Lo Mesmo Da
Javier de Viana
Cuento
A Adolfo Rothkopf.
El rancho de don Tiburcio, mirado desde lejos, en una tarde de
sol, parecía un bicho grande y negro, sesteando a la sombra de dos
higueras frondosas. Un pampero,—hacía añares—le torció los horcones y le
ladeó el techo, que fué a quedar como chambergo de compadre: requintado
y sobre la oreja.
No había quien pudiese arreglarlo, porque don Tiburcio era un viejo de mucho uso, que agarrotado por los años, dobló el lomo y andaba ya arrastrando las tabas y mirando al suelo, como los chanchos. Y además, no había por qué arreglarlo desde que servía lo mismo: el pelo de la res no influye en el sabor de la carne.
Lo mismo pensaba Casimira, su mujer, una viejecita seca, dura y áspera como rama de coronilla, para quien, pudiendo rezongar a gusto, lo demás le era de un todo indiferente.
Y en cuanto a Maura, la chiquilina, encontraba más bello el rancho así, ladiado y sucio como un gaucho trova. Maura era linda, era fresca y era alegre al igual de una potranca que ofrece espejo a la luz en la aterciopelada piel de pelecheo.
Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 234 visitas.
Publicado el 30 de agosto de 2022 por Edu Robsy.