¿Sabe el lector lo que es un “esquinero”?
¿No?... Llámase así el poste grueso, fuerte, plantado en el vértice
que forma el ángulo de dos líneas de alambrado. Por más recio que fuese y
por más hondo que esté enterrado, este “principal” esquinero no podría
nunca resistir a las dos fuerzas divergentes que necesariamente lo
harían caer en el sentido de la resultante diagonal.
A objeto de contrarrestar esas dos acciones combinadas, se cava —a un
par de metros del alambrado, en su parte externa— una fosa de un metro
de profundidad, donde se sepulta otro poste, grueso, duro,
imputrescible, al cual se amarra una brida, resistente torzal de alambre
que parte de la punta del “esquinero”.
Este poste acostado bajo tierra, se llama —en el gráfico decir campesino— “un muerto”.
Se le echa tierra encima; se apisona; más tarde la gramilla crece encima y el foso queda como una tumba olvidada...
Cierta vez, viajando por el despoblado, el que esto escribe, llegó al
caer de la noche, a un rancho pobre, donde tres gauchos viejos velaban
el cadáver de un viejo gaucho. Indagó quién era el muerto y
respondieron:
“Un hombre que vivió haciendo el bien y a quien, al morir, nadie lo
recuerda. Hay hombres que son como los “muertos” de “esquineros” de
alambrao, que soportan todo el peso, hacen la gloria de los otros y
nadie los considera, porque están bajo tierra y nadie los ve y nadie los
oye... ”
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