El Llamado
Horacio Quiroga
Cuento
Yo estaba esa mañana, por casualidad, en el sanatorio, y la mujer había sido internada en él cuatro días antes, en pos de la catástrofe.
—Vale la pena —me dijo el médico a quien había ido a visitar— que oiga usted el relato del accidente. Verá un caso de obsesión y alucinación auditivas como pocas veces se presentan igual.
»La pobre mujer ha sufrido un fuerte shock con la muerte de su hija. Durante los tres primeros días ha permanecido sin cerrar los ojos ni mover una pestaña, con una expresión de ansiedad indescriptible. No perderán ustedes el tiempo oyéndola. Y digo ustedes, porque estos dos señores que suben en este momento la escalera son delegados o cosa así de una sociedad espiritista. Sea lo que fuere, recuerde usted lo que le he dicho hace un instante respecto de la enferma: estado de obsesión, idea fija y alucinación auditiva. Ya están aquí esos señores. Vamos andando.
No es tarea difícil provocar en una pobre mujer, que al impulso de unas palabras de cariño resuelve por fin en mudo llanto la tremenda opresión que la angustia, las confidencias que van a desahogar su corazón. Cubriéndose el rostro con las manos:
—¡Qué puedo decirles —murmuró— que no haya ya contado a mi médico…!
—Toda la historia es lo que deseamos oír, señora —solicitó aquél—. Entera, y con todos los detalles.
—¡Ah! Los detalles… —murmuró aún la enferma, retirando las manos del rostro; y mientras cabeceaba lentamente—: Sí, los detalles… Uno por uno los recuerdo… Y aunque debiera vivir mil años…
Bruscamente llevose de nuevo las manos a los ojos y las mantuvo allí, oprimidas con fuerza, como si tras ese velo tratara de concentrar y echar de una vez por todas el alucinante tumulto de sus recuerdos.
Un instante después las manos caían, y con semblante extenuado, pero calmo, comenzó:
—Haré lo que usted desea, doctor. Hace un mes…
Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2020 por Edu Robsy.