El Baile de Máscaras
Isidoro Fernández Flórez
Cuento
Las altas lucernas arrojan fulgores vivísimos; parecen canastillos de oro que dejan caer sobre la muchedumbre, por entre juncos y mallas de cristal, una lluvia de fuego.
La luz resbala sobre aquel flujo y reflujo de olas vivientes; cabrillea, con chispazos de piedras preciosas, en un mar de colores.
Flotan las gasas, vuelan las plumas, centellean las lentejuelas. Se diría que hemos caído en el fondo de un lago de oro en ebullición.
Me coloco debajo de la araña y espero. En confusión marcadora pasan delante de mi máscaras de vistosos disfraces.
Una me da en el rostro con su abanico de plumas de pavo real. Es una archiduquesa del siglo XVIII, vestida con un jardín tejido en seda; el rostro mal cubierto con blanco antifaz, los bucles empolvados, y sobre los bucles una enorme balumba de lazos, plumas y flores. Tiene salpicadas las mejillas de picantes lunares que sueñan con besos.
Al darme con el abanico en el rostro me dice:
—¿Esperas, sin duda?...
—Espero.
—¿A mí... quizás?
—Tu traje es el de la pretensión. ¡No es á tí á quien espero!
Otra máscara llega.
Trae, por engalanarse con primor, un pañuelo de Manila de larguísimos flecos, en cuyo fondo, del color de la noche, vuelan pájaros inverosímiles, se despliegan árboles desconocidos y se alzan palacios de imposible arquitectura. Un pañuelo pérsico de seda, con hilos de oro y franjas de colores, le cuelga en largo pico sobre la espalda y se anuda al desgaire sobre su relevante seno. Lleva, como pegados en la frente, grandes rizos en espiral, y, á manera de castillo, alto rodete. Su careta es de cera, de expresión provocativa.
—¿Me conoces?—me dice.
—Sí; te he visto el otro día llevando una piernecita de cera á la Vírgen de la Paloma...
Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 34 visitas.
Publicado el 30 de agosto de 2022 por Edu Robsy.