¡Sálvate Juan!
Javier de Viana
Cuento
Sentado al borde de la hamaca, las piernas colgantes, la cabeza inclinada sobre el pecho, Juan Maidana se había olvidado de todo el medio material: del río que silenciosamente se deslizaba bajo sus pies, del bosque que empezaba a ensombrecerse, de la boya roja de la línea de pescar, llevada y traída por un cardumen de mojarras curiosas; del perro lobuno, que echado al lado suyo, aburrido, enviaba codiciosas miradas al corazón de buey, por el mozo llevado para carnada y que sólo aprovechaban las moscas.
Y quien sabe cuanto tiempo habría permanecido así Juan Maidana, si de pronto no se le hubiese presentado Alberto Medina.
—¿Qué haces abombao?—díjole cariñosamente.
—Estoy pescando,—respondió el mozo, un tanto avergonzado al ser sorprendido en aquel estado de embebecimiento.
—¿Pescando?... ¿Lo cuál?... ¡Cómo si han de rair de vos los péscaos!...
—¿Y por qué si han de rair?
—Porque si mi hace que vos pescás con anzuelo e pulpa... ¿No trujistes caña?
—Ahí, junto al sauce está la botella...
Anacleto se inclinó, tomó la botella, la miró al trasluz y exclamó:
—¡Cuasi llena!... ¿Asina querés pescar con caña...?—Bebió e interrogó con ironía:—¿Sábés por qué no sacas vos ningún pescao?
—¿Por qué?
—Porque tenés miedo.
—¿Miedo?...
—Si... Miedo de que al ver que te sumen la boya salga ensartao un cangrejo o una tortuga... ¡En tuito sos lo mesmo vos!... De tanto buscarle juego a la taba, cuando vas a largarla tenés los dedos acalambraos y se te clava un... Cuando tenes una carrera en fija, cansas el caballo en partidas, buscando ventajas y te la llevan de arriba...
—P'andar ligero hay que andar despacio.
Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 22 visitas.
Publicado el 6 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.