Un Chantaje
Horacio Quiroga
Cuento
El diario iba tan mal que una mañana sus propietarios se reunieron en consejo, a fin de poner término a aquello. Los dueños eran también sus redactores, cosa bastante rara: cuatro muchachos sin rastros de escrúpulos, que habían obtenido a fuerza de elocuencia un capital de cien mil pesos, ahora en riesgo inminente de desaparecer.
La deuda —había pagarés de por medio— los inquietaba suficientemente. A pesar de esto no hallaron esa mañana nada que pudiera salvarlos, agotados ya como estaban los pequeños recursos lucrativos que ofrece un diario cuando sus redactores se deciden a ello. Resolvieron, sin embargo, sostenerse quince días más, mientras se buscaba desesperadamente de dónde asirse. Y de este modo, una mañana de ésas se presentó a la dirección un hombrecito cetrino, muy flaco, lentes con guarnición de acero y ropa negra, bastante sucia; pero muy consciente de sí todo él.
—Tengo una idea para levantar un diario; deseo venderla.
Los muchachos, muy sorprendidos, miraron atentamente al sujeto.
—¿Una idea?
—Sí, señor; una idea.
—¿Utilizable enseguida?
—Hoy mismo; mañana se obtendrá el resultado.
—¿Qué resultado?
—Cien mil pesos, fácilmente.
Esta vez los ocho ojos se clavaron en el hombrecito. Éste, después de mirarlos a su vez tranquilamente, púsose a observar los mapas que colgaban de las paredes, como si se tratara de todo el mundo menos de él.
—En fin, si nos quisiera indicar…
—Con mucho gusto. Solamente desearía antes un pequeño contrato.
—¿Contrato?…
—Sí, señor. Ustedes se comprometerían a no utilizar mi idea, si no les conviniera.
—¿Y si nos conviene?
—Mil pesos.
Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2020 por Edu Robsy.