Cuento de Perros
Javier de Viana
Cuento
Es en la madrugada. La niebla cubre el campo y hace un frío terrible, un frío contra el cual nada pueden las grandes brasas de coronilla que rojean en el fogón.
Hay orden de pasar rodeo para un aparte; desde hace más de una hora los peones tienen ensillados los caballos, prendidos los lazos a los tientos y bien apretada la cincha, como para correr sin miedo en las cuestas arriba y en las cuestas abajo, sin peligro de que, echada a la verija, los redomones se desensillen solos corcoveando.
Empero, fuerza es esperar a que se levante la helada de un todo y se trague el sol la neblina.
Han churrasqueado, tienen ya verdes las tripas de tanto cimarronear, y, bostezando y restregándose las manos, se aburren en la rueda del fogón.
Camilo dijo de pronto:
—Hace más de media hora que don Cantalicio no abre la jeta ni pa largar un resuello... ¿Se le ha yelao la lengua, viejo?
Don Cantalicio hizo un esfuerzo para desprender el pucho que se le había pegado a los labios y respondió, pausada, perezosa, cansadamente:
—No es pa menos, che... Parece que con la crisis, hasta Tata Dios se ha güelto agarrao...
—¡D'endeveras!... Ya ni agua gasta: van como pa tres meses que no llueve...
—Verdá, los campos se están quejando.
—Y los pulperos estrilan y han aumentado el precio'el vino y la caña.
—¡Pero, en cambio, tuitas las noches cain unas heladas como pa poncho'e dijunto!
—Y la otro día nos dan un piacito'e sol que alumbra menos que vela'e baño.
—A gatas si redite l'escarcha.
—Y no alcanza ni pa calentar los pieses.
—¡La leña está muy cara, che, y como el fogón del sol come mucho, Tata Dios economiza!...
—Güeno,—habló Camilo, dirigiéndose a don Cantalicio;—pa medio desentumirnos, cuentenós el cuento del perro overo que nos ofreció la vez pasada.
—El perro overo... lo llamaban Iguana...
Dominio público
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Publicado el 16 de agosto de 2022 por Edu Robsy.