Puesta de Sol
Javier de Viana
Cuento
Eran viejos ya, Candelario y Sinforoso.
Como sus existencias habían bostezado juntas, pegada una a la otra, se conocían de la cruz a la cola y no tenían nada que decirse. Sin embargo, todas las tardes, concluido el trabajo de aradores a que finalmente les habían destinado, se iban al galpón, avivaban el fuego, calentaban agua, verdeaban y charlaban.
¿Qué podrán decirse aquellos dos hombres? Nada. Pero hablaban, hablaban, diciendo «nada o, lo cual en ocasiones y para ciertas personas, resulta lo más difícil de decir. Ellos lo ejecutaban por hábito...
* * *
El galpón, largo de veinticinco metros, tenía al frente una
arcada mirando al campo. Puerta no tenía. En el fondo se amontonaban los
cueros de oveja y los cueros de vacuno, juntos con herramientas de
labranza. Allá por el medio, el fogón. Junto al fogón, mateando,
Sinforoso y Candelario, charlaban.
—Ta dura la tierra.
—A sigún ... pal bajo no'stá mala.
—Si no apuramo, va venir tarde la siembra.
—Pal cañadón va precisar tres fierros por qu’está plagao de abrojos.
—¿Y en el aito?... ¡La chinchilla d'asco!... ¿No está medio frión?. ..
—No, tuavía está güeno... ¡Pucha! ¡los bichos coloraos m'están comiendo!...
—Frieguesé con caña.
—Se m’acabao. Pue que mañana baya a la pulpería, ansina le doy tempranito un galope al pangaré, pa bajarle la panza. Ta medio pesao.
—Dejuro, de ocioso... Tengo ganas de firmarlo en la penca'e Palacios...
Dominio público
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Publicado el 4 de noviembre de 2022 por Edu Robsy.