Un Sacrificio
Javier de Viana
Cuento
Presumido y arrogante, tendido en triángulo sobre la espalda el pañuelo de seda blanco, en cuya moña llevaba engarzado un clavel bermejo, terciado sobre la oreja el chambergo, alegre, sonriente, Jesús María se presentó de improviso en el comedor de sus padres.
Como si volviese de un paseo de la víspera, exclamó:
—¡Bendición, tata!...
Y luego abrazando y besando a la madre con bulliciosa efusión:
—¡Güenos días, viejita!...
En seguida se detuvo ante Leopoldina, la miró sonriendo, y dijo alegremente:
—¡Como se ha estirao la primita!... ¡Ya no me atrevo a besarla!...
Y, abrazándola, la besó repetidas veces, mientras ella, empurpurada, se debatía protestando:
—¡No te atreves, pero me besas lo mesmo!...
—¡Siempre loco este muchacho!... —manifestó embelesada la madre; en tanto don Porfirio interrogaba severamente:
—¿Di ande venís vos?...
—¿Comistes? —interrumpió solícita misia Basualda; y Jesús María contestó riendo:
—¡Gambetas y tajadas de aire! ...
—Tomá, entretenete con este asao, que yo no apetesco; y vos, Leopoldina, andá, preparale algo... ¡Espérate!, vamos las dos!... ¡Pobre muchacho, a estas horas sin comer, él que siempre jué un tragaldabas!...
Salieron las dos mujeres, y entonces don Porfirio, siempre severo, tornó inquirir:
—¿Di ande salís?...
—Anduve corriendo mundo, tata ... En Paraná me rilacioné...
—¡Con las chinas orilleras y los borrachos de las pulperías! ...
—¡No diga, tata! ... Mire que yo...
—¡Vos sos como las tarariras, que no saben vivir más qu’en lagunas sucias, ande haiga mucho barro y mucho camalote!...
—Vea, tata, cuando yo le cuente...
—¡Sofrená!... Conozco tus cuentos como los animales de mi marca y los rincones de mi campo, y vas a perder tiempo al ñudo enjaretando mentiras...
Dominio público
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Publicado el 9 de octubre de 2022 por Edu Robsy.