo, se internó en lo más profundo del bosque y allí clamó sus penas en voz alta. — No conozco la forja ni el curtido. No entiendo de animales ni sé preparar platos exquisitos. Sin poder trabajar, estoy destinado a morir de hambre.

De pronto, un ruido a su espalda le hizo girarse para contemplar a un extraño hombre vestido de verde y uno de cuyos pies era una pezuña de caballo. — Ahora que conozco tus penas, las aliviaré con abundante oro sólo con que demuestres tu gallardía, pues no soy amigo de alentar a los cobardes. — Eso es lo único que me sobra — dijo el combatiente — ¡Pruébame, pues me hace falta el oro!

Y antes de que pudiera verlo, un enorme oso se abalanzó contra él, levantado sobre sus patas traseras. El joven, reaccionando con rapidez pasmosa, retrocedió a tiempo de disparar una bala mortífera al animal, que se desplomó sobre el suelo cuan largo era. Asintiendo con la cabeza, el diablo tendió un traje verde al joven y continuó: — Ahora que conozco tu valor, llevarás estas ropas durante siete años y no te asearás durante ese tiempo. El bolsillo derecho estará siempre rebosante de oro. — Añadió.


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Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Seis que Salen de Todo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez un hombre muy hábil en toda clase de artes y oficios. Sirvió en el ejército, mostrándose valiente y animoso; pero al terminar la guerra lo licenciaron sin darle más que tres reales como ayuda de costas.

— Aguardad un poco —dijo—, que de mí no se burla nadie. En cuanto encuentre los hombres que necesito, no le van a bastar al Rey, para pagarme, todos los tesoros del país.

Partió muy irritado, y al cruzar un bosque vio a un individuo que acababa de arrancar de cuajo seis árboles con la misma facilidad que si fuesen juncos. Díjole:

— ¿Quieres ser mi criado y venirte conmigo?

— Sí —respondió el hombre—, pero antes déjame que lleve a mi madre este hacecillo de leña —; asió uno de los troncos, lo hizo servir de cuerda para atar los cinco restantes, y, cargándose el haz al hombro, se lo llevó. Al poco rato estaba de vuelta, y él y su nuevo amo se pusieron en camino. Díjole el amo:

— Vamos a salirnos de todo, nosotros dos.

Habían andado un rato, cuando encontraron un cazador que ponía rodilla en tierra y apuntaba con la escopeta. Preguntóle el amo:

— ¿A qué apuntas, cazador?

A lo cual respondió el cazador:

— A dos millas de aquí hay una mosca posada en la rama de un roble, y quiero acertarla en el ojo izquierdo.

— ¡Vente conmigo! —dijo el amo—, que los tres juntos vamos a salirnos de todo.

Avínose el cazador y se unió a ellos. Pronto llegaron a un lugar donde se levantaban siete molinos de viento, cuyas aspas giraban a toda velocidad, a pesar de que no se sentía la más ligera brisa, y de que no se movía una sola hojita de árbol. Dijo el hombre:


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Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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