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autor: James Fenimore Cooper editor: Edu Robsy textos no disponibles


El Último Mohicano

James Fenimore Cooper


Novela


Introducción

Los lugares geográficos donde transcurre este relato, deberían proveer de la necesaria información al lector. Sin embargo, ante tal profusión de nombres, razas y tribus, conviene dar algunas explicaciones.

Se cree que los aborígenes de América proceden de Asia. Hay hechos que lo corroboran. Cree el autor que el color del indio le es peculiar, y mientras sus pómulos muestran un notable indicio de origen tártaro, con sus ojos no sucede lo mismo. El clima puede haber ejercido gran influencia en el color, pero es difícil explicar cómo hubiera podido producirse la fundamental diferencia de los ojos.

La fantasía imaginativa del indio es oriental. Saca sus metáforas de las nubes, de las estaciones, de los pájaros, de los animales y del mundo vegetal. Su lenguaje posee tal riqueza, que expresa una frase con una sola palabra, y mediante una sola sílaba altera el sentido de toda una oración. Da diferentes significados por medio de las más simples inflexiones de la voz.

Los filólogos han dicho que entre todas las numerosas tribus que ocupan el territorio que constituye hoy los Estados Unidos no hay más de dos o tres lenguas. Atribuyen a los dialectos y a la corrupción del idioma la dificultad que tienen las tribus para entenderse entre sí. De aquí han surgido el gran obstáculo que existe para conocer su historia y gran parte de la incertidumbre acerca de sus tradiciones.

En gran medida, los hombres blancos han contribuido a que sean tan oscuras las tradiciones de los aborígenes.

En estas páginas, los lenni-lenapes, lenapes, delawares y los mohicanos designan a un mismo pueblo o a tribus del mismo tronco.


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97 págs. / 2 horas, 50 minutos / 409 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Espía

James Fenimore Cooper


Novela


Prefacio

«¿Habrá un hombre de alma lo bastante insensible para no haberse dicho alguna vez: Este es mi país, la tierra donde nací?»

Sir Walter Scott.

Son muchas las razones que aconsejan a un americano que va a escribir una novela, que elija como escenario a su tierra; pero son muchas más las que le disuaden. Comenzando por el pro, se trata de un camino nuevo, sin frecuentar todavía, y que por lo mismo tendrá, cuando menos, el encanto de la novedad. Hasta hoy, entre las nuestras, sólo una pluma de cierta fama se ha ocupado del género; y como ese autor ha muerto, y la aprobación o la censura del público ya no pueden alentar sus esperanzas ni despertar sus temores, sus compatriotas han comenzado a reconocerle méritos. Pero esta consideración se incluiría mejor entre las razones contra, y hemos olvidado que ahora estamos examinando las razones pro.

Es posible que la singularidad de esa circunstancia atraiga la atención de los extranjeros sobre la obra, pues nuestra literatura es como nuestro vino, que gana mucho viajando. Además, el ardiente patriotismo de nuestro pueblo garantiza la venta de las más modestas producciones que se ocupan de un tema nacional. Así lo demostrará muy pronto —tenemos la más profunda convicción— el libro de entradas y salidas de nuestro editor. ¡Quiera el cielo que esto no sea, como la novela, sólo una ficción! Por último, es razonable suponer que a un escritor le resultará más fácil trazar personajes y describir escenarios que ha contemplado continuamente, que pintar países por los que sólo pasó de largo.


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427 págs. / 12 horas, 28 minutos / 203 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Corsario Rojo

James Fenimore Cooper


Novela


Dedicatoria

A
W. B. SHUBRICK,
ESQUIRE DE LA MARINA DE LOS ESTADOS UNIDOS
le dedico este esbozo imperfecto y rápidamente trazado de algunas escenas de nuestra profesión.

Mi querido Shubrick, cuento más con su benevolencia que con el éxito de la realización.
Tal como es, sin embargo, este libro le es ofrecido como una nueva prueba de la estima y de la amistad sincera del autor.

Prólogo

El autor ya creyó necesario, en otra ocasión, hacer notar que al describir estas escenas de la vida marítima, no ha tenido en cuenta muy rigurosamente el orden cronológico de los perfeccionamientos que se han introducido en el arte de navegar. Pero piensa que no se hallará en esta obra ningún anacronismo demasiado importante. No obstante si algún crítico marino de mirada penetrante descubre un cabo extraviado en una falsa polea, o un término alterado de forma tal que cambie la verdadera ortografía, se le recuerda que la caridad le obliga a no atribuirlo a la ignorancia, tratándose de un compañero. No hay que olvidar que existen proporcionalmente menos hombres de mar que hombres de tierra dedicados tanto a la parte mecánica como a la espiritual de la composición de un libro, lo que es suficiente para explicar las numerosas imperfecciones que obstaculizan la armonía perfecta de las diversas partes de la literatura. En su tiempo oportuno, sin duda, se hallará el remedio a este mal deplorable, y entonces el mundo podrá esperar ver más conjuntadas las diferentes ramas de la profesión. No existirá una verdadera edad de oro para la literatura hasta que los libros sean tan correctos en su tipografía como el diario de un barco, y el sentido tan preciso como un watch-bill.

En cuanto al artículo menos importante, del que el autor hubiera podido sacar mejor partido en esta obra, no ha tenido la intención de ser muy comunicativo a este respecto.


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367 págs. / 10 horas, 43 minutos / 245 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.